sábado, 28 de marzo de 2009

El circo de los tamagotchi*


PRECEDENTE

1.- El 3 de septiembre de 1999 se anunció el nacimiento de una corriente político-sindical denominada “Poder de Base”, entre cuyos promotores figuraban Juan Manuel Macedo, Matías Fajardo, Rogelio Sosa, David Correa, René Patiño, José Luis Chávez, María Dolores Romero, María Guadalupe Juárez, Delfino Paredes y J. Guadalupe Bermúdez.

Acusaban a Juan Pérez Medina –entonces Secretario General- de violentar el proyecto democrático original y de marginar de la CNTE a la Sección XVIII. Además lo inculpaban de ser sectario, dogmático, represor y de pretender darle uso partidario (PRD) a los recursos del sindicato.

El 5 de septiembre La Voz de Michoacán daba noticia del hecho, anticipando el posible derrocamiento de Juan Pérez para recuperar el original proyecto democrático, el cual había sido abandonado sustancialmente.

2.- El 27 de mayo de 2008 los diarios Milenio y La Crónica dieron a conocer las declaraciones de Ángel Fischer en el sentido de que los agremiados al grupo Poder de Base eran víctimas de presiones y amenazas. La misma nota se publicó en la página de Internet de Noticieros Televisa.

El 21 de junio de 2008, La Jornada de Michoacán publicaba una noticia con el encabezado siguiente: “Raúl Morón y Heriberto Lugo reviven al grupo magisterial Poder de Base”. La nota periodística informaba que los integrantes de la corriente mencionada eran “arropados por la Alianza de la Unidad Democrática (AUD) y el Frente Amplio de Izquierda Social (FAIS)”.

Descubiertos en su servidumbre corporativa al PRD, “… el maestro Juan Manuel Villalpando, miembro de la organización Poder de Base, señaló que sin intereses políticos la AUD y el FAIS decidieron unirse a la marcha para también manifestar sus demandas”, lo que resultaba un insulto a la inteligencia de los lectores y, en particular, del magisterio democrático.

Pretendiendo confundir, pregonaron ser los auténticos afiliados a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) mediante un truco infantil y burdo: sustituir el membrete “Poder de Base” por “Movimiento de Bases”, nombre que además de deslindarlos de aquél que desconocía a Juan Pérez en 1999, los acicalaba para embrollarse con los ya existentes al interior de la Coordinadora.

Estos sujetos impersonales de existencia sometida, han inventado sus propias mentiras y ahora se encuentran viviendo de ellas.


PRESENTE

3.- En una década han aflorado dos corrientes con idéntica minuta: socavar las bases de las huestes insurgentes del magisterio. Las mismas personas están involucradas en su labor de zapa, prostituyendo su dignidad vendiéndola al gobernante postor. Reptan y obedecen riendas.

Los recursos utilizados por los líderes hipotéticos Raúl Morón y Juan Pérez, corresponden a sus deseos de mantener la pitanza fácil que se oferta en las plurinominales partidarias. Dolientes de muchas limitaciones, no les queda más que arrastrar a quienes tienen la disposición para ajustar sus actos y acoplar sus ideas a los designios torcidos que les serán señalados.

Y les siguen las comparsas. Una masa informe que no puede negar su notoria incapacidad para dilucidar los sucesos, conformándose con ser los glosadores de una tribu perredista mañosa y corrupta.

4.- Leonel Godoy, bajo el disfraz de la izquierda, navega con esa leva de retrazados cuya más alta virtud es el servilismo. Y golpea al magisterio con trámites circulares para dilatar soluciones prontas a los conflictos que ventea.

Ahora ha decidido financiar un circo con sus tamagotchi. Se concentrarán sus críos para montar un remedo de congreso y, en el extravío de sus disimulos, estos deleznables traidores otorgarán patente de utilería a los esquiroles que buscarán allegarse al presupuesto educativo para saquearlo al estilo de viejos esquemas. Que no olvide Leonel Godoy que quien se equivoca para atrás, sucumbe repudiado por el pueblo

5.- Nosotros no estamos hechos para la mansedumbre doméstica. Por eso enfatizamos que no aceptaremos la metamorfosis de la izquierda hacia una burguesía corrupta y degradada que pretexta y justifica sus actos de pillaje. Jamás perderemos nuestra capacidad de protesta.

Mientras tanto, estamos ciertos que el circo de los tamagotchi no será más que la convivencia de la frustración y la cobardía, en el que se hundirán en el rito urgente de la indignidad y del engaño colectivo.

*Tamagotchi. Pequeñas mascotas virtuales que surgieron en 1997 y se usaban como llaveros.

jueves, 26 de marzo de 2009

"La gordillo" pacta el miserable aumento


SNTE pacta aumento de 4.9% a salarios y 1.5 a prestacionesAdicionalmente se obtuvo una bolsa de 950 millones de pesos para vivienda, fomento a la carrera magisterial y tecnología educativa, señaló la lideresa del sindicato Elba Esther Gordillo.
Karina Avilés
Publicado: 26/03/2009 11:20
México, DF. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) concluyó sus negociaciones con el gobierno federal al acordar un 4.9 por ciento de incremento al salario y 1.5 por ciento en prestaciones, así como un 0.4 de aumento en el fortalecimiento de sus ingresos para los trabajadores de la educación básica.
Al concluir en la Secretaría de Gobernación (SG) el proceso de cabildeo, la lideresa del sindicato, Elba Esther Gordillo, manifestó que ese incrementó fue aprobado por unanimidad por el Consejo Nacional del Sindicato y reconoció la respuesta de la administración de Felipe Calderón al señalar “que hay una demostración de su parte para que realmente las condiciones de vida de los trabajadores de la educación mejoren”.
Así, los afiliados al sindicato obtuvieron 950 millones de pesos para los rubros de carrera magisterial, vivienda y tecnología educativa. Además de un bono para los trabajadores de telesecundaria y los trabajadores no docentes de la capital del país.
En este entorno de crisis económica mundial, añadió Elba Esther Gordillo, “la realidad es complicada para los trabajadores. Quisiéramos más pero no sólo es querer ya que también está la realidad financiera.
“Y en ese marco, la respuesta ha sido satisfactoria y aceptada por el Consejo Nacional en plural”, expresó al salir de la entrevista con el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y la titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Josefina Vázquez Mota.
El personal de apoyo obtuvo un 4.25 por ciento de incremento salarial, 1.5 en prestaciones y un punto en fortalecimiento al salario. Mientras que para los trabajadores homologados se destinó un aumento de 4.25 al salario y 2.5 por ciento en prestaciones.
(Últimas noticias. 26 mar. 09 La Jornada on line. 11:20 hs.)

miércoles, 25 de marzo de 2009

El ser del mexicano III (Último)


Todos tenemos el derecho legítimo de poseer algo, el derecho a satisfacer esa necesidad que nos causa escozor ante la incertidumbre del futuro que se nos abre a cada instante. Sabernos dueños de un bien que mitigue nuestra hambre, nuestra esperanza, nuestra aspiración de salir a flote en esta sociedad tan competida.

Pero tener y codiciar son dos niveles. El primero implica la posesión elemental para la existencia digna y decorosa. La codicia, en cambio, entraña el dominio para alcanzar el lucro. Aquél consolida nuestra identidad humana. Esta, nos esclaviza y convierte en objetos.

