lunes, 29 de julio de 2013

Michoacán... ¡una red de agujeros!


(Foto Agencia Esquema)


Francisco RIVAS LINARES

¡Qué semana vivió Michoacán! Así, entre signos que enfatizan la exclamación. Una exclamación dolorosa. Un grito que implica el desahogo de la impotencia, de las lágrimas retenidas. Lágrimas de coraje, de repudio y reclamo. Toda una mezcla de emociones que insuflan la necesidad urgente de lanzar al aire un grito atronador.

 

Y era mi herencia una red de agujeros…

 

Sangre, muerte, sufrimiento, dolor, odio, rencores… todo en una cavidad que atosiga nuestros pechos. Sí, esta es la herencia que hemos recibido: Una red de agujeros.

 

El gobierno de nuestro estado emitió un mensaje de reconocimiento a la valentía de las fuerzas armadas y la policía federal en los combates desarrollados esta semana que corre. Y al mismo gobierno le pregunto: ¿Acaso la valentía de la población civil que se enfrenta minuto a minuto a este esquema de inseguridad establecida, no le merece el mismo reconocimiento?

 

Nosotros, los ciudadanos de a pie, quienes tenemos que sortear los riesgos a que nos someten los delincuentes, no sólo en las calles o las carreteras, sino incluso en nuestro propio domicilio, violándolo con amenazas de extorción y asesinato, ¿no merecemos también ese reconocimiento?

 

¿El aguante que hemos demostrado ante sus ineficacias e ineficiencias, no nos hace merecer un reconocimiento? ¿Qué hace diferente la valentía de las fuerzas armadas de la valentía de una población inerme que padece la incertidumbre, ya cotidiana, de sobrevivir a esta guerra de alta o baja intensidad, provocada por un expresidente  que exhibió su cobardía huyendo al extranjero, después de la debacle en la que hundió al país, repito, cuál es la diferencia para no merecer idéntico reconocimiento?

 

Y era mi herencia una red de agujeros…

 

A los caídos de las fuerzas armadas les rinden homenajes por morir en el cumplimiento de su deber. A los caídos de la sociedad civil, les llaman “daños colaterales” y ponen en duda su honestidad al suponerlos involucrados en actividades ilícitas. ¿Y los desaparecidos? Las madres siguen esperando respuestas. Madres que se resisten a ser diluidas mediante la indiferencia, la indolencia de unas autoridades sordas y ciegas.

Michoacán, compromiso de todos. Una frase que simula una integración existente en el imaginario de quienes ejercen el poder. ¿Cómo reconocernos en esa expresión carente de tareas específicas?

 

¿Cómo organizar a la sociedad para que se encuentre en sintonía con su gobierno, en esta lucha sorda, de enfrentamientos beligerantes?  ¿Cómo sentar una base social definida y clara, si tenemos autoridades que se conducen con mentiras y contradicciones?

 

Bien, empecemos por ahí: ¡Hablar con la verdad! Dejar el mito de la buena imagen para engañar turistas y decirnos qué hay de cierto. Si la información es poder, informen al pueblo para que compartan el poder. Sólo comprendiendo la situación podremos liberarnos de nuestra condición de personas sometidas por los arrebatos de una delincuencia desatada.

 

Que los Jefes de Manzana sean convocados para recibir instrucción organizativa de sus vecinos representados. Ellos, funcionarios honorarios de la comuna de Morelia, sean vehículos retransmisores bajo formas asamblearias o colectividades barriales y que se cuente –obviamente- con el apoyo irrestricto de las autoridades del gobierno. Es urgente que se empiece a construir la sociedad autogestionaria, empezando por la procuración de  nuestra seguridad.

 

Esta sería la forma de reconocer la valentía del pueblo.

 

POR LOS DESAPARECIDOS DE MICHOACÁN: ¡VIVOS SE LOS LLEVARON! ¡VIVOS LOS QUEREMOS!

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