miércoles, 20 de noviembre de 2013

Paradojas de la mexicanidad




Francisco RIVAS LINARES

“Mexicanidad y esquizofrenia” es el último libro publicado por el doctor en ciencias políticas Agustín Basave. Título que nos parecería un tanto violento al reconocernos como poseedores de una identidad esquizoide, lo que en el diagnóstico de un  psiquiatra sería el equivalente a un trastorno mental crónico.

 

Pero es el mismo autor quien especifica que utiliza tal término en un sentido figurado, para identificar ese desdoblamiento de la personalidad que asumimos en nuestro comportamiento diario. Es, digámoslo así, un ejercicio reflexivo y autocrítico de nuestra dualidad, pues oscilamos entre la afirmación y la negación de nuestras aspiraciones.

 

Basave retoma el estudio de nuestra mexicanidad basándose en la observación crítica, algo que ya había hecho Octavio Paz y que lo dejó inscrito  en su Laberinto de la Soledad en el capítulo Los hijos de la Malinche.

 

Lo anterior viene a cuento por el suceso que registraron las agencias de noticias nacionales e internacionales, sobre el acto discriminatorio que sufrieron siete indígenas de Oaxaca por parte de Aeroméxico, quienes habiendo adquirido su boleto de viaje les fue impedido abordar el avión sólo por su “origen y forma de vestir.”

 

La respuesta social, obviamente, fue de censura enérgica y tonitronante, exigiendo a la compañía no sólo el reintegro del costo del boleto, sino ofrecer una disculpa pública por su condición racista.

 

Y aquí es donde viene el desdoblamiento, lo esquizofrénico, de nuestra personalidad. México se identifica como un país altamente racista y discriminatorio para indígenas. Rechazamos nuestras raíces negándoles sus derechos a nuestros ancestros. Javier López Sánchez, director general del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas asegura que “las etnias o grupos indígenas del país son discriminados por su condición y en muchas de las ocasiones son víctimas de las injusticias por el solo hecho de hablar su propia lengua”.

 

Muchos indígenas se encuentran recluidos en las cárceles de México por no haber contado con un debido proceso, al negárseles un traductor que les permitiera entender de lo que se les acusa. Y se les hace firmar documentos con declaraciones falsas para finalmente recibir sentencias condenatorias de muchos años.

 

Casos como el del maestro Alberto Patisthán, indígena de los Altos de Chiapas; la violación y asesinato de la indígena náhuatl Ernestina Ascensio Rosario; y el encarcelamiento injusto de las mujeres otomíes Teresa González Cornelio y Alberta Alcántara Juan, resultan emblemáticos.

 

Sí, somos practicantes de lo que repudiamos. Nos rasgamos las vestiduras ante la discriminación, siendo discriminadores potenciales. Censuramos la discriminación y nos beneficiamos, en no pocas ocasiones, de la misma. Un ejemplo que resulta evidente lo tenemos en la institución bancaria Bancomer. Desde el momento en que usted ingresa a realizar un trámite, ya entra etiquetado como “usuario común”, como “cliente” o como “preferente”. Este último tiene el beneficio de la inmediata atención; en tanto que por cada tres “clientes” que son atendidos, pasará a la ventanilla un “usuario común”. El tiempo que invertirá éste último para realizar su trámite, resultará desesperante en grado sumo. ¿Y la Comisión de los Derechos Humanos, qué hace?

 

Siguiendo con nuestro desdoblamiento, invocamos las leyes violando las leyes; nos escandalizamos con la corrupción, corrompiendo a servidores y funcionario públicos; repudiamos la mentira, valiéndonos de la mentira, suelen hablar los políticos de la aplicación de la ley, del rigor del derecho, de combatir la impunidad, de asumir “los costos políticos” de sus aberrantes decisiones, cuando sabemos de antemano que todo quedará en un verborrea denigrante.

 

“Mexicanidad y esquizofrenia” es un ensayo desgarrador por atrevido. Descubre nuestras máscaras, la falsedad de nuestros rostros. En una entrevista se le preguntó al autor ¿cuántas caras descubrió en el mexicano al realizar este libro?  Y respondió: Dos, manifestadas en muchos comportamientos. Nos falta el puente que comunique los polos opuestos.

martes, 12 de noviembre de 2013

"La moral es un árbol que da moras"



 
Gonzalo N. Santos



Por Carlos Monsiváis

 

 

No existe en la cultura política del país un documento más valioso para entender la idiosincrasia de los revolucionarios institucionalizados que las Memorias de Gonzalo N. Santos, ni pluma más apta que la de Monsiváis para revelarnos el helado terror que producía el Alazán Tostado, cacique por antonomasia, al hacer del asesinato su único aliado y mejor consejero.

 

Diciembre 2000 | Letras Libres

 

 

¿Cuántos caciques quedan en México? ¿Es el caciquismo la Última Thule del autoritarismo que la democracia no podrá vencer en ese corto plazo que para cada generación hace las veces de larguísimo plazo? ¿Es el cacique el dictador a escala? ¿Qué son los líderes sindicales: caudillos nonatos o caciques que son emblemas rurales en medios urbanos?

 

Si se puede aventurar una hipótesis, la demasía del presidencialismo convirtió en cacicazgos a todos los poderes subalternos. Sólo ha concebido un caudillo, un gran señor, y los demás han sido depositarios regionales o gremiales del poder menor. Así han sido igualmente caciques los gobernadores, los secretarios generales, los monopolistas del poder en un estado o una región, Rubén Figueroa en Guerrero, Fidel Velázquez en la CTM, Leonardo Rodríguez Alcaine en el Sindicato Mexicano de Electricistas, Leobardo Reynoso en Zacatecas, y las decenas de miles de figuras que para quienes los padecen resultan arquetipos o estereotipos de la falta de libertades.

 

     Estamos ante la única, múltiple biografía del concesionario de la hegemonía del presidencialismo, del detentador de la franquicia del mando, el "presidente a escala" al que no suelen visitar los corresponsales extranjeros. En un nivel, se trata de la sordidez del feudalismo que resiste a la modernidad; en otro, de la producción incesante de personajes de novela noir o de thriller donde los callejones solitarios se vuelven súbitas fosas comunes. El caciquismo es el México Bronco (o Acicalado) que ve en la democratización al enemigo. Pueden ser banqueros que reinan sobre créditos o autopréstamos; o Alfredo López, el Rey Lopitos, el líder de las colonias populares en Acapulco, asesinado por orden de un "alto funcionario"; o Alfredo Gutiérrez, el Rey de la Basura, asesinado por una de sus 32 o 35 esposas, que se fijó la meta de 150 hijos llegando apenas a la módica cifra de setenta vástagos; o Guillermina Rico, la lideresa de los vendedores ambulantes; o Sara Ornelas, la lideresa de los vendedores de lotería, o...

 

    Quizás la novedad de los años últimos es el "caciquismo de género", la emergencia de miles de mujeres con dones organizativos, astucia y capacidad de negociación que, sobre todo en las colonias populares, en los gremios y en los movimientos sociales, se manejan con implacabilidad y asumen las características "masculinas" con fiereza y falta de concesiones.