Otro de los niveles negativos de poseer es el acumular. En ella subyace la sensación de superioridad, de poseer una fuerza para la conquista y el dominio. Un neurótico afán de adueñarse de todo para su consumo exclusivo.

Cuando los servidores públicos se valen de recursos leguleyos para aumentarse los ingresos de manera desproporcionada, denotan estar poseídos de la codicia y toman distancia de la sociedad a la que sirven. Se aglutinan como casta privilegiada, ajena a un pueblo que se asfixia en los embates de la crisis.

Y son precisamente las retribuciones y gastos del personal público lo que nos mantienen en un estado de inconformidad. Sus sueldos, dietas, honorarios y otras prestaciones son excesivamente onerosas a tal grado que se han constituido en una casta privilegiada que contrasta con la pobreza de sus gobernados.

La degradación de la política no nos hace vislumbrar un horizonte promisorio en el proceso electoral que se avecina. Ya los políticos han perdido toda prestancia institucional y principio de autoridad por la rapacidad que exhiben sin ningún recato.

Más que pretexto, resulta ser una corriente engañifa cuando por justificarse dicen que es necesario elevar sus ingresos, porque los bajos sueldos abren caminos a la corrupción. ¡Qué estupidez!

Ahora se han sacado de la manga un nuevo ingreso: el BONO DE FATIGA. Porque para eso les sobra la imaginación. BONO DE FATIGA. BONO DE CANSANCIO. Ya empezó Tabasco. Ya le siguió Sinaloa. Se han adjudicado montos que oscilan entre los 70 y 100 mil pesos mensuales para curarse de su anemia cerebral.

Hace dos años que la Cámara de Diputados se ha negado a discutir y aprobar la reforma que terminaría con excesos y dispendios de los servidores públicos. Dos años de indiferencia al dictado de Morelos que en su artículo 12 de Los Sentimientos de la Nación establece: “Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto”.

Si Morelos viviera, ya los políticos de la derecha lo hubieran declarado “un peligro para México”.

sábado, 21 de marzo de 2009

Argucias contra Gloria y Jacobo


(Columna "Los de abajo", de Gloria Muñoz Ramírez. la Jornada. 21 de marzo de 2009)
Gloria Arenas Agis y Jacobo Silva Nogales, pareja de ex guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), fueron encarcelados hace nueve años y cinco meses por delitos que no cometieron. El pasado 11 de marzo les fue concedido un amparo, liso y llano, por la causa penal radicada en Guerrero, con el que obtendrían por fin su liberad. No fue así; las argucias jurídicas del Estado los harán enfrentar otro proceso penal por asociación delictuosa, con sentencia de cinco años en Toluca, estado de México.

Por ahora sólo quiero decir que Jacobo y yo estábamos conscientes de que iba a surgir un nuevo impedimento jurídico para nuestra libertad y estamos listos para lo que venga. Vivimos en un país donde las leyes se aplican de acuerdo con los intereses de los poderosos. Es por eso que tenemos que seguir luchando para exigir nuestra libertad y la de todas y todos los presos políticos, escribió Gloria Arenas desde su celda en el penal de Chiconautla.

Las vidas de Gloria y Jacobo, ex alias Aurora y Antonio, no son las de cualquiera. Pertenecen a una generación de luchadores que lo han dejado todo por defender sus pensamientos revolucionarios. Se puede estar de acuerdo o no con el camino que eligieron, pero no son terroristas, asesinos, narcotraficantes, secuestradores o rateros. Al momento de su detención pertenecían a las filas del ERPI, escisión del Ejército Popular Revolucionario (EPR). Su encarcelamiento los saca de la clandestinidad, rompen vínculos con el grupo guerrillero y recuperan sus nombres originales. Pasan así, desde la cárcel, a la lucha pacífica y abierta. En 2005 se integran a la iniciativa política zapatista denominada la otra campaña.
Gloria y Jacobo son pareja desde 1986 y tienen una hija. Ninguno de los tres ha vuelto a verse desde su detención, en octubre de 1999. Elizabeth Silva Nogales, hermana de Jacobo y una de las más fervientes activistas que luchan por la libertad de la pareja, afirma que durante casi una década a ninguno de los dos los ha visto “tristes ni deprimidos, y se estaban preparando mentalmente para un revés jurídico que les impidiera la excarcelación…”

Al conocerse los rumores de que podrían ser dejados en libertad y de inmediato ser detenidos otra vez, diversas organizaciones sociales y de derechos humanos se trasladaron al penal de alta seguridad del Altiplano, donde se encuentra Jacobo, y al de Chiconaulta, en el que permanece Gloria. Hoy seguimos injustamente presos, pero vamos a salir. Y desde donde estemos, fuera o dentro de estas prisiones que nos separan, seguiremos intentando construir un mundo distinto y mejor, afirma Gloria, a nombre de los dos, en un mensaje de agradecimiento por la solidaridad.

losylasdeabajo@yahoo.com.mx

viernes, 20 de marzo de 2009

El ser del mexicano III


Pues bien, en el antecedente dejé en el escritorio los tres factores que caracterizan al mexicano del siglo XXI. Estos son el factor indígena, el factor hispano-cristiano y el factor anglosajón.

Los estudios relativos a nuestra personalidad, nos señalan que hemos mantenido a través de los siglos una actitud fatalista, dependiente y resignada. Apegándonos a una cosmovisión dominante, construimos con mucha facilidad ídolos de barro que posteriormente se nos derrumban. Y lo constatamos con personajes que se nos imponen a través de los medios, principalmente la televisión, para subirlos a cimas de enaltecimiento donde habremos de quemarles incienso, aunque finalmente terminen tiznados y fragmentados.

A ellos, a esos falsos ídolos, les entregamos confiados nuestra esperanza y nos hacen dependientes. Un ejemplo sobresaliente es Vicente Fox, que con su actitud pendenciera y bonachona, abierta y pueblerina, fue convertido en el depositario del desarrollo de la democracia. El resultado, aunque obvio, no está por demás enfatizarlo: ladrón, cínico, hipócrita y baquetón.

Pasemos ahora al factor hispano-cristiano. La religiosidad del factor hispano la vivimos día a día. Tal vez en los medios urbanos no sea tan acentuado como en el medio rural. Desde la conquista quedamos atrapados en devociones de cuño mágico y la providencia es la que nos ampara. Prácticas supersticiosas, promesas y mandas son una mezcla doctrinaria que congela nuestras mentes.

El carácter, pragmático, activo y realista que identifican la personalidad del español, se da sólo en sectores reducidos de nuestra población; sin embargo lo negativo si nos resulta más dominante, que es la hipocresía, la ambición y la religiosidad.

Finalmente el factor anglosajón está de manifiesto en uno de sus rasgos más acentuados: El individualismo, factor al que nos referimos cuando señaláramos que los mexicanos nos sabíamos trabajar en equipo.

Ahora bien. El 29 de enero abordé el tema de los vivos y los tontos. Aseveré en ese momento que los tracaleros, corruptos, aduladores, tramposos abusivos, mentirosos, cínicos, etc. eran los calificados como los vivos. Ellos aprovechaban el momento para hacerse de buena fortuna despojándose de escrúpulos. Los tontos, en cambio, eran los honestos, los íntegros, los que asumen comportamientos correctos y dignos.

