domingo, 31 de enero de 2016

De empresarios a políticos, una transferencia antinatura




Francisco RIVAS LINARES



La severa crisis en que cayó el país en 1982, a pesar de la abundancia petrolera que se nos había anunciado como feliz premonición de riqueza, el presidente José López Portillo culpó del desastre a banqueros y empresarios. Y para curarse en salud, en su último informe de gobierno dio a conocer la expedición de dos decretos: la nacionalización de los bancos y el control generalizado de cambios.

Esta decisión impulsó a la clase empresarial a participar en la política partidaria, encontrando en el PAN un ámbito propicio; aunque se incorporaron en menor proporción, al PRI y más tarde al PRD como Ceferino Torreblanca. Les interesaba, pues, resguardar sus intereses frente a cualquier impulso estatista y la preservación de su tendencia liberal, más que prestar sus servicios a la sociedad.

Conviene precisar que el sector empresarial ya venía participando en asuntos políticos, aunque bajo condiciones corporatistas o corporativistas más no perteneciendo a partido político alguno, pues uno de sus principales ideólogos, Juan Sánchez Navarro, así se los había recomendado. Sin embargo ante los decretos del licenciado López Portillo, sintieron que sus intereses económicos estaban en riesgo.

Así se afiliaron al PAN importantes exdirigentes empresariales, como Ernesto Rufo, Vicente Fox, destacando Manuel J. Clouthier. Dice el licenciado en Letras Españolas, Luis Eduardo Ibañez, en su artículo Dilemas de la derecha en México: “La visibilidad y el liderazgo social desplegado en el movimiento empresarial contra el gobierno llevó a muchos empresarios directamente a ocupar puestos y nominaciones en diversas regiones del país. El proceso se registró igualmente en el PRI aunque en menor proporción en el PRD.”

Al iniciar el presente siglo tuvo lugar la transición política que llevó a la alternancia en el poder, a un cambio de régimen y a una transformación institucional de la presidencia, del Congreso y de los gobiernos de los estados.

Una declaración de Vicente Fox hecha a un diario panameño el 14 de junio de 2001, afianzó la naturaleza de su administración. Dijo: “mi gobierno es de empresarios, por los empresarios y para los empresarios”. El mensaje quedó establecido: todas las acciones gubernamentales serían, en lo sucesivo, consultadas previamente y sin recato con el sector privado, aun atentando contra la articulación social.

Cuando lo privado invade lo público se cae en una contradicción necia por la desigualdad de los intereses que se defienden, pues en tanto que el primero privilegia lo económico, lo público, en cambio, procura el bienestar del universo social. Tenemos un claro ejemplo con la compañía Kansas City que por favorecer a una élite empresarial, perjudica a toda una geografía humana por donde transita el ferrocarril.

La aplicación de estrategias empresariales a la “cosa” pública, siempre será la causa de reacciones sociales de resistencia; pero para su control, cuentan a su favor –los empresarios- con sindicatos fantasmas o “charros”, la represión policial y judicial como aporte del Estado y la manipulación mediática que impone matrices de opinión.

El desarrollo, el fortalecimiento del mercado interno, el apoyo a la economía familiar, el combate a la pobreza y al hambre, etc., son sus frases publicitarias que de tan repetidas, sólo causan escozor y molestia. Para quienes detentan el poder económico el esfuerzo es el único instrumento para superar la pobreza y esto los hace ser excluyentes. Y cuando asumen el poder político, les fastidia la exigencia social para que cumplan con la proporción de los servicios a que están obligados.

La pobreza la asocian con la pereza, la ignorancia y la falta de talento: Los pobres están pobres porque quieren, suelen afirmar, como si ser rico, bastara con desearlo. No atribuyen la pobreza a la estructura del sistema económico, político y social porque no les conviene a sus pretensiones. La pobreza es un problema social y no una cuestión de actitud.

Los empresarios como gobierno, consideran una aberración combatir la pobreza con programas sociales o en transferencias monetarias. Ellos, los pobres, deberán esforzarse para salir de ella, afirman con contundencia.

-¿Por qué cree que en Michoacán hemos fallado en tantos ámbitos…? Le pregunta el entrevistador Elmer Homero a Alfonso Martínez Alcázar, actual Presidente Municipal de Morelia, a lo que responde:

“La verdad, es porque hemos tenido un gobierno paternalista que todo le da a la gente, y creo que las cosas se deben de ganar, yo siento mucha frustración con la gente que recurrentemente está en las oficinas de Gobierno, pidiendo les resuelvan sus problemas, cuando si ellos se hubieran aplicado o puesto a trabajar, ya los hubieran resuelto sin pedirle a nadie”. (Entrevista publicada el 22 de octubre 2013 en http://www.atiempo.mx/editoriales/la-entrevista-atiempo-alfonso-martinez-alcazar/ )

No se podía esperar menos que eso en voz de un empresario hoy al frente del gobierno municipal. La ingenuidad que aún prevalece en quienes siguen incubando esperanzas para que responda al llamado de la sociedad apelando a su condición de “independiente”, es lo que alimenta su democracia “pop”: Hablar para el pueblo y trabajar para los ricos.


Porque un desaparecido es una ausencia que dolerá toda la vida: Por los desaparecidos de México, por los desaparecidos de Michoacán: ¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos! ¡Libertad a las gentes del pueblo apresados por defender su dignidad!