 

     ¿Cuál es el retrato inmejorable de un cacique o de una cacica, en esta época de "masificación de Doña Bárbara"? En la literatura, no escasean los retratos memorables: de Mariano Azuela (Los caciques), de Mauricio Magdaleno (Saturnino Herrera en El resplandor) y, sobre todo, la creación de Juan Rulfo, Pedro Páramo, el señor de la Media Luna, el padre de multitudes, el año del derecho de pernada, el dueño de la vida y la muerte en la Comala interminable. En el cine mexicano hay también retratos extraordinarios: el cacique de Río Escondido de Emilio Fernández (Carlos López Moctezuma), Rosauro Castro en la película de ese nombre de Roberto Gavaldón, con Pedro Armendáriz como la presencia que es señorío que intimida y acorrala, cada movimiento una proyección legendaria.

 

     En cuanto a documentos generados por los propios caciques, el más notable a nuestra disposición es la autobiografía del cacique por antonomasia, un producto de la gran picaresca de la Revolución Mexicana.

     

     Del caciquismo como la filmación de un western en una aldea medieval

 

     ¿Cómo hacerle justicia a las Memorias (1987) de Gonzalo N. Santos, el casi eterno cacique de San Luis Potosí, el Alazán Tostado, el Señor del Gargaleote, una de las "leyendas negras" de la Revolución Mexicana? En sus 943 páginas, el libro de Santos es varias cosas a la vez, el relato de un self-made man en la etapa en que todos lo son, de un testigo y actor del primer rango de la segunda fila. Memorias es el alarde de crímenes y fraudes, el canje de la demagogia por el cinismo y la provocación, el desfile de personajes que los lectores encuentran pintorescos porque ya no tienen oportunidad de ser sus víctimas. Las memorias de Santos son reiterativas, confusas en ocasiones, transcritas sin mayores correcciones de la grabadora o de la libreta de apuntes, presuntuosas y —desde nuestro punto de vista— demasiado afrentosas, y sin embargo, o gracias a eso, se dejan leer compulsivamente, el testimonio más vívido del sector revolucionario negado al idealismo y entregado a las complicidades que quieren prestigiarse con el nombre de Sistema.

 

     Gonzalo N. Santos, y muchísimos como él, se incorporan fatalmente a la lucha armada. No tienen otra, es la hora de la audacia, de la sangre fría, del arrojo suicida, del canje de cualquier perspectiva ética por la sobrevivencia, de la noción del poder como un botín estricto, y de la identificación de lealtad e inminencia de la traición. En este sentido, el testimonio de Santos es confiable. Si los hechos no fueron los que él narra, y su participación no fue tan determinante, lo sucedido no fue muy distinto y la psicología descrita, así no sea estrictamente la de Santos, es la de los triunfadores de entonces. Si no verdaderas, las Memorias son verosímiles, así se mezclaron y se exhibieron las emociones de los revolucionarios entusiasmados con Francisco I. Madero, indignados con el cuartelazo de Victoriano Huerta, partidarios de Venustiano Carranza, admiradores de Álvaro Obregón, enemigos o amigos sumisos de Plutarco Elías Calles. Estos aspirantes a caudillos fusilan al compadre, renuncian con celeridad a los lazos fraternos, viven en la conspiración perpetua animada por el cognac y las hetairas, se transforman al subir al estrado para el discurso, lloran al recordar al jefe asesinado, toman posesión "para siempre" de su encomienda.

 

     Y se aíslan progresivamente mientras el régimen se adecenta, o finge hacerlo; los modales se refinan, los funcionarios ya vienen de universidades extranjeras, los licenciados eficaces sustituyen a los gobernadores analfabetas. Santos comienza como uno de tantos, producto típico de la violencia y de la habilidad para filtrarse entre los resquicios de la violencia. Y su "mala suerte" es no morir al lado de su momento histórico, terminar como el Gran Anacronismo, el cacique aferrado al latifundio que se reparte. El revolucionario mitómano se convierte en el funcionario a tropezones y en el gobernador de San Luis Potosí que designa a sus reemplazos, y se impone con gritos, miradas, desaparición abrupta de "los escollos" a los que se les adjuntan actos de defunción, fraudes electorales, cultivo del latifundio, buenas y malas relaciones con los presidentes de la República. Lo que pasa por largo tiempo como "la expresión violenta de un temperamento nacionalista" se vuelve luego museo ambulante de las malas maneras y los despropósitos.

 

    Todo marca a Santos: sus frases cáusticas, sus apetitos desembozados, su ostentación machista. Si de algo se distancia es de los hábitos de la modernización. Así lo reconoce en diciembre de 1959, al empezar sus memorias:

     

     Hace un año y medio exactamente que salí de aquí, de Gargaleote, primero a los Estados Unidos y después a Europa, y llevaba el firme presentimiento cuando me fui de que iba a dilatar mucho tiempo en regresar, porque sentía que la deslealtad, la traición y la cobardía me rodeaban. También llevaba no sólo el presentimiento sino la seguridad de volver cuando la jauría se cansara de ladrar... (p. 9)

     

     "Ladrón que roba a bandido, merece ser ascendido"

 

     Gonzalo N. Santos nace en el pueblo de Tampamolón Corona el 10 de enero de 1897, descendiente de rancheros y combatientes liberales. Su educación es previsible. Unos cuantos profesores, y las lecciones de la filosofía de la universidad-de-la-vida: a) desconfía de todos, b) la crueldad es un prejuicio, y c) las cosas son de quien las toma. Pese a vivir a la sombra de sus hermanos mayores, Pedro Antonio y Samuel, Gonzalo se siente destinado a dar órdenes. Y a los catorce años ya ejercita el poder supremo: la voluntad de matar. En el pueblo lo reta un joven de apellido Tavera, que había sido gente de don Tomás Mejía. Tavera le dice a Santos: "A ese dragoncito yo me lo como sin chile y sin epazote", y lo golpea en el estómago con un bordón. Lo que sigue Santos lo cuenta con el ánimo rencoroso y triunfalista del resto de sus evocaciones:

     

     Metí espuelas y Tavera, engallotado, me siguió, tratando de darme otro garrotazo, pero para entonces se me estaba pasando el dolor. Volví a meter espuelas para alcanzar más distancia y los pelados martellistas y porfiristas celebraban aquello con risotadas, dirigiéndome insultos. Eché mano a la reata de lazar, que era de las llamadas pintas de tampamolón, abrí gaza, lacé a Tavera, quien seguía desafiándome, puse vueltas, metí espuelas con muchas ganas y arranqué al Pincel. Le di vueltas, dos o tres cuartazos más a mi cuaco y otros dos espuelazos y me llevé arrastrando a Tavera por el empedrado... (p. 42)

     

     La franqueza de Santos reivindica la "moral de las armas" de 1910 a 1930, y delata la transformación de actitudes: el trato del hacendado con los peones es la escuela de muchos jefes militares. Si algo, la experiencia de las haciendas y la lucha armada relativizan el valor de la vida, y el millón de muertos atribuido a la Revolución deriva en buena parte de esa falta de piedad que es la urgencia de vencer y desquitarse. Lo que sea que suene, porque nadie garantiza la contemplación del día siguiente. (Algo similar a: "Si lo he de matar mañana, lo remato de una vez"). Mencho, el amigo de Gonzalo, al saber que ya no hay revolucionarios en el pueblo emite la consigna: "A todo habitante macho de catorce años para arriba, sin siquiera preguntarle cómo se llama, le pegan dos balazos, no sea que el primero no lo vaya a matar: uno en la cabeza y el otro en el pecho" (p. 74).