Los servidores públicos buscan el “hueso” no para servir a los demás, sino para servirse de los demás. Quieren ser gobernantes, diputados, senadores, secretarios de estado; es decir, quieren ingresar a la casta privilegiada del poder no porque de verdad quieran servir al pueblo, sino por los ingresos que les representa.

Y pierden la vergüenza para asumirse como cínicos. Son los VIVOS que están aprovechando su momento. No conocen el valor de la lealtad, mucho menos de la honradez. Hay una expresión que les queda muy a tono: “Todos los políticos son corruptos hasta que se demuestre lo contrario”.

El factor anglosajón lo tienen muy arraigado. El pensamiento que los domina es el del TENER más que el del SER. Y a esa aberración le llaman con rimbombancia PRAGMATISMO.

Tener o ser será el asunto del que me ocuparé en mi próxima colaboración.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Cabroñol

Cuando se hicieron públicas las conversaciones sostenidas por el gobernador del estado de Puebla, Mario Marín, con el empresario Kamel Nacif y las de éste con el coordinador de la diputación priísta Emilio Gamboa Patrón, Carlos Monsivais acuñó un término para distinguir esa forma de expresarse: El Cabroñol.

A continuación comparto con mis lectores un artículo escrito por Monsivais a propósito del tema. Vale.


Dale pa’tras, papá

Carlos Monsiváis

(Bienvenido al cabroñol)

Esa chingadera no pasa

Como otras conversaciones que alcanzan la fama instantánea (millones de comentarios arman un hemiciclo), la sostenida entre el líder moral y camaral del PRI, Emilio Gamboa Patrón, y el empresario Kamel Nacif dada a conocer en septiembre de 2006, además de su aporte a la teoría y la práctica del escándalo, ejemplifica uno de los niveles verbales de amplios sectores de la burguesía (no sólo allí desde luego, pero allí ostentosamente). En el habla aludida se vierte un proceso de los libros no leídos, de los comerciales contemplados sin tregua, del uso pragmático de la educación ("no pagamos esas colegiaturas para aprender lo innecesario"), de la reducción de vocabulario (a buen entendedor, pocas palabras sobran), y de un "idiolecto" acelerado y compulsivo que podría llamarse el cabroñol. Además de los pormenores del asunto, de las mentiras piadosas del diputado Gamboa que tanto negó conocer a Nacif, de los vínculos entre un empresario y un salvador profesional de la República, y de los negocios insondables de los poderosos, lo que llama la atención es un fenómeno lingüístico, el esplendor del cabroñol. Procedo a repetir el intercambio de todos tan oído:

G: Vamos a sacar la reforma del hipódromo, cabrón, ya no del juego... del hipódromo.

K: ¿Para qué?

G: Para hacer juego allí, cabrón.

K: ¿Cómo?... (Pausa) ¿Bueno?

G: ¿Cómo la ves?

K: No, no la chingues.

G: Entonces lo que tú digas, cabrón, por allí vamos, cabrón.

K: Dale pa'trás, papá.

G: Pos entonces va pa'atrás, esa chingadera no pasa en el Senado.

K: A güevo.

G: OK.

K: Pos a güevo.

G: Te mando mi cariño.

???

Siempre se ha hablado así, y la gazmoñería no tiene el menor caso, pero el tema sobresaliente no es el de los pronunciantes masculinos cuando creen o creían estar a solas (es decir, cuando el espionaje telefónico aún no era parte de la vida de los hombres prominentes), sino el marcado por la estrechez del vocabulario. No es únicamente que "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", sino que en buen número de casos el mundo se arma y desarma desde la limitación expresiva.

¿Cuáles serían las características del cabroñol? Enlisto algunas:

-identifica la conversación como un sistema cerrado donde lo que se comunica es el valor de los estados de ánimo desafiados por unas cuantas palabras.

-niega la utilidad que se les atribuía históricamente a los convencionalismos sociales. Entre las ventajas del poder, en varios niveles, se encuentra la eliminación de las disculpas y las escenificaciones de virtud.

-localiza, y en abundancia, las recompensas psicológicas en el habla "atrabancada", que no se fija en los melindres ajenos. "Si no hablo como me da la gana, no dispongo de mi gana".

-traslada el pragmatismo de la política a la conversación.

Al respecto, un segundo ejemplo, la conversación entre el empresario a su modo célebre Kamel Nacif y el ya famoso gobernador de Puebla, Mario Marín:

-Qiúbole, Kamel.

-Mi gober precioso.

-Mi héroe, chingao.

-No, tú eres el héroe de esta película, papá.

-Pues ya ayer acabé de darle un pinche coscorrón a esta vieja cabrona. Le dije que aquí en Puebla se respeta la ley y no hay impunidad, y quien comete un delito se llama delincuente. Y que no se quiera hacer la víctima, y no quiera estar aprovechando para hacerse publicidad. Ya le mandé un mensaje, a ver cómo nos contesta. Pero es que nos ha estado jode y jode, así que se lleve su coscorrón y que aprendan otros y otras.

-Ya sé, y es que estos cabrones siguen sacando mamadas y mamadas. Pero yo hice una declaración. Fui a la televisión.

-Ah, qué bueno. ¿Allá en México o acá en Puebla?

-Aquí, pero dijeron que la iban a mandar allá. Salió aquí. Y yo en el Milenio le dije, si lo quieres leer, le dije, pus al señor gobernador no le tembló la mano.

-Ni nos tiembla ni nos temblará.

-Pinche bola de ratas. ¿Qué han hecho? Qué asquerosidad es esto, ¿eh?

II

De la muerte de la censura y sus consecuencias

¿En qué momento la sociedad mexicana (póngale mayúscula para ubicar las técnicas de autoconsagración) le perdió el miedo a las Malas Palabras? ¿A qué horas desapareció la reverencia medrosa de pobres y ricos ante el lenguaje lícito, decente, respetuoso? (las negritas vienen de siglos de vigilia verbal en los santos hogares). Siempre existieron padres y madres de familia (tropicales, por lo común), que se divertían con las "voces profanas", que también y por contraste identificaban el habla modosita con la Decencia. Tan aburrida, y no se oponían al aprovisionamiento de carajos desde la infancia, que evidenciaba el andar por la calle, y de Chingadas, que mexicanizaban al más apátrida.

???

En 1950, en El laberinto de la soledad, ese gran tratado mitológico, Octavio Paz describe a La Chingada:

"El poder mágico de la palabra se intensifica por su carácter prohibido. Nadie la dice en público. Solamente un exceso de cólera, una emoción o el entusiasmo delirante justifican su expresión franca. Es una voz que sólo se oye entre hombres, o en las grandes fiestas. Al gritarla, rompemos un velo de pudor, de silencio o de hipocresía. Nos manifestamos tales como somos de verdad. Las malas palabras hierven en nuestro interior, como hierven nuestros sentimientos. Cuando salen, lo hacen brusca, brutalmente, en forma de alarido, de reto, de ofensa. Son proyectiles o cuchillos. Desgarran.

"La palabra chingar, con todas estas múltiples significaciones, define gran parte de nuestra vida y califica nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas."

