miércoles, 29 de mayo de 2013

La calidad: El infierno del poder.




Francisco RIVAS LINARES


Se invoca frecuentemente la calidad del servicio educativo. Se le demanda. Se le exige. Incluso se atreven a identificar a los responsables del fracaso de tal meta. Sin embargo, no se hace mención a la calidad alimenticia del mexicano, cuya deficiencia alcanza niveles superlativos, incidiendo en los escolares con un déficit de atención que se refleja en la pobreza de los conocimientos adquiridos.

 

Se elude el debate en torno a este tema y otros, que también deberían estar en la palestra de las discusiones, tales como la calidad de los empleos, los servicios de salud, impartición de la justicia, etc. No, sólo se reclama la calidad educativa bajo el supuesto de que la educación garantiza la movilidad social.

 

Lo anterior viene a colación porque en la presente semana se publicó un informe de la Organización Mundial de la Salud, aseverando que nuestro país ocupa actualmente el segundo lugar en obesidad en hombres a nivel mundial y el primer lugar en mujeres. La OCDE, a su vez, asegura que México se ubica entre los primeros lugares en obesidad y sobre peso infantil, pues uno de cada cuatro niños se encuentra en esa condición. Sus causas: el consumo de los alimentos y bebidas “chatarra”, caracterizadas por una sobresaturación de grasas y azúcares.

 

Siete de cada diez personas están afectadas por efectos de una mala alimentación. La diabetes y las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, alto colesterol, algunos tipos de cáncer y afecciones respiratorias se han constituido en causas de mortalidad de primer nivel y cuya atención recae fundamentalmente en el sector público.

 

En un estudio denominado “Comer hasta la muerte”, se registra que México ocupa el primer lugar en el consumo de refrescos con un promedio de 163 litros anuales por persona. Y esto se debe, en gran parte, a la renuncia tácita que ha hecho el estado de proporcionar agua potable suficiente a la población. Ejemplifica: Las escuelas ya carecen de bebederos.

 

Las escuelas son ínsulas de poder de las empresas fabricantes de