 

     Casi en cada página, las memorias de Santos le informan al lector de la otra historia de la Revolución, distinta de las conocidas, historia no determinante estructuralmente ni constructora del pensamiento nacional, pero sí omnipresente. Para Santos, matar es un acto de justicia, y la Revolución lo autoriza a cobrar deudas, a no dejarse de nadie, a castigar con la última pena al calumniador, a expresarse en el lenguaje del exterminio. Santos da su versión de un episodio famoso de su carrera, el asesinato en 1920 del estudiante Fernando Capdeville. Asiste al Teatro Principal a las tandas de María Conesa y Lalo, su ayudante, le avisa de un individuo que en la cantina insinúa relaciones íntimas con la ex mujer de Santos. Éste abandona el espectáculo y se inicia la cacería automovilística:

     

     Para entonces iba ya muy encendido y cegado por la ira, lo seguimos persiguiendo y al llegar a las calles de Acapulco, frente al número setenta, el currutaco paró el carro y se bajó. Yo le dije a Ernesto (el chofer) que se le acercara y Ernesto se acercó y paró el carro como a diez metros de distancia y entonces me bajé yo, estando él parado en la calle. Al bajarme, Ernesto López me preguntó: "¿Le acompaño?", y le dije: "No, esta cosa es personal". Llevaba ya la 45 en la mano con las quijadas abiertas y bajado el seguro y le grité al individuo: "Si es hombre, defiéndase", y avancé como una tromba hasta llegar a tres o cuatro metros de distancia del figurín. Él metió mano a la cintura, pero se quedó petrificado, probablemente de miedo y le descargué las ocho balas de mi pistola y se murió (p. 325).

     

     Detrás de este crimen hay un razonamiento implícito: este país le debe todo a los que nos fregamos en los campos de batalla, en la sierra, en la angustia de morirnos a montones. Y hasta ese derecho a hacer lo que nos venga en gana, y ahorrarnos los remilgos legales. Luego del asesinato de Capdeville, Santos le pregunta a un amigo: "¿Me notas algo?" "No —me dijo—, no le noto nada, ¿qué se echó más copas?" "No —le dije—, no me he echado ni una más, lo que me eché fue a un hijo de puta".

 

     En la cabeza del fuste de su silla de montar, Pancho Villa se manda tallar la mascarilla del comandante de rurales Claro Reza, al que mata en Chihuahua en 1910, cuando el comandante intentó aprehenderlo. Estas costumbres reproducen parcial y exactamente la moral de los hacendados. Lo primitivo aún no es deuda de la modernización, y la violencia es un lenguaje básico del proceso de formación nacional, en regiones aisladas, sujetas a la ley del más fuerte y sus procuradores de injusticias. Si la Revolución introduce elementos importantísimos de justicia social, también mantiene partes fundamentales del mecanismo de la barbarie. Ya en fecha relativamente tardía (1930), Santos todavía se empecina en emblematizar a la ley. ¿Quién se lo impide? Apenas se inicia el proceso de fusión del Partido Nacional Revolucionario que le permite a gente como él seguir imponiéndose, con mínimos ajustes.

    

En 1930, en la campaña presidencial de Pascual Ortiz Rubio, de cuya elección Santos se enorgullece, calificándola de respuesta de su grupo a los desprecios de Aarón Sáenz, el Alazán Tostado se indigna ante los ataques de un periodista, Miguel Ángel Menéndez, al que suponen inspirado por el secretario de Ortiz Rubio, el Flaco Hernández Cházaro. Le exigen a Ortiz Rubio que expulse de la comitiva a Menéndez, por indeseable, y éste lo promete. Ya en el avión en la siguiente etapa de la campaña, le informan a Santos de la presencia de Menéndez:

     

     "¿Cómo? —le dije—. A este cabrón por qué lo mandarían en el mismo avión en que vamos nosotros". "No sé", me dijo. ¡Oí un grito que me dio la fiera que traigo dentro, más bien dicho un rugido! Me paré y me fui hacia donde estaba Menéndez sentado y le dije: "¿Cómo se atreve usted a venir en el mismo avión en que venimos Melchor Ortega y yo después de habernos insultado y calumniado?" Me dijo: "Yo no me refería a personas sino a un cuadro general, pintado y simbólico". "Pues mire, cabrón —le contesté (esto era en pleno vuelo, por encima del mar)—, usted pintaría simbolismos, pero yo le voy a pintar la cara a chingadazos", y le empecé a pegar fuetazos en la cara y en la cabeza con toda la ira de mi cuerpo. A esto, el copiloto salió rápidamente de la cabina, y vino hacia nosotros muy espantado, pero no intervino, pues de haberlo hecho el gringo, también a él le hubieran tocado sus chingadazos dado mi estado colérico. Le dejé de pegar cuando me había saciado y le dije: "Le prevengo, hijo de la chingada, que más vale que no nos volvamos a encontrar usted y yo por mucho tiempo, y dígale de mi parte al o a los hijos de la gran puta que lo inspiraron, que sepan desde ahora que no están tratando con pendejos Y QUE CON LA MISMA BOCA QUE LES DIJIMOS QUE SÍ, CON ESA MISMA BOCA LES PODEMOS DECIR QUE NO; TAMBIÉN YO ESTOY HABLANDO SIMBÓLICAMENTE". Y el avión seguía vuela, vuela y volando (pp. 423-424).

  

  "¿Con qué carácter me va usted a fusilar?"/ "Con el carácter de diputado —le contesté—, para algo me ha de servir el fuero..." De este modo se forman los caciques, que, una vez declarada y exhibida su lealtad al poder central, proceden —el término es muy suyo— como les da su chingada gana. Un señor feudal tiene una vivísima conciencia geográfica, se las arregla para estar con el ganador, y vive en el autismo despótico. Y un cacique, si cuenta sus proezas, no se empeña en decorar su pasado con virtudes, sino —convertidos en hazañas— en pregonar sus abusos, sus crímenes, sus complots para imponer nulidades. Si él no lo nombra, no hay gobernador; si él no los aprueba, no hay "actos de gobierno". Se cree el emblema de una causa, el santismo, iniciada con su hermano Pedro Antonio de los Santos, mártir maderista, y que con Gonzalo conoce su apoteosis y su fin. Y la causa es intensamente personal, Santos se jacta de salvar vidas con su astucia, de imponer funcionarios que le deben todo y que si son ingratos, más le deben. Santos, uno de los responsables del aplastamiento de la rebelión escobarista, un enemigo de los cristeros, un liberal anticlerical, un adversario de los currutacos y las Buenas Familias, un adalid del Machismo y la Vulgaridad enemiga de los respetos (con frecuencia, cita con encomio a un contemporáneo sólo para denostarle dos páginas después). Si nos fiamos de su palabra —y debemos hacerlo, para no recibir una mentada de madre póstuma— ingresa al ejército maderista en la adolescencia, lucha contra el huertismo y el villismo, desprecia a Zapata, se inconforma con Carranza, se adhiere ciegamente a Obregón...