A esta "sacralización" se oponían los enemigos de las libertades idiomáticas que preferían -idealmente- memorizar vocablos (darle vueltas a la noria del diccionario) antes que recurrir a las expresiones "de cantina, burdel y cabaret", al repertorio del "carretonero" y "las verduleras". Pero la censura negaba la creatividad y el uso fértil del lenguaje y se quedaba las más de las veces en el homenaje a la retórica más inerte.

???

En el fondo del cerco a las palabras-tabú, actúan la sexofobia y el desprecio de clase: "Así hablan los léperos, los pelados, los nacos/ Es de lo más alvaradeño (de Alvarado, Veracruz, una ciudad con fama de Meca de la Grosería)/ El tipo ese, tan elegante que se veía, era una jitomatera". En El perfil del hombre y la cultura en México (1934), el filósofo Samuel Ramos advierte en la expresión: "Tenga muchos güevos", la proclamación del ser del pelado, del que, literal o simbólicamente, no tiene con qué cubrirse. Y el propio Gamboa Patrón al defenderse con éxito póstumo le atribuye sus expresiones al gusto por lo popular. Por lo visto, no hay nada adorador del populismo más intenso que un antipopulista profesional.

A todo esto lo cubre un prejuicio fantasmagórico: las Malas Palabras ofenden porque en su seguimiento la Calle invade la intimidad, y atenta contra el pudor, ese cinturón de castidad más asunto de las familias que de las personas. Apenas hace falta decirlo: la operación entera es de una enorme hipocresía, y proviene de una certificación carcelaria de las mujeres, son los seres del oído protegible, son la inocencia resguardada en el desconocimiento del vocabulario que estruja y -ni modo- sonroja. El "Por favor, hay damas presentes" es el aspaviento que ensalza la fuerza genésica de a los jamás estremecidos por la brusquedad o la violencia de las palabrotas.

???

Los últimos grandes bastiones de la Decencia a la antigua son las comidas y las cenas familiares ("Pero hijo, cómo dices estas cosas, ¿eso te enseñamos? ¡Compórtate!"), y las publicaciones, donde hasta hace poco la prudencia de impresores y directores de periódicos y revistas administraba los eufemismos. Así por ejemplo, con tal de no abusar de los puntos suspensivos que volvían tan remilgoso el "¡Hijos de la...!", se acudió a "¡Hijos de la fregada! ¡Hijos de la tostada! ¿Hijos de su guayaba! ¡Hijos de toda su grandísima! ¡Hijos de su jijurria!", la serie de reemplazos que borró de golpe el fracaso de la censura. En el principio, era la Chingada y, si somos sinceros, no hay Últimas Palabras que superan al "Ya me llevó la Chingada". Así sea.

III

Del uso de la Chingada como Identidad Nacional

Ya en la década de 1970 se transparenta la subversión o como se le diga al nuevo saber: no hay "malas palabras" sino costumbres represivas, tradiciones de la semántica respetable ("se dice glúteos, hijito"), aduanas de voces prohibidas, horror ante la sexualización del habla. Ya en crisis la censura, se normalizan las "palabras perdidas", las damas no se ofenden, los caballeros no se indignan ante la posible ofensa a las damas, y los sacerdotes ya no tosen con prudencia ante los exabruptos y perciben que ya ni siquiera escandaliza que ya no se escandalicen, y... ¡oh, dioses! El buen decir se jodió, y ni quién se acomida y lo lleve a un centro de rehabilitación. La sociedad de masas no tiene tiempo y las Voces Cultas requieren de diccionarios, de memoria, gusto y armazones prosódicos, y por eso se imponen las otras Palabras Altisonantes: "Y te vas a la Chingada en chinga porque si no aquí te chingas, pinche cabrón." Así sea.

En rigor, todo es economía verbal a muy altas velocidades. O, si se quiere, la reducción del vocabulario social y personal. Están de más los demasiados vocablos si lo que se quiere decir es siempre sencillito, el palabrerío como que no, y uno se cansa del, "¿y eso que dijiste qué quiere decir?". Por eso, mejor zas, zas, zas, y los diálogos se enfilan hacia la Chingada o el Carajo o la Mierda, lo que quede más cerca. De pronto, hablar cabroñol no es cuestión de moda sino de rapidez de trato, de la identificación de la intimidad con la repetición de las "leperadas", hablo como quiero y concentro mi querer en unas cuantas palabras y frases. Y, según los hablantes, lo que sale del forro de la licitud es franco, llano, sincero y -lo más importante- respetuoso del interlocutor, al que no se le envía a precisar el sentido de un término, a emprender "pesquisas verbales" ("¿Creerás que ese pendejo me dijo que le encantaban los estípites?"). Adiós sucesivamente al culteranismo, a las pretensiones y a la pérdida de tiempo que trae consigo, por ejemplo, saber lo que es una hierofonía o un almácigo o la homiléctica. Esas sí que son Malas Palabras, cabrón, don't fuck me, como dicen en náhuatl, y pendejo el que me oye, el que no me oye y el que se hace disimulado, güey.

Lo anterior afecta estrictamente a los que renuncian al idioma al que los autorizaría el grado escolar que ostentan, sus recursos económicos y sus logros y aspiraciones sociales, un gobernador por ejemplo, un gran empresario digamos, un coordinador de su bancada en la Cámara de Diputados podría ser.

???

Cada una de las expresiones del habla quick o express o ready made dispone de tantos significados como se necesiten. Así por ejemplo, en el cabroñol inmaculado te vas a la Chingada quiere decir simultáneamente "te largas, perdiste tu inmunidad; te me ausentas pero al grito de ya; tu vigencia ha concluido, nene; tu buena suerte se pandea..." ¿Qué más? Vuelvo a la transcripción:

G (Emilio Gamboa): Papito, ¿dónde andas, cabrón?

K (Kamel Nacif): Pos aquí estoy en el pinche pueblo de los demonios, papá.

G: Pero... ¿dónde andas, mi rey?, porque hablo todo el día bien de ti, pero te pierdes, hijo de la Chingada...

K: Pues ando chingándole, no queda de otra...

Alguien, tal vez un subversivo que no avizora el valor moral del Poder Legislativo, verá en esta trascripción un manejo confuso de las edades mentales, y que los espiados sin saberlo parecen a primer oído dos niños que han visto hasta la saciedad películas de expresiones "toscas" y que, debido a esa afición, no han leído nada. Esa es una posibilidad. Otra es la práctica del habla machista unisex, una novedad de la temporada, donde la puerilidad (obligada) viene de una experiencia ya frecuente: aprender el idioma a través de las imágenes, darle al ejercicio del vocabulario el carácter de anotaciones en voz alta a la hora de la telenovela o del sexo o de los viajes largos en avión o de los telefonazos... ¡Eso es! El teléfono es un convenio donde el lugar de honor le corresponde al manejo de la voz y ya lo otro, así sean los negocios más delincuenciales, corrobora el efecto acústico. Imágenes y sonido eso sí, que a las palabras se las carga el hijo de la Chingada del viento, que todavía sopla.

Se trata de no ir más allá de lo básico, las ideas valen madre, "la filosofía de la vida" (antes tan apreciada a la Hora de la Autenticidad) vale madre, y la política vale madre, si a uno no le toca algo. Y a la madre, tan nulamente tasada en el mercado neoliberal, la reemplaza el neocantinflismo, que nada dice porque tiene la mente adiestrada por el zapping:

E (Emilio): ¿Pero vas bien?
K (Kamel): Mira, mientras estoy bien me va bien.
E: No, no, no, pero estás bien, ¿no?
K: Así es, mi rey.
E: Bueno, cuídate mucho y nos vemos pronto, cabrón.
K: ¿Y cómo estás tú, senador?

