jueves, 13 de marzo de 2014

Columna Política




  • El Síndrome de Estocolmo
  • Día Internacional de la Mujer


El escritor español Mariá Vayreda i Villa escribió una novela con el título  “La Puñalada” la cual se publicó en 1904, un año posterior a su muerte. Escrita en catalán originalmente, durante muchos años dificultó su lectura, y fue hasta que Ramón Vilardell la tradujo cuando el lector de habla hispana disfrutó de su argumento, llevándola, incluso a la pantalla cinematográfica en 1990.

 

El tema dominante en la novela mencionada es el efecto psicológico que sufren los habitantes de una región azolada por los malhechores; más, sin embargo, los mismo sufrientes les brindaban protección para que alcanzaran la impunidad. La figura del bandolero heroico es un personaje símbolo en el transcurso de la novela.

 

Aquí encontramos el antecedente más remoto de lo que en 1973 se identificó como el Síndrome de Estocolmo. Un asaltante de banco decidió tomar como rehenes a tres mujeres y un hombre, quienes a pesar de su doloroso cautiverio terminaron protegiendo a su raptor.

 

Pues bien, con ambos antecedentes, uno ficticio (la novela) y el otro realista, el suceso referido, me planteo la siguiente hipótesis: Las marchas de apoyo al delincuente Joaquín “El Chapo” Guzmán que se efectuaron en días recientes en el estado de Sinaloa, ¿se pudieran considerar como consecuencia de ese efecto psicológico denominado Síndrome de Estocolmo?

 

Mañana se conmemora el Día Internacional de la Mujer. No es una efemérides celebratoria, como los mercaderes nos lo quieres hacer creer, sino conmemorativa por el suceso trágico que inspiró su establecimiento.

 

A las mujeres dedico el siguiente escrito:

 

Una conmemoración más del Día Internacional de la Mujer tendrá lugar el próximo sábado 8 de marzo. Una oportunidad más que se repite para reactivar los anhelos de procuración de justicia frente al ultraje impune, los actos violatorios de la dignidad femenina, sus asesinatos múltiples y todo ese barroco embrollo de complicidades machistas.

 

La evocación del trágico suceso de 1908, será por siempre la inspiración sublime que presida esta fecha.

 

El rol impuesto a las mujeres desde tiempos atávicos, lo han superado con actitudes de rebeldía; una rebeldía que quebranta los esquemas de disimulos para vivir su presente en la dimensión justa; una rebeldía participativa de la evolución social, contrapositiva a toda forma paralizante de su dignidad de mujer.

 

Su reclamo ha trascendido las fronteras universales, un reclamo que ha servido para el desahogo de deseos frustrados y tristezas galvanizadas. Y con un nudo de ansiedad cerrándoles el pecho, van construyendo su broquel para enfrentar los nuevos retos.

 

Las mujeres de hoy están llenas de esperanzas y valor, dispuestas a la acción contra todo lo esclerotizado. Ellas corren como hilillos subterráneos que nutrirán los tiempos nuevos y romperán viejos esquemas.

 

Y citando a Isabel Allende, diré: Mi madre fue el norte de mi infancia. Tal vez por eso me resulta fácil escribir a las mujeres.

sábado, 1 de marzo de 2014

Espectáculo y gobierno





Francisco RIVAS LINARES

 

“Todos somos cómplices jubilosos de un poder

que si no se cae de viejo es por la vitalidad

de la corrupción.”

Carlos Monsivais

 

“Sociedad del espectáculo”. Tomo el título del libro escrito por Guy Debord, filósofo y escritor francés, para proponer el tema a reflexionar en esta columna política.

 

La recaptura del traficante de drogas Joaquín Guzmán, mejor conocido como “El Chapo”, se ha constituido en un verdadero espectáculo distractor para la sociedad en general. Diversas aristas sobre el acontecimiento han sido motivo de análisis y comentarios de inusitada pluralidad, que lo mismo ha devenido en chanceos caricaturescos, comedia carpera o análisis sesudos sobre tal acontecer.

 

En ese torbellino de opiniones, nos queda claro el espectáculo que se ha montado en el tinglado de la política para desviar nuestra atención sobre los problemas económicos que nos aquejan: Una inflación galopante, pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda, carencia de fuentes de empleo redituables dignamente, incrementos considerables en el pago de servicios, seguridad social colapsada, etc.

 

El entusiasmo que ha generado en los ámbitos del poder político la recaptura de “El Chapo” se explica en el truculento uso que el gobierno hace para incrementar un prestigio blandengue pero válido entre las élites empresariales nacionales y extranjeras. Le baja, a la vez, decibeles a la estridencia provocada por los índices de corrupción como fuente alimentadora de la delincuencia organizada.

 

Esas son las razones sistémicas que le permiten evadir la referencia socialmente obligada  en torno a los vínculos construidos por el delincuente, vínculos en los que se encuentran involucrados personajes destacados de la política y la clase empresarial; una deducción lógica muy propia de la costumbre a que nos ha llevado el propio sistema.

 

Y es precisamente esta recomendación, ya envejecida, la que ha salido a flote nuevamente: En tanto no se combata la corrupción en serio, seguirán proliferando las “pirañas” delincuenciales, como bien las ha calificado el analista jurídico Edgardo Buscaglia.

 

En la floración de las ideas que nos provoca el “espectáculo” de este acontecimiento, Buscaglia clasifica en dos categorías a la corrupción: La organizada y la desorganizada. La primera de ellas tiene el permiso y la tolerancia del poder en tanto el corrupto guarde lealtad a la “nomenklatura” partidista. Su permisividad concede también ocasión para satisfacer venganzas políticas en aquellos que, rompiendo pactos reverenciales,  asumieron posturas desafiantes. Elba Esther Gordillo es un caso paradigmático.

La corrupción desorganizada tiene una dinámica oculta y se escapa del control de los “precisos”. Por eso Buscaglia la considera como la más dañina, pues alimenta los veneros de la delincuencia organizada.

 

Entre la una y la otra el ciudadano queda atrapado, cautivo de los abusos de un poder corrupto. Aquí encontramos la explicación de por qué se negocia una infracción o multa o la agilidad de cualquier trámite oficioso con su consecuente abuso o moderación en el toma y daca.

 

Lo expuesto no debe entenderse como una apología de la corrupción, pues ambas contribuyen a la autodestrucción del Estado, algo que al parecer no les genera ninguna inquietud, lo que se refleja en una falta de voluntad para aplicar un programa integral de prevención a la corrupción.

 

Lo que sí es materia de atención prioritaria para los personajes de las altas esferas del poder, es la construcción de la “imagen” que permita crear ilusión entre sus gobernados; generar, para su consumo, un México inexistente; y para lograrlo, se vale de la espectacularidad que impone a ciertas acciones. Poco o nada les importa el riesgo de que se derrumbe, cuando los pies de barro de los ídolos se hayan fracturado. La inmediatez de los efectos, control y obediencia, es lo que cuenta.

 

Si bien el sistema banaliza la cultura dejando la predominancia de lo espectacular, también es cierto que el pueblo cada amanecer es más agudo en la percepción de la realidad e identifica a sus gobernantes como mediocres, falsos, hipócritas, aventureros y enteleridos mentales. Ya la sociedad del espectáculo está cavando su tumba sobre la cual el pueblo cantará un réquiem por la estupidez. Al tiempo.