    

Y es un conspirador profesional. Es el diputado por excelencia, del que se desprenderán las parodias, y al que uno reconocerá, justa e injustamente, en el Catarino de La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, y en el Gordo Atajo de Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibargüengoitia. Santos es el ánima cerril en busca de la perpetuidad. Es un homenaje intenso a la práctica, al don de la intimidación y la inteligencia natu-ral. ¿Qué es la "inteligencia natural?" Aquello que le permite a Gonzalo N. Santos construir su ideario de frase en frase, de crimen en crimen, de complot en complot. Odia la hipocresía en la misma medida en que ama el cinismo, esa jactancia que es su máscara y su proclama.

    

Cabe una hipótesis: Gonzalo N. Santos escribe sus memorias con el impulso con que, sólo para combatir la mala suerte de las trece letras, añade la N a su nombre. Y si admite culpas (según él, "hazañas incomprendidas") es con tal de seguir amando a su criatura predilecta, su leyenda negra. Declara memorablemente: "La moral es un árbol que da moras, o vale para una chingada". De modo insólito, Santos se presenta ante el juicio de los lectores, fiado en su salvoconducto: su apego al temperamento nativo, y sus "huevos de toro".

    

Un cacique es alguien que deposita todo su sentido del presente (que incluye el juicio del porvenir) en su don de mando. Cree que "Vasconcelos no era para el caso", y él en cambio sí lo es. Le tiene sin cuidado el Juicio de la Historia, porque las abstracciones no lo perturban. Así, niega despreocupadamente ser el asesino del joven Germán de Campo, partidario de Vasconcelos en 1929, al que le disparan mientras habla en un mitin en el jardín de San Fernando:

     

     Pero, ahora que han pasado tantos años y que no es delación contra el Flaco Hernández Cházaro, que fue quien mandó matar al estudiante Germán de Campo, con Odilón de la Mora, el Diputado Teodoro Villegas y un gachupín Martínez, ayudante de don Pascual, al que apodábamos el Vais-ver, reitero y declaro que siento no haber sido yo el que matara a ese individuo con el que me han dado tantos muertazos injustificadamente. Sí, declaro que un pinche muerto más o menos no me va a quitar el sueño, que no me voy a rajar de un hecho que yo ya haya cometido o mandado cometer, ni aquí en la tierra ni en el cielo, a donde seguramente tendré que ir a rendir declaración de mi paso por la tierra; o tal vez al infierno, pero como soy de tierra tan caliente no me va a afectar la temperatura.

     

     El "México institucional" ya no soporta a personajes como Santos. Los presidentes no admiten la democratización (la detestan), pero la barbarie tal cual sonroja en público (y regocija en privado) a los nuevos administradores del poder. Santos, el arquetipo, no entiende la transformación de su trayectoria en currículum, y se jacta hasta el final de sus haberes: a su hermano Pedro Antonio lo fusilaron las tropas de Victoriano Huerta, él fue secretario del PNR en el Distrito Federal (1929) y secretario general del Comité Ejecutivo (1929), cinco veces consecutivas diputado federal entre 1924 y 1934, senador (1934-40), y gobernador de San Luis Potosí (1943-49). ¿Cómo aceptar entonces que los presidentes lo rehúyan, que Luis Echeverría le dé clases de moral del tercer mundo y que José López Portillo firme el decreto que en 1978 afecta su latifundio de El Gargaleote? Gonzalo N. Santos muere en 1979, en la Ciudad de México, ya convertido en espectro del caciquismo. Lo sobreviven todos los caciques, pintorescos o no, ya persuadidos de que adular hasta lo último al presidencialismo es su única gran fuente de modernidad y legitimidad. Lo demás es pintoresquismo que mucho agradecerán los escritores que sepan darse cuenta.