E: Uy, a toda madre. Aquí echando una comida aquí con unos senadores, y si te cuento...

¿Qué te cuento? Las frases sin contenido aspiran en el camino a volverse imágenes. Todos nos tuteamos porque eso nos acerca más a la temperatura anímica del videoclip.

???

¿Por qué tal adicción a un vocabulario tan elemental en cualquier sentido? Ya son el chingomadral los que dan por agotado el idioma (estuve a punto de escribir "periclitado" con tal de incomodar) y no admiran la creatividad, el poder de improvisación, el gozo de la personalización del habla. ¿Para qué esforzarse si el significado de las conversaciones se ha trasladado y a toda velocidad, al tono, al énfasis en la dicción: "Ese tonito, ese tonito". Ni hablar, el éxito en los círculos del poder, ya copiado por los círculos de la falta de poder, le apuesta al fluir de sensaciones: ira, odio, amor, preocupación, amenaza. El sentido se fija en el tono, el principio y el fin de la jerarquía auditiva. Y el casette del encuentro Gamboa Patrón-Nacif permite vislumbrar algunas constantes del habla uniclasista de hoy, muy especialmente entre políticos y empresarios, aquí sí y en este caso, la vanguardia del proletariado.

-la cultura popular tuvo su gran momento de inspiración al crear palabras polisémicas (este término, aquí es una provocación). Al usarlas, se recupera el contacto con la esencia de la gente (la que sea).

-las antiguas "groserías" hoy son expresiones que, a la vez, describen una situación, un estado de ánimo y la flojera del que ya sólo confía en la intuición ajena.

-el cine y la vida cotidiana en Estados Unidos habitúa a la desaparición de "las groserías". Si todo es Fuck you la "grosería deja de serlo", así todavía no la impriman Time y The New York Times.

Epílogo por si hiciera falta

De la conversación entre Kamel Nacif y un periodista, Andrés:

-La semana que entra va a estar preciosa. Lo bueno es que casi nadie lee periódicos.

-No, que chingue su madre. ¿Sabes qué me dijo el gobernador? Que vengan unos pinches periodistas y que les diga que en el estado de Puebla no se van a tolerar las mentiras y las injurias. Tiene huevos, ¿eh? La trae contra los pinches periodistas.

-Pues qué bueno... qué bueno que apoye.

-Ya me entendiste. Estos pinches hijos de su chingada madre con una pluma te despedazan.

-No tuvo madre esa puta vieja -responde Andrés.

-La voy a dejar loca hasta que la señora pida paz. Y que le siga echando.

-Está bien. Usted sabe. Lo que usted me diga.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Jacinta, ¿plagiaria o víctima?

(Publicado el 11 de marzo de 2009. Autor: Ricardo Rocha. Diario: El Universal)

Para llegar a ella hay que rebasar la ciudad de Querétaro y luego tomar una carretera secundaria. Al poco rato se aparece la doble mole de los penales: de un lado del camino los hombres y del otro lado las mujeres. Luego recorre uno a pie una larga, solitaria y estrecha calle que busca al fondo la puerta negra de hierro. De un lado el altísimo muro de hormigón y del otro la alambrada coronada de púas.
Es una cárcel. Aunque los eufemismos le llamen Centro de Readaptación Social, es una prisión, eso lo recuerdan los trámites y registros de rigor y el predominio de las rejas y las puertas giratorias de pesado metal. Salvo los guardias hombres de la entrada voy contando una veintena de custodios mujeres que nos van conduciendo por los laberínticos pasillos interiores. Y no puedes evitarlo, a cada paso hacia adentro vas perdiendo más y más lo que se queda allá afuera. Es una cárcel.
Y ahí están sus habitantes: en el patio y al sol hay unas 10 de las 141 reclusas; una de ellas fortísima, de rostro decidido y mirada fulminante que impondría todavía mas temor de no ser porque vive y reina desde un trono insólito de una silla de ruedas: perdió ambas piernas… ni siquiera me atrevo a preguntar por su historia; sin embargo, me cuentan inevitablemente la de una muchacha muy bella con un niño en brazos a la que agarraron con su marido por venta de drogas. En cambio, al hablar de Jacinta, Martha Yáñez Carbajo, la directora del penal, como que se apena. Recuerda que desde que llegó supo que era inocente, que se trató desde el principio de una acusación infundada, de una historia más que increíble, inadmisible; a ver, quién se puede creer que una mujer indígena otomí —ahora de 46 años— haya secuestrado a seis agentes armados de la PGR-AFI; es no sólo un insulto a la justicia sino a la más elemental inteligencia. Pero nuestra opinión no cuenta —me dice— nosotros nada podemos hacer que no sea tratar de la mejor manera posible a Jacinta y a las otras internas.
En esas estábamos cuando no sé por qué la presiento, la advierto y me la encuentro en un pasillo. Me sorprende con un abrazo tímido pero sincero, como si nos conociéramos desde antes. Luego casi sin preguntarle, me va platicando su historia, igual en su celda que frente a la máquina en el taller de costura donde hace estuches de tela acolchonados. ¿Para qué son? Para las mujeres que guardan pintura. ¿Cómo se llaman? Si, de pinturas que mandan hacer ¿A usted no le gustan? ¿Yo? ¡No! ¡Yo nunca me he pintado! estalla en una carcajada. Luego vendrían los silencios y, apenas asomadas, las lágrimas.
La han condenado a 21 años de prisión, ¿qué significa para usted? Yo ni sé, como que no puedo, pues no puedo creer… no sé que es. ¿Qué han sido estos dos años y medio, casi tres años de prisión? No entiendo, no sé contestar eso, no sé cómo digo. Usted ya está hablando español ahora, pero hace tres años sólo hablaba ñhä-ñhú otomí. Casi siempre habla otomí, pero hay palabras que no entiende bien.
—A ver, ¿qué piensa cuando está aquí a solas?, ¿puede creer lo que le ocurrió, usted entiende por qué la metieron a la cárcel?
—Como que no puedo creer, no puedo creer que cómo qué fue, pos como que no es realidad, como que es este, como que nada más un sueño, como que estoy aquí nada más por un sueño… nada más, porque no puedo creer… ahora me dicen de que sentencia, de que delito, mis compañeras y mi maestra.
—¿Secuestró usted a seis agentes armados de la AFI, de la PGR?
—Pues ellos la que me dicen… ellos la que me están poniendo ese delito, porque yo nunca la hice eso… y ni lo sé que es secuestro ni lo que me estaba acusando… yo no entendí nada.
—¿Qué paso entonces aquel 26 de marzo de 2006?
—Ese pues fue un día domingos… yo en mi trabajo me dedicaba, yo vendía mis aguas frescas en el tiangui… y ese día pues ya cada ocho yo… este, como toca tres veces la campana y ya la última cuando entro yo adentro a la iglesia… entré a misa, cuando salí pues escuché decía la gente que habían llegado unos señores a llevar los discos… entonces yo ni le hice caso, agarré y me senté en mi puesto… entonces ya, otro ratito, estaba yo esperando a mi esposo y no llegaba, llegó una de mis hijas y le dije compáñame a la farmacia porque a mí me da pena que me inyecten… así le dije y me compañó una de mis hijas, cuando ya veníamos de regreso venía un señor, que venía ahí con unas personas… y es que la que escuché que estaban hablando de los discos. —¿Los discos pirata?
—Sí, sí, yo de eso estaba escuchando, pero yo ni… luego salí en el periódico.
—¿Luego se la llevaron a Querétaro unas semanas después?
—No, lo del tiangui fue en marzo, lo de que me fueron a traer fue hasta agosto… pero yo no sabía quién eran, no más que muchos con armas por todos lados.
—¿Le dijeron por qué la detenían?
—Que porque iba a declarar por un árbol tumbado… luego ya en el juzgado me dijo que no’más iba a declarar… y ahí pues estaban hablando y todo… y hacían papeles… y me daban muchos papeles a firmar y yo firmé muchos papeles y ni sabía qué era porque no entendía… luego, ya en la noche, me trajeron a la cárcel y así estoy aquí.
—¿Cómo han sido estos casi tres años?
—Se me hizo bien largo, bien largo… ya de por sí estos años son muchos, ya he perdido tiempo, mucho tiempo para mis hijos, para mi familia, para mi casa.
Santiago Mexquititlán es un pueblo sosegado donde el sol sale tarde y la noche se acuesta temprano. Apenas tres mil habitantes y seis barrios ñhä-ñhú a dos horas eternas de la cárcel de Querétaro. Ahí están la paletería y heladería de la familia que encabeza Guillermo Francisco y la casa común donde en torno al cuadrado de un patio limpio y terroso se ha ido acomodando la familia con hijos y nietos. Luego en la plaza y a la sombra de la cruz de la pequeña iglesia, familiares y testigos me juran y perjuran que todo ocurrió como me lo ha dicho ella: llegaron los seis muy armados y sin uniforme a destruir y a robar; se acobardaron cuando el pueblo empezó a rodearlos; pidieron ayuda; sus jefes se comprometieron a reparar el daño con dinero; dejaron a uno en garantía; regresaron y pagaron. Pero se desquitaron cinco meses después con Jacinta, con Teresa y con Alberta, con quienes también hablé en la cárcel.
Al salir de Santiago me traigo a México muchas voces adentro del pellejo. Pero me desgarra el llanto de Estela, la hija, cuando me enseña los estandartes de las procesiones religiosas a que convocaba Jacinta que siempre andaba visitando enfermos y moribundos. Y cuando me muestra el jardín reseco porque me asegura que las plantas extrañan a su madre. Así que prefiero quedarme con la esperanza de Jacinta cuando me dice que sí, que cree en que Dios y la gente la ayuden para recuperar su libertad.
—¿Me va a invitar algo ahora que salga?
—Claro que sí, unos nopales bien sabrosos y, si alcanza, hasta pollo.

