jueves, 1 de agosto de 2013

PRI-PAN: El delirio reformista




Francisco RIVAS LINARES


El Partido Revolucionario Institucional regresó al poder bajo la égida declarativa, sólo declarativa, de ser un partido diferente al que nos gobernó durante más de 70 años. Para probarlo enarboló su demagogia tradicional, aplicó sus procedimientos fraudulentos tradicionales e hizo destacar la presencia de sus políticos tradicionales. (Ironizo)

 

Regresó el PRI, aunque no el mismo, pues el actual es más intrincado y perverso.

 

De manera que el cuento premonitorio de Augusto Monterroso se cumplió: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Aunque si bien es cierto que este partido de marras nunca se fue de los dominios territoriales de la política, casos emblemáticos Ulises Ruíz, Mario Marín, Humberto Moreira, Fidel Herrera, Tomás Yarrington y su sucesor Eugenio Hernández, abusó ahora de la candidez que se engendra en la pobreza, esa pobreza que estimula el imaginario con una suma de creencias. Una pobreza creada exprofeso por sus iguales: El Partido Acción Nacional.

 

Ahora quedamos atrapados en un alud reformista. Y ya sabemos, por experiencia, que las reformas que promueven los políticos siempre van en beneficio de quienes ostentan el poder económico y en detrimento de las mayorías.

 

Expresiones tan trilladas como las que encierran la idea de modernización, desarrollo y  empleo, ya son tan primitivas que nadie las cree, salvo aquéllos que aún se encuentran inmersos en la ignominia y el rastrerismo.

 

Las reformas se justifican en esos conceptos tan abstractos. Una modernización que no encuentra puerta de entrada en tanto la corrupción siga en el trono de la impunidad. Un desarrollo que no tiene bases sólidas por la falta de transparencia y claridad en la información. Y una generación de empleos que ya encontró canceladas sus posibilidades con la reforma laboral que Felipe Calderón nos endosó en las últimas horas de su desgobierno.

 

Tenemos en puerta la reforma energética. El discurso es el mismo desde los tiempos de Salinas de Gortari: “Es necesario ejecutar reformas estructurales para conformar el México moderno”. Y con tal garlito, aceleró las privatizaciones ya iniciadas con el tecnócrata Miguel de la Madrid.

 

Y así se entregó al capital privado la telefonía, las comunicaciones viales (lo que antes fue Caminos y Puentes Federales), las aerolíneas, la petroquímica, el ramo siderúrgico (Altos Hornos de México), las cadenas hoteleras, los medios de radiodifusión (Imevisión, dando lugar a TvAzteca) y la banca, quedando sólo Banorte con capital mexicano.

 

Ahora les urge entregar cabalmente Pemex y la CFE. Y los legisladores, como las mulas de noria, siguen con la misma cantaleta: Modernización, desarrollo y mayores y mejores empleos.

 

Suelen compararnos con otros países. Obviamente son comparaciones truculentas, pues las establecen a modo para justificar sus traiciones al pueblo. Nos dicen que tomemos ejemplos de Cuba y Dinamarca que ya tienen abierta la inversión privada en asuntos petrolíferos, pero callan los índices de corrupción que tienen dichos países, y que comparados con el nuestro, México está purulento. De conformidad con el último informe de Transparencia Internacional, de los 174 países que son evaluados con una escala de 0-100, Dinamarca es de los menos corruptos al lado de Finlandia y Nueva Zelandia con 90 puntos y Cuba ocupa el lugar 58 con 48 puntos, en tanto que México se ubica en el lugar 105 con 34 puntos y es líder en América Latina, junto con Bolivia, en este tópico vergonzante.

 

Ya es tiempo que los políticos reciban una lección, demostrándoles que sus estratagemas verbales están muy trilladas y que su retórica institucional ya es caduca. De la CFE hablaré en mi próxima colaboración.

 

POR LOS DESAPARECIDOS DE MICHOACÁN: ¡VIVOS SE LOS LLEVARON! ¡VIVOS LOS QUEREMOS!

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