El mundo se libera de Estados Unidos




Noam Chomsky
 
Durante el más reciente episodio de la farsa de Washington que ha dejado atónito al mundo, un comentarista chino escribió que si Estados Unidos no puede ser un miembro responsable del sistema mundial, tal vez el mundo deba separarse del Estado rufián que es la potencia militar reinante, pero que pierde credibilidad en otros terrenos.
La fuente inmediata de la debacle de Washington fue el brusco viraje a la derecha que ha dado la clase política. En el pasado se ha descrito a Estados Unidos con cierto sarcasmo, pero no sin exactitud, como un Estado de un solo partido: el partido empresarial, con dos facciones llamadas republicanos y demócratas.
Ya no es así. Sigue siendo un Estado de un solo partido, pero ahora tiene una sola facción, los republicanos moderados, ahora llamados nuevos demócratas (como la coalición en el Congreso ha dado en designarse): existe una organización republicana, pero hace mucho tiempo que abandonó cualquier pretensión de ser un partido parlamentario normal. El comentarista conservador Norman Ornstein, del Instituto Estadunidense de Empresa, describe a los republicanos actuales como una insurgencia radical, ideológicamente extremista, que se burla de los hechos y de los acuerdos, y desprecia la legitimidad de su oposición política: un grave peligro para la sociedad.
El partido está en servicio permanente para los muy ricos y el sector corporativo. Como no se pueden obtener votos con esa plataforma, se ha visto obligado a movilizar sectores de la sociedad que son extremistas, según las normas mundiales. La locura es la nueva norma entre los miembros del Tea Party y un montón de otras agrupaciones informales.
El establishment republicano y sus patrocinadores empresariales habían esperado usar esos grupos como ariete en el asalto neoliberal contra la población, para privatizar, desregular y poner límites al gobierno, reteniendo a la vez aquellas partes que sirven a la riqueza, como las fuerzas armadas.
Ha tenido cierto éxito, pero ahora descubre con horror que ya no puede controlar a sus bases. De este modo, el impacto en la sociedad del país se vuelve mucho más severo. Ejemplo de ello es la reacción violenta contra la Ley de Atención Médica Accesible y el cierre virtual del gobierno.
La observación del comentarista chino no es del todo novedosa. En 1999, el analista político Samuel P. Huntington advirtió que para gran parte del mundo Estados Unidos se convertía en la superpotencia rufiana, y se le veía como la principal amenaza externa a las sociedades.
En los primeros meses del periodo presidencial de George Bush, Robert Jervis, presidente de la Asociación Estadunidense de Ciencia Política, advirtió que a los ojos de gran parte del mundo el primer Estado rufián hoy día es Estados Unidos. Tanto Huntington como Jervis advirtieron que tal curso es imprudente. Las consecuencias para Estados Unidos pueden ser dañinas.
En el número más reciente de Foreign Affairs, la revista líder del establishment, David Kaye examina un aspecto de la forma en que Washington se aparta del mundo: el rechazo de los tratados multilaterales como si fuera un deporte. Explica que algunos tratados son rechazados de plano, como cuando el Senado votó contra la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidades en 2012 y el Tratado Integral de Prohibición de Ensayos Nucleares en 1999.
Otros son desechados por inacción, entre ellos los referentes a temas como derechos laborales, económicos o culturales, especies en peligro, contaminación, conflictos armados, conservación de la paz, armas nucleares, derecho del mar y discriminación contra las mujeres.
El rechazo a las obligaciones internacionales, escribe Kaye, se ha vuelto tan arraigado que los gobiernos extranjeros ya no esperan la ratificación de Washington o su plena participación en las instituciones creadas por los tratados. El mundo sigue adelante, las leyes se hacen en otras partes, con participación limitada (si acaso) de Estados Unidos.
Aunque no es nueva, la práctica se ha vuelto más acentuada en años recientes, junto con la silenciosa aceptación dentro del país de la doctrina de que Estados Unidos tiene todo el derecho de actuar como Estado rufián.
Por poner un ejemplo típico, hace unas semanas fuerzas especiales de Estados Unidos raptaron a un sospechoso, Abú Anas Libi, de las calles de Trípoli, capital de Libia, y lo llevaron a un barco para interrogarlo sin permitirle tener un abogado ni respetar sus derechos. El secretario de Estado John Kerry informó a la prensa que esa acción era legal porque cumplía con las leyes estadunidenses, sin que se produjeran comentarios.
Los principios solo son valiosos si son universales. Las reacciones serían un tanto diferentes, inútil es decirlo, si fuerzas especiales cubanas secuestraran al prominente terrorista Luis Posada Carriles en Miami y lo llevaran a la isla para interrogarlo y juzgarlo conforme a las leyes cubanas.
Sólo los estados rufianes pueden cometer tales actos. Con más exactitud, el único Estado rufián que tiene el poder suficiente para actuar con impunidad, en años recientes, para realizar agresiones a su arbitrio, para sembrar el terror en grandes regiones del mundo con ataques de drones y mucho más. Y para desafiar al mundo en otras formas, por ejemplo con el persistente embargo contra Cuba pese a la oposición del mundo entero, fuera de Israel, que votó junto con su protector cuando Naciones Unidas condenó el bloqueo (188-2) en octubre pasado.
Piense el mundo lo que piense, las acciones estadunidenses son legítimas porque así lo decimos nosotros. El principio fue enunciado por el eminente estadista Dean Acheson en 1962, cuando instruyó a la Sociedad Estadunidense de Derecho Internacional de que no existe ningún impedimento legal cuando Estados Unidos responde a un desafío a su poder, posición y prestigio.
Cuba cometió un crimen cuando respondió a una invasión estadunidense y luego tuvo la audacia de sobrevivir a un asalto orquestado para llevar los terrores de la Tierra a la isla, en palabras de Arthur Schlesinger, asesor de Kennedy e historiador.
Cuando Estados Unidos logró su independencia, buscó unirse a la comunidad internacional de su tiempo. Por eso la Declaración de Independencia empieza expresando preocupación por el respeto decente por las opiniones de la humanidad.
Un elemento crucial fue la evolución de una confederación desordenada en una nación unificada, digna de celebrar tratados, según la frase de la historiadora diplomática Eliga H. Gould, que observaba las convenciones del orden europeo. Al obtener ese estatus, la nueva nación también ganó el derecho de actuar como lo deseaba en el ámbito interno. Por eso pudo proceder a librarse de su población indígena y expandir la esclavitud, institución tan odiosa que no podía ser tolerada en Inglaterra, como decretó el distinguido jurista William Murray en 1772. La avanzada ley inglesa fue un factor que impulsó a la sociedad propietaria de esclavos a ponerse fuera de su alcance.
Ser una nación digna de celebrar tratados confería, pues, múltiples ventajas: reconocimiento extranjero y la libertad de actuar sin interferencia dentro de su territorio. Y el poder hegemónico ofrece la oportunidad de volverse un Estado rufián, que desafía libremente el derecho internacional mientras enfrenta creciente resistencia en el exterior y contribuye a su propia decadencia por las heridas que se inflige a sí mismo.
El libro más reciente de Noam Chomsky es Power Systems: Conversations on Global Democratic Uprisings and the New Challenges to U.S. Empire. Interviews with David Barsamian (Conversaciones sobre levantamientos democráticos en el mundo y los nuevos desafíos al imperio de Estados Unidos). Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, Mass., EU.
 
(c) 2013, Noam Chomsky
Distributed by The New York Times Syndicate
Traducción: Jorge Anaya

jueves, 7 de noviembre de 2013

La verdad oculta del pleito entre Azcárraga y Slim

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lunes, 4 de noviembre de 2013

BUSCAGLIA: MÉXICO YA NO CONTROLA NI LA CORRUPCIÓN

La corrupción no se puede controlar, por más que el Presidente quiera: Buscaglia. Foto: Antonio Cruz, Sin embargo



Por: Marco Antonio Martínez - noviembre 4 de 2013   SinEmbargo.mx

 
México pisó una mina y esa mina explotó, provocando una corrupción generalizada y desorganizada que ni el Estado puede controlar, dice este especialista reconocido a nivel mundial. Eso es lo que legó Calderón Hinojosa a Peña Nieto, sostiene. Hoy, advierte, pedazos de Estado han caído en manos de delincuentes, gobernadores, empresarios, policías. La solución está en que los organismos internacionales presionen, la sociedad civil se organice, los hombres del capital salgan de su “burbuja” y el mismo Presidente explique de dónde viene su fortuna, dice Edgardo Buscaglia

 

Ciudad de México, 4 de noviembre (SinEmbargo).– México tiene una corrupción tan grande que ni siquiera puede organizarla y tener una reacción ante este fenómeno, lo que genera vacíos de Estado, dice contundente Edgardo Buscaglia, autor del libro Vacíos de Poder en México, editado por Debate.

 

“El problema de la corrupción desorganizada es cuando un gobierno comienza a experimentar vacíos en su Estado, sus instituciones comienzan a ser fagocitadas por grupos criminales o por poderes fácticos legalizados, ya sea televisoras o lo que sea. El problema es que el Estado pierde su capacidad de control del comportamiento de sus funcionarios, van formando feudos pequeños en cada estado, municipio, que ya no responden a nada. Hay corruptos con permiso y corruptos sin permisos, básicamente empiezan a actuar como una piraña que muerde lo que pueda, la corrupción desorganizada es más dañina”, expone el también investigador en derecho y economía de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos.

 

El especialista italiano agrega que la corrupción, que ningún estado puede eliminar, cuando es organizada es porque el Estado reacciona y castiga si la detecta, en cambio la desorganizada es cuando no hay reacción de las instituciones de gobierno, y es la más dañina, y esa fue la que legó Felipe Calderón a Enrique Peña Nieto.

 

“No hay sistemas de control de la corrupción por más que el Presidente la desea controlar no puede, porque no le quedan instituciones en pie, entonces el ciudadano de a pie siente con más agudeza la corrupción descontrolada pirañesca que vive México que aumentó desde el 2003, 2004, 2005 (durante los años del sexenio de Vicente Fox)”, explica en entrevista con SinEmbargo.