martes, 10 de marzo de 2009

Todos somos Jacinta

Columna: Detrás de la noticia. Autor: Ricardo Rocha. Diario: El universal. Fecha: 10 de marzo de 2009)

Nunca una de mis columnas había suscitado tan intensas respuestas. Evitaré a propósito mencionar los correos electrónicos personales en cualquier sentido. No acostumbro ventilar mis asuntos en los medios que me otorgan espacio y confianza. Así que me ocupo de los textos que atienden al mensaje y no al mensajero.
En primer lugar, los menos, pero los más estruendosos. En ellos, no han faltado voces que apelan a una suerte de hartazgo patriótico y que ven a estas denuncias como un atentado a la nación. Lo mismo que dijeron alguna vez de Aguas Blancas y Acteal. No cambian.
Igual están quienes interpretan este artículo como un ataque deliberado al PAN. Como si fuera una revelación las actividades discriminatorias y represivas de gobernantes de ese partido. El que Querétaro tenga un gobierno panista como el del señor Garrido es un dato, nada más. El que ese gobernador no haya hecho nada en el caso de Jacinta también es un dato, nada más. No hay adjetivos; ni falta que hacen.
Otro argumento para invalidar el caso Jacinta es que en la misma columna no se haga mención a asuntos similares en gobiernos priístas y perredistas. Como si el mal de muchos no sólo fuera consuelo de ya saben quienes, sino también la impunidad justificada del montón. O lo que es lo mismo: los partidos secuestran nuestras indignaciones. O lo que también significa: los estados como cotos de caza donde el que ganó tiene todo el derecho a hacer lo que se le pegue la gana. Los hay.
Pero, la verdad, yo prefiero quedarme con los más. Aunque fueran menos. Porque hay en ellos, en ustedes, palabras luminosas para alumbrar estos asuntos oscuros sobre la injusticia. Frases profundamente conmovedoras que nos dicen otra vez que nuestra capacidad de asombro sigue viva a pesar de los pesares. Y de la crisis. Y de las crisis.
Que todavía podemos estremecernos de saber que no nos es ajeno el dolor humano. Aunque esté preso con una mujer que tal vez no veremos nunca.
Por eso comprometen sus expresiones multiplicadas de “Yo también soy Jacinta” que no se dirigen a mí, sino a una mujer que todavía cree que se hará justicia. Y que representa un caso paradigmático de un México racista y discriminatorio al que la democracia no ha rebasado todavía. Un país en cuyas cárceles hay aún miles de presos políticos y de conciencia. En el que centenares de mexicanos indígenas todavía no entienden por qué están prisioneros.
Debo decir también que he estado recogiendo testimonios diversos y estoy plenamente convencido de la inocencia de Jacinta. También hablé largo con ella. Luego les cuento.

lunes, 9 de marzo de 2009

Olvidan a niños jornaleros


TLAPA DE COMONFORT, Gro.— La casa de María Teresa Gregorio tiene piso de tierra y paredes de carrizo. En su interior no hay más que un camastro y un montículo de ladrillos rotos sobre los que reposa el comal para la cocina. Hace nueve años falleció su esposo y ella debió irse, con sus cuatro hijos, como jornalera a los campos de Sinaloa para no morir de hambre. Allá, sin embargo, la muerte resultó ineludible: una de sus tres niñas, la de ocho años, fue aplastada por un contenedor de tomates mientras hacía la zafra.
María Teresa se vale de una vecina para hacerse entender, pues sólo habla náhuatl. Tiene 48 años, no lee ni escribe, pero cuenta que desde entonces arrastra una deuda de 15 mil pesos. En Campo Conejo, donde sucedieron los hechos, no quisieron indemnizarla. Ella asumió los gastos del entierro. “La señora dice que nomás vive con 25 pesos al día”, traduce Juana Domínguez. “Y eso es bien poco, no le alcanza para nada y debe pedir prestado. La deuda no se acaba: por aquí pide, por acá paga, pero vuelve a pedir y ahí sigue”.
Otro niño de Ayotzinapa, en este municipio donde reside María Teresa, tuvo una muerte similar a la de su hija. David Salgado Aranda, también de ocho años, fue prensado por las ruedas de un tractor mientras trabajaba al lado de sus padres y hermanos en el Campo Santa Lucía, de Agrícola Paredes, en Culiacán, el 6 de enero de 2007.
No son los únicos casos. El Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, ha documentado otros cuatro accidentes fatales desde entonces.
Lo que ocurre en los campos agrícolas de Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Baja California sintetiza la vejación a la que son sometidos los grupos indígenas, dice Margarita Nemecio, coordinadora del Área de Migrantes de Tlachinollan. “Los jornaleros no solamente son inmigrantes, sino indígenas, y con ese estigma son altamente vulnerables en todos los sentidos: por el contexto de pobreza extrema en sus lugares de origen, el alto grado de marginación, el analfabetismo, el hecho de que la mayoría son monolingües, todo eso merma su calidad de vida, sus derechos humanos”.
En Ayotzinapan no hay drenaje. De las aguas negras que escurren hasta el riachuelo beben guajolotes, cerdos y chivos que atestan las calles de polvo como si fueran perros. Unos cuantos poseen casas de material sólido, tras años de ahorrar lo poco que ganan en los campos del norte. De las 360 familias que pueblan esta comunidad, al menos 300 emigran cada noviembre para retornar en el verano. La dieta principal, allí como en el resto de los 19 municipios que integran La Montaña, es a base de cocacola y papas fritas. La desnutrición es severa, dice Nemecio.
Los jornaleros
Tlapa de Comonfort figura entre los municipios mexicanos con peores niveles de desarrollo humano, igual que el resto de la región, en donde la ONU ubicó en 2007 al más pobre de América Latina, Cochoapa el Grande. El Programa de Atención a Jornaleros Agrícolas de ese estado contabilizó en 2006 a 14 mil 21 jornaleros, 46% de ellos menores de 15 años. El Centro Tlachinollan tiene sus estimaciones e indica que por lo menos 20 mil indígenas se emplean en la cosecha de hortalizas.
El ciclo migrante difícilmente se detendrá. El gobierno municipal es incapaz de crear fuentes de empleo, lo que contendría buena parte del fenómeno, reconoce el alcalde Willy Reyes. “La única manera de romper ese círculo es generando empleos allá en sus lugares, pero, la verdad, la cuestión geográfica, orográfica, de los suelos —montañas— no son fértiles. No hay otra manera, técnicamente o de desarrollo, para meterlos a una generación de empleos”.
El Ayuntamiento de Tlapa funciona básicamente con presupuesto federal, 50 millones para obra pública, del ramo 33. La captación mediante el impuesto predial refleja el nivel de pobreza: 25 mil pesos anuales, según datos del alcalde. Los 42 pueblos y 14 anexos que dependen del gobierno local no tienen otra forma de subsistencia que la economía lograda por las familias en los campos agrícolas del norte de México o migrar a Estados Unidos. En seis meses de trabajo sin derecho a descansar un día, vuelven con ahorros magros —4 mil pesos, refieren algunos— para mantenerse hasta el inicio de la siguiente temporada.
Eso ha costado la vida a muchos adultos. Margarita Nemecio, del Centro Tlachinollan, dice que la principal causa de muerte en la población son las enfermedades crónico-degenerativas, por el contacto con pesticidas. Pero la preocupación mayor es el destino de los niños, que no sólo pierden sus derechos primarios de alimentación, salud y educación, sino que sufren daños irreversibles o mueren.
Ismael de los Santos Barrera tenía un año y ocho meses el 7 de febrero, cuando murió aplastado por un camión de ocho toneladas que era maniobrado en el campo El Sol, de Agrícola Reyes, en la sindicatura de Villa Juárez, Navolato. Sus padres, una pareja adolescente de 17 y 16 años, habían sentado en el surco donde ambos recolectaban ejote. El chofer perdió momentáneamente el control y cruzó al sitio donde estaba el menor, dice el reporte del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan.
“El niño no era trabajador”
El mismo documento cita que los padres fueron empleados sin garantía alguna. La familia había llegado en diciembre, proveniente de la comunidad de Santa María Tonaya, en este municipio. Pertenecen al pueblo indígena me’ phaa, a quienes los contratistas califican de “rebeldes”, por reclamar sus derechos.
“Tenemos conocimiento de que las empresas que solían contratarlos, no lo hicieron en esta ocasión, eso fue algo que comentaron algunas trabajadoras sociales de algunos campos que se recorrieron en noviembre de 2008. Los argumentos fueron varios, pero los que más sobresalieron eran con tintes impregnados de discriminación a estos grupos. Fuera porque eran muy rebeldes, si no les cumple la empresa se van del campo, porque protestan mucho, porque se molestan si no contratan a los niños”, señala el informe.
Ismael fue sepultado en Villa Juárez. Sus padres cedieron a la presión de los dueños de la empresa. Hasta hoy la Procuraduría estatal no fincó responsabilidad penal para nadie y tampoco se obligó al pago de indemnización. “Hay una omisión completa de la ley, ya que de acuerdo con la versión del abuelo de Ismael de los Santos, el patrón le dijo que después se arreglaban, ya que el niño no era un trabajador de la empresa”, cita el documento.
Son casos que aturden a las organizaciones de la sociedad civil. Una veintena de ellas emitieron un comunicado de prensa a principios de marzo para exigir un “alto al etnocidio contra la niñez indígena”. “No hay una institución que vele por los derechos de los niños indígenas migrantes, por el contrario, cada año se multiplican casos graves de violaciones a los derechos humanos relacionados con muertes violentas de niños y niñas que se encuentran trabajando o jugando dentro de los campos agrícolas”, denuncian.
Es una postura que no comparte la diputada federal del PAN por Sinaloa e integrante de la Comisión de Asuntos Indígenas, Gloria Valenzuela García. “Lo que ocurre no solamente se ha visto en el tenor de los accidentes, sino que se ha estado trabajando para evitar que sucedan situaciones que se deben erradicar”, afirma. “Y como diputados no hemos visto la necesidad de presionar a las autoridades, porque hay buena respuesta del Ejecutivo”.
Cuando Timoteo perdió un brazo
El 3 de septiembre de 2007, Daniel Chacón Chávez, de 17 años, encendió la troca en la que llevaría a un grupo de jornaleros a los cuartos que ocupaban en Ciudad Jiménez, Chihuahua. Habían terminado sus labores a las seis de la tarde, y unos cuantos se formaban a pocos metros, en espera de su raya, entre ellos Celso Ventura Gálvez, de 22 años. El hijo de dos años del jornalero tlapaneco, Timoteo, aguardaba junto a su madre, infantes y más adultos, sentados en una pileta. Chacón aceleró en reversa y los embistió a todos.
Timoteo perdió el brazo derecho al ser prensado entre la pileta y la defensa del auto. Celso dice que Chacón jamás hizo caso de los gritos de advertencia hechos por él y otros. Fue el comienzo. Dos horas después, en una clínica de Parral, a 45 minutos por carretera, le dijeron que el niño perdería el brazo. No se resignó y lo trasladó a Torreón. Llegó a las 3:00 de la madrugada del día siguiente, y 12 horas más tarde lo atendieron sólo para concluir lo mismo. Le amputaron el brazo.
El responsable no fue encarcelado. La averiguación previa 105-436/2007 dice que el Tribunal para Menores dictó un procedimiento de externación, que lo puso bajo custodia de sus padres, tras fijarse un pago provisional para la reparación del daño de 40 mil pesos. El dueño del rancho El Carmen, Manuel Monárrez Huerta, no se hizo responsable, bajo el argumento de que el menor no era su empleado y de que el accidente ocurrió fuera de los cultivos. Celso Ventura, el padre, corrió con los gastos hospitalarios.
“Ahorita me siento bien triste porque veo que mi hijo nació así, completo. Dios le trajo así completo, pero ahorita ya no tiene un brazo. Yo siento difícil así”, dice su padre, sentado en el patio trasero de su vivienda, que construyó en el extremo nororiente de la colonia Filadelfia, un asentamiento evangélico creado para los expulsados de comunidades indígenas católicas. “Quiero que se haga justicia porque para mí eso, lo que hicieron, está mal. Yo exijo que se vea, que no se puede quedar así, es un niño”, expresa.
Las condiciones que posibilitan la violación de los derechos humanos de los pueblos indígenas son las mismas de hace 20 o 30 años, esclavizantes, con trabajos a destajo y sin protección para los infantes, dice Margarita Nemecio. “Simplemente esclavizas a toda la familia porque te resulta una mano de obra sumamente barata. Es más redituable para ellos tenerla mecanizada de esta forma por los costos que significan: el sur aporta la mano de obra que requiere el norte”.