 

“Hay un problema de corrupción desorganizada de Estado que alimenta a la delincuencia organizada. Todos esos pedazos de Estado que terminan quedando bajo el control de gobernadores feudalizados, a través de empresarios locales o a través de la misma organización de Sinaloa, de Joaquín “el Chapo” Guzmán, esa caricatura que le quieren dar a la delincuencia organizada en México, cuando esos diferentes pedazos de Estado quedan ahí. Lo que sucede es que el Estado termina siendo fagocitado, las policías municipales le responden a un grupo criminal, la policía estatal del mismo lugar le responde a otro grupo criminal y ambas policías se comienzan a tirotear entre ellas”.

 

Una situación así lleva a la autodestrucción del Estado, alerta Buscaglia.

 

“No sólo la mano izquierda no sabe lo que está haciendo la derecha sino que además la mano izquierda le pega a la derecha y ésta a la izquierda y eso es lo que está sufriendo el Estado mexicano. El Presidente Peña Nieto está tratando de organizar esa corrupción. Claro, él está pensando del pasado, de una corrupción pirañesca desorganizada que le dejó Calderón a una organizada al viejo estilo o nuevo estilo PRI. Ambas son situaciones dañinas”.

 

Una salida para organizar esa corrupción es crear instituciones para controlarla, con acciones como las que incluye en su nueva obra, dice. Lamenta que en México el castigo a la corrupción sólo recaiga en enemigos políticos.

 

“En países con vacío de Estado no reaccionan. El Estado castiga políticamente a algunos corruptos porque son enemigos políticos del gobierno de turno pero no entra a un programa integral masivo y generalizado de prevención a la corrupción que es lo que falta en México. Sin eso no podes lograr contener a estos grupos criminales de Estado o de fuera del Estado”, afirma el presidente del Instituto de Acción Ciudadana en México.

 

Un ejemplo de vacío de Estado o de Poder es Michoacán, con presencia de cárteles del narcotráfico y grupos paramilitares y en donde, afirma, algunos municipios ya son grupos criminales per se y cuyas autoridades son las que organizan secuestros o extorsiones.

 

En su obra, Buscaglia afirma que para revertir la situación es necesario que haya presión de parte de organismos internacionales, pero estos no se han movilizado porque México aún es atractivo para invertir, aunque también ya destaca en uso de flujos ilícitos.

 

Otra condición indispensable requiere que la sociedad civil se movilice y organice para enarbolar causas y que deje de ser cooptada por los gobiernos.

 

Asimismo, es necesario que la élite empresarial abandone la burbuja en la que vive, y sea consciente que de seguir la situación así, ellos también serán víctimas del vacío de poder en México y la violencia puede alcanzarlos.

 

También es necesario el combate a la corrupción y dar el ejemplo de arriba hacia abajo. Buscaglia considera que mucho ayudaría que el propio Presidente Enrique Peña Nieto ejemplificara aclarando de dónde surgió su patrimonio.

 

Explica que aunque se contraten agencias de imagen pública para decir que en México los homicidios ya bajaron, algo basado en estadísticas chatarra, los delitos predatorios, de violencia y contra el patrimonio como el secuestro y la extorsión, van al alza.

 

Conocedor de la situación de inseguridad humana que vive México, no pierde su capacidad de sorpresa, como cuando se le dice que el gobernador de Michoacán dijo que los muertos de Apatzingán del pasado fin de semana y las quemas de subestaciones eléctricas fueron actos vandálicos.

 

“¿Actos vandálicos? Esa es la política mediática de las firmas que han asesorado a (Bill) Clinton y a (Tony) Blair. No, eso es delincuencia organizada en su esencia más pura. Delincuencia organizada de Estado y delincuencia organizada extra estatal que se está viviendo en Michoacán y en muchos estados del país”.

  

COMO AFGANISTÁN Y SOMALIA

 

El vacío de Estado es de tal tamaño, que México pertenece a un grupo con esas características, que se cuentan con los dedos de las dos manos, y entre quienes están Afganistán, Somalia, Siria, o en Centroamérica El Salvador, expone Buscaglia.

 

Dice que el vacío de Estado es peor que tener un problema de deficiente Estado de derecho. México tiene “agujeros negros” donde no hay autoridad.

 

“No es que sea defectuosa, ese es un problema que tienen muchos países, sino que además de ser defectuosa no existe en términos prácticos. Es lo que aborda este libro y lo que hace al final es detallar 25 acciones que si el Presidente Peña Nieto no toma de manera inmediata, estos vacíos se van a seguir agrandando con las consecuencias de violencia, corrupción política, inestabilidad política como en Michoacán. Por más que la cortina de humo mediática sea sofisticada y financiada a través de millones de dólares y a través de firmas privadas de imagen que contratan, por más que eso suceda la realidad se los va a llevar por delante tarde o temprano y van a tener que cambiar el speech (discurso), del ‘no pasa nada’ a reconocer que el país se está derrumbado nuevamente.

 

Las 25 medidas ropuestas están basadas en experiencias internacionales y en la obra el autor explica por qué deben tomarse y de no hacerlo no se avanzará en el fortalecimento de la seguridad integral, dice.

 

“No solamente es la seguridad de que no te violen o te roben la billetera, es la seguridad de que cuando tu tengas un hijo, tenga oportunidades de vida y no esté todo el tiempo deambulando en las calles por falta de oportunidades, de estudio, deportivas, artísticas. La seguridad humana es el hecho de que tu hijo o tú mismo tengas acceso a hospitales sin que tengas que pagar sobornos para entrar, el derecho que no sufras la decadencia ambiental que sufrió la población de Cherán (Michoacán), es un sentido de seguridad amplia en el cual los países más avanzados con los que México comparte e la OCDE han adoptado y México sigue a la retaguardia, rezagado en la implementación de ese tipo de medidas en la seguridad humana. Este libro argumenta que a medida que no tengas estas acciones que fortalecen la seguridad en un sentido integral, la delincuencia organizada va a seguir encontrando en México un parque de diversiones, una pachanga patrimonial y esto va a ser un paraíso de la corrupción y violencia en sus diferentes vertientes, violencia no sólo como homicidios porque estos te bajan cuando la delincuencia se organiza mejor, sino además violencia en un sentido de más secuestros, más extorsiones que México está viendo hoy.

 

“El Presidente se jacta de haber reducido los homicidios, cosa que no es verdad todavía porque está usando estadísticas chatarra, pero aún si uno le brindase al presidente el beneficio de la duda en los indicadores de homicidio, aun así tú ves que la administración está viviendo un periodo en donde los secuestros y las extorsiones aumentan, eso ya lo reconocen hasta las revistas de este capitalismo de cuates como The Economist y otras que han sido bastante pacientes con México. En la medida en que las extorsiones secuestros y trata de personas y migrantes aumentan, todas son formas de violencia extrema”.

 

Usted además llama a estos delitos predatorios, porque menciona en el libro que el delito de venta y compra de estupefacientes se realiza en su mayoría entre adultos, pero que roben una niña o adolescente para una red, o que los migrantes sean extorsionados, esos son delitos predatorios.