(09 mar. 09 Nota del diario El Universal).

jueves, 5 de marzo de 2009

Yo soy Jacinta


(Detrás de la noticia. Ricardo Rocha. Publicado el 05 de marzo de 2009 en el diario El Universal)

Y ella es una mujer indígena, otomí, de 42 años. Acaba de ser sentenciada a 21 años de cárcel. Aunque usted no lo crea, por el secuestro de seis agentes armados de la AFI. Sí, leyó usted bien. Fue acusada con otras dos mujeres. Un juez la halló culpable porque, para él, la prueba presentada por la PGR fue contundente: una fotografía de un diario local donde aparece Jacinta asomándose al borlote de lo que pasó en su pueblo hace tres años ya.
El 26 de marzo de 2006 seis AFI llegaron amenazantes y sin uniforme a Santiago Mexquititlán, en Querétaro. Ahí, en el tianguis, Jacinta y sus compañeras vendían aguas frescas. Llegaron los agentes y comenzaron con destrozos, despojos y exigencias de tributo con lujo de violencia quesque por hallar mercancía pirata. Fuenteovejunescamente, los pobladores cercaron a los intrusos para exigirles identificación y la orden que justificara su proceder. Éstos se negaron, pero también se rajaron. La tensión crecía y comenzaron los gritos de protesta y justicia de la gente por tanto abuso. A llamado de los intrusos se apersonaron un agente del MP y el jefe regional de la AFI. Prometieron reparar los daños con mercancía decomisada —más bien robada— de otros tianguis, de otros pueblos. Ante la negativa popular se comprometieron a compensarlos con dinero. Se fueron y dejaron “en garantía” a un agente que no fue molestado. Regresaron a las siete y pagaron lo pactado.
Pero se la guardaron al pueblo. Y se desquitaron con Jacinta, a la que el 3 de agosto llevaron con engaños a la ciudad de Querétaro. Ahí la acusaron falsamente; ahí la juzgaron de inmediato en español, cuando sólo hablaba otomí; ahí presumieron su culpabilidad antes que su inocencia; ahí la tienen presa; ahí la sentenciaron a 21 años de prisión; ahí le destrozaron la vida y a su familia.
Así, Jacinta es una víctima más de la intolerancia rabiosa que caracteriza a los gobiernos panistas como el que ahí encabeza Francisco Garrido Patrón, que no ha movido un dedo en defensa de una de sus gobernadas. ¿Cómo si es una india de pueblo?
Así se repite la historia de la furia discriminatoria y racista de los poderosos en este país. Como cuando se les inventaron delitos a Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, indígenas ecologistas de Guerrero que lucharon contra los caciques talamontes. Una vez más el menosprecio inhumano que nos avergüenza en la memoria de doña Ernestina Ascensio, abusada y asesinada por militares y muerta por diagnóstico presidencial de gastritis crónica. Nomás acordémonos de Aguas Blancas y Acteal. De Atenco, condenados a más de un siglo de cárcel por defender sus tierras. Otra vez la más brutal represión de estos gobiernos contra los que se atreven a alzar la voz ante las injusticias.
Hay ahora un movimiento encabezado por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, al que me sumo gustoso, para exigir juicio justo y liberación de quien sólo ha cometido tres grandes pecados en este país: ser mujer, ser indígena y ser pobre. Por cierto, se llama Jacinta Francisco Marcial. Y yo soy ella.

PD. ¿Esto también es falso, señor Medina Mora?

domingo, 1 de marzo de 2009

El ser del mexicano II

(Leído en el programa radiofónico "Micrófono Abierto", sección Columna Política, de la estación radiodifusora XEI de Morelia, Michoacán, el jueves 26 de febrero de 2009)

Hablemos ahora del relajo, otra de las formas de ser de nosotros los mexicanos, según los estudiosos del tema.

El relajo está caracterizado como una forma de hablar en broma, a partir de los chistes y las ironías con que criticamos los diversos estereotipos del poder. Es la suspensión de la seriedad. Es la cultura del humor. Es el “me vale madre” de todos tan conocido.

En los estadíos de la pobreza, cuatro condiciones se instalan en el relajo: el sentido de inferioridad, la agresividad, el fatalismo y el machismo. Para hablar de ellos, tenemos que hacer referencia a un estereotipo conocido por todos nosotros: el pelado, quien con gestos y mímica siempre insinúa interpretaciones diversas. Sus albures y fintas hacen de filtro para concretar una invitación sutil al soborno. De este modo evade a la policía y estafa a los tontos. “El pelado, dice el antropólogo Bartra, vive en un mundo que para funcionar, necesita ser aceitado permanentemente, construyendo una sociedad resbalosa donde todo pierde sentido a cada instante y donde la civilidad es escurridiza y lúbrica”.

Pero en tal descripción subyace un juicio sobre la corrupción política y las relaciones de clase, pues con el relajo los mexicanos socavamos los valores impuestos por la clase dominante y ligamos las relaciones entre los relajientos y los “apretados”.

Para superar el sentido de inferioridad, otorgamos un valor elevado a diversos símbolos. El más sobresaliente es, sin duda alguna, la Virgen de Guadalupe. Al tener conciencia de nuestra desventaja en lo tecnológico, lo industrial, lo económico y lo deportivo, intentamos superar nuestra medianía suponiendo que constituimos un pueblo de primera por haber sido elegidos por la Virgen de Guadalupe como su pueblo.

Tener fe es bueno. Lo que se nos critica es el exceso de nuestra religiosidad que raya en dejar todo a la concreción del milagro, llevándonos a germinar la dependencia, la pasividad y la irresponsabilidad.

Nuestra identidad no está consolidada. Al respecto se considera que los mexicanos del siglo XXI tenemos tres ingredientes: el factor indígena, el factor hispano-cristiano y el factor anglosajón.

Abordaré los factores referidos en mi colaboración próxima, no sin antes ratificar que la intención de recordar nuestra manera de ser es abrir un espacio reflexivo para comprender la realidad que vivimos. “Conócete a ti mismo”. Tal es la inscripción que aparece en el frontispicio del templo de Delfos y que no solamente nos lleva a reconocer nuestras limitaciones para evitar los excesos, sino también nuestra ignorancia incitándonos a cultivar la virtud del conocimiento, empezando por nosotros mismos.