 

Son delitos que destruyen más, todos los delitos por definición deben destruir algo para ser clasificados como delitos, son un mal público para que se clasifiquen como delito en el código penal, pero los delitos predatorios son los más dañinos en la sociedad y en ese sentido la delincuencia organizada tiene todo un conjunto de 23 delitos predatorios que mencionamos acá en el libro y en la obra. Lo que decimos es si quieres bajarlos en un sentido integral, no sólo concentrarte en el show.

 

De 24 delitos predatorios que menciona en su libro sólo uno no se presenta en México, el de trafico de residuos radioactivos…

 

En la medida que no tengas estas medidas implementadas estos delitos te van a aumentar, por más que los homicidios te disminuyan terminas teniendo una sociedad azotada por diferentes tipos de violencia que además no se mide. Un flaco favor le hace a este país la administración de Peña Nieto si entra con una cortina de humo mediática contratando firmas de imagen para que compren a periodistas mexicanos con el objetivo de no revelar lo que está pasando y que tengamos que depender de las voces valiosas como ustedes y demás, porque la mujer y el hombre mexicano no saben lo que está pasando. Los que se supone que estemos proponiendo soluciones no van a lograr proponerlas en un ambiente de autoritarismo mediático disfrazado de democracia. En ese sentido entiendo que el Presidente quiera tener buena imagen, todos la queremos tener, tiene que estar sustentada en una esencia verdadera, tiene que existir menos violencia en un sentido integral, menos extorsiones, menos secuestros, menos homicidios, menos trata de personas, menos tráfico de personas, menos tráfico de órganos y todos los delitos contra la propiedad privada que son además violentos. Ahí tienes piratería y otros, debes tener una visión amplia de lo que representa la violencia y las 25 medidas que defino en esta obra en el último capítulo han demostrado a lo largo y ancho del planeta contener esta violencia, la disminuyen en algunos casos cuando se implementan al mismo tiempo. Pero para eso tiene que haber un acuerdo político en serio.

 

Dice usted que el Pacto por México no es suficiente…

 

Un pacto a oscuras entre amigos de diferentes partidos que van a recibir distintos beneficios patrimoniales por firmar el pacto y no es suficiente para poder. Tienes que entrar a temas difíciles.

 

–¿Uno de ellos es la corrupción?

 

Uno de ellos es la corrupción política y el Presidente tendría que dar el ejemplo, no tiene que haber un fiscal que lo obligue decirnos de dónde realmente surgieron sus patrimonios, sus múltiples casas, de dónde salieron no sólo decir tengo nueve casas, en cuánto están valuadas, quién se las donó, hay mucha donación. Es un gesto simbólico, el presidente (Alvaro) Uribe (de Colombia) lo hizo, los presidentes de izquierda italianos lo hacen, lo hicieron en la década de los noventa, acá no hay ideología. El presidente tiene que dar el ejemplo de arriba hacia abajo, es cuando realmente se ve que alguien está tomando en serio el gobierno y hasta ahora lo que estoy viendo es mucho show de naranjos y manzanos, mucho show de tener más consultoras de imagen que tratan de engañar al pueblo, pero no veo hasta ahora realmente una implementación de políticas concretas que te bajen los 22 tipos de violencia que azotan a México desde hace mucho tiempo. En promedio siguen aumentando.

 

CONSULTORES, ENTRE NARANJOS Y MANZANOS
 

–Sobre los consultores que tienen que ver con este nuevo sistema el oral que ellos recomiendan, ¿cómo ve esto?

 

Son consultores que están haciendo mucho dinero, esas consultorías les van a ayudar. Los consultores mexicanos que se dedican a la oralidad ganan mucho dinero dando cursitos o seminarios, en realidad la oralidad procesal es una condición necesaria entre otras más de 30 medidas que tiene que tomar el Poder Judicial que las menciono acá.

 

–¿Es parte del show?

 

Claro, pero lo establezco como para que el sistema judicial mejore en su desempeño. Fíjate que Nigeria, un país con violencia y descontrol muy fuerte tiene su sistema oral. La oralidad no es una panacea. Hay países africanos con sistemas orales que se están cayendo a pedazos, entonces no hay que tratar de caricaturizar. Las políticas tienen que ser integrales, tiene que haber una orquesta sinfónica de medidas que se implementen más o menos al mismo tiempo a través de los poderes Judicial, Ejecutivo y Legislativo, y esas medidas son dolorosas. Los políticos tienen que darse cuenta que se acabó la barra libre porque si no se termina la barra libre van a ser asesinados, encarcelados y esa convicción del político que antes robaba y ahora se da cuenta que si no aplica medidas de autocontrol parece ciencia ficción, pero sucede en algunos países. Se tienen que dar tres condiciones para que se implementen estas 25 medidas.

 

–¿Cuáles?

 

Una es una presión internacional muy fuerte de organismos internacionales que hoy forman parte del problema y no de la solución.

 

–¿A qué se refiere?

 

A que oficinas como la que es contra las Drogas y el Delito viven del presupuesto federal, viven del beneplácito de los gobiernos de turno, entonces no están dispuestas a presionar para que se apliquen medidas duras que puedan atentar contra los mismos intereses patrimoniales de los políticos que financian su oficina, en el caso de la oficina de UNOCD, es un ejemplo. La ONU tiene una excelente oficina en México que es la del Alto Comisionado en derechos humanos pero en realidad muchas oficinas están cooptadas por el presupuesto federal. No hay presión internacional por un lado desde los organismos y tampoco hay presión internacional bilateral desde Alemania, Estados Unidos o Canadá. ¿Por qué? No es la misma que se la aplicaba a Colombia en la década del noventa cuando Estados Unidos declaraba al presidente Ernesto Samper persona non grata o cuando veías que había mucha presión internacional para que cambiaran las reglas. Es la primera condición y no la vemos en México, porque la mexicana es una gran economía, de las primeras 15 en el mundo que atrae a toda clase de capitales.

 

–¿Sigue siendo atractivo México?

 

Sigue disminuyendo su importancia, la importancia relativa de México disminuye y sigue disminuyendo, pero dentro de esa decadencia sigue atrayendo capitales a través de inversión directa o especulativa a México que financia flujos en sectores económicos políticamente protegidos, disfrazados de economía de mercado como por ejemplo sector energético, el bancario, el minero, que son políticamente protegidos, vienen firmas canadienses, españolas, alemanas, se les promete trato preferencial a esas firmas. También financian campañas políticas en sus países, y bloquean la presión internacional hacia México porque dicen ‘a nosotros nos está yendo muy bien en México’, están viendo hoy, no para mañana porque si el proceso de violencia que ves en Michoacán, que veías en Ciudad Juárez, se multiplica esas multinacionales también pierden, es muy miope esa actitud. Pero esa presión internacional no se produce como ocurrió en Colombia, Italia e Indonesia para que se implementen estas 25 medidas que yo digo en esta obra. Esa presión no se produce porque hay un conflicto de interés de las grandes corporaciones multinacionales que llegan a México bajo pactos de protección política en sectores de mercado políticamente protegidos. Ahí tienes un problema de que el factor de presión internacional que debería existir para que México ponga su casa en orden respete derechos humanos de extranjeros, pero principalmente de mexicanos. La segunda condición que yo siempre trato de resaltar es la de un movimiento de sociedad civil enorme.

 

–¿Dice usted que en México la sociedad civil sí marcha pero debe organizarse para enfocarse a causas?

 

Más que marchas tú ves el ejemplo de “Libera” en Italia, tienes más de mil 500 organizaciones coordinadas para monitorear al Estado italiano para actuar coordinadamente cuando se viola en una causa penal los derechos de una niña, cuando personas víctimas de trata de personas nigerianas se les violan los derechos. Hay una actitud operativa en la sociedad civil y no es capturada por el gobierno de turno. Lejos de ser perfecta la sociedad italiana se moviliza no sólo en marchas sino para monitorear diaria y operativamente a su Estado a través de sus diferentes niveles, eso acá no ocurre. La sociedad civil mexicana todavía está muy subdesarrollada por corrupción, se les compra directamente por el gobierno de turno que les asigna fondos a dedo, está muy bien que le asigne fondos a la sociedad civil para que haga su chamba, pero no a dedo.

 

LAS ÉLITES Y SUS CLOACAS

 

–¿Discrecionalmente?

 

Así es, eso es corrupción, la sociedad civil está comprada, fragmentada o amenazada en muchos casos, como redes de periodistas amenazados con miembros asesinados, lo que impide que esta segunda condición de presión permita la implementación de estas 25 medidas. La tercera es que la élite propiamente está pasándola muy bien. Los veo muy bien en Europa comprándose palacios, centros comerciales, haciendo alianzas estratégicas con firmas europeas, no sienten, están en una burbuja mandando a sus embajadores, básicamente los embajadores mexicanos más que nada son representantes de empresas privadas, muchos de ellos, no todos, van al exterior a decir que las cosas van muy bien, que la inversión sigue fluyendo. La élite no ha sufrido todavía las consecuencias de sus propias cloacas y por lo tanto la cloaca política de la corrupción todavía no ha generado estos grupos criminales como en Colombia, Indonesia e Italia que comienza a asesinarlos a ellos mismos. Estamos viendo a nivel local y estatal en algunos casos, políticos de Sinaloa (se refiere al cártel) asesinados por “Zetas”, políticos de estos asesinados por Sinaloa, pero en la cúspide del poder político todavía no vemos eso y no queremos verlo. Uno no quiere ver muertes pero esa es una tercera condición que nos guste o no, siempre hace también que estas 25 medidas dolorosas para la elite se comiencen a implementar.

 

Porque ellos sí pueden presionar al Estado.

 

Claro, claro ellos sí especialmente la élite política empresarial la que está en la telebancada, en el Senado, toda esa élite tiene que sentir su familia, sus patrimonios, ellos mismos, pueden ser víctima de un coche bomba. Esperemos que no suceda pero es un factor que en otros países dio lugar a que se pusieran las pilas y comenzaran a tomar medidas que les duele en el corto plazo pero los beneficia en el largo plazo.

 

–Menciona un dato de que sólo estamos por detrás de Rusia en flujos ilícitos. ¿Cómo es esto?

 

Hay un estudio que hizo una organización que se llama Financial Integrity Report, ahí verá cómo este estudio que han hecho, es una organización formada por profesionales de todas las naciones, vienen a México y van estimando los flujos patrimoniales que derivan de ilícitos, ahí está todo, no sólo drogas, contrabando.

 

–¿Las élites empresariales se benefician de eso?

 

Claro que sí. Porque no todo es droga, o trata de personas, hay mucha piratería, contrabando, hay mucha ilegalidad ligada a estos flujos patrimoniales donde ves que la delincuencia organizada interactúa con empresas legalmente constituidas y eso no se está atacando en México tampoco.

 

De eso habla en su libro, de que es necesario atacar el patrimonio de la delincuencia organizada, porque se detiene a la gente, se les quita el dinero que llevan pero ignoramos quien lava el dinero de sus actividades ilícitas.

 

Sí, sí, el Presidente habló mucho al comienzo antes de ganar la elección de implementar un programa anticorrupción con dientes, no vimos una sola acción todavía en ese sentido.

 

Leí en su libro que la comisión anticorrupción propuesta por el Presidente Peña Nieto no le gustó.

 

No, es que simplemente no ha tomado medidas, no ves ningún aparato institucional que haya comenzado a tomar acciones preventivas para disminuir la corrupción. En el área política, administrativa, en el sector privado no vemos una política integrada anticorrupción ni sobre papel ni implementándose. Vemos espasmódicas acusaciones contra enemigas, enemigos del gobierno de turno, cosa que también hace Vladimir Putin en Rusia, acusaciones penales contra Elba Esther Gordillo, pero no vemos un programa de combate integral a la corrupción en todos los niveles del Estado, ni siquiera sobre papel y es un problema grave. No podemos simplemente combatir la delincuencia organizada como argumentamos en esta obra a través de militares y de represión.

 

–¿El enfoque de Felipe Calderón?

 

Claro. Tienes que atacarlo a través del desmantelamiento masivo de sus bases patrimoniales en el sector público y privado. Alguien me tiene que explicar todavía de dónde salió el aumento exponencial de la deuda pública de Moreira en Coahuila o por qué aumentó la deuda pública a niveles exorbitantes en Chiapas. No veo todavía mecanismos preventivos que ayuden al sector público a prevenir y a combatir el delito patrimonial y dado que toda empresa criminal, ya sea de Estado o externa al Estado compra deuda pública, se meten a financiar obra pública, los ves metidos en licitaciones. No veo que haya ningún tipo de aparato preventivo que prevenga eso. Está el Auditor Superior de la Federación que normalmente después de que ocurrió algo da un relato histórico de lo que sucedió, pero no es un mecanismo que lo prevenga y es un tema que me preocupa mucho.

 

–En el libro habla varias veces de los medios de comunicación y en especial de las televisoras, ¿las ve muy poderosas?

 

Estas dos televisoras poderosas quizá con la mejor de las intenciones cercenan la capacidad de México de transformarse en una democracia. Son instrumentos del sector privado en el autoritarismo vigente. México es un país donde las élites simulan mejor que cualquier otra élite en el mundo, el maquillaje mediático de México con la cual mantuvo un autoritarismo blando desde los años cuarenta, sigue imperando esa mentalidad y por lo tanto estas televisoras se terminan transformando por acción u omisión en instrumentos del autoritarismo vigente y cercenan el desarrollo de la democracia y no permiten que el ciudadano tenga acceso a información contrastante donde podemos o no estar de acuerdo con mis opiniones, pero lo cierto es que no hay este tipo de situación. Veo con tristeza que México, un país que posee más recursos que cualquier otro país latinoamericano y recursos humanos de primer nivel succiona esos recursos humanos, doctores de universidades americanas y europeas los succionan en un sistema que trata de mantener las reglas actuales aunque estén agonizantes, desea mantener el sistema actual político empresarial que ha llevado a este país a la postración. Contratar firmas de imagen europeo o norteamericanas para proyectar imagen esquizofrénica de México que no tropiece con la realidad no va a cambiarle el futuro a este país. Al presidente Peña Nieto se lo va a llevar por delante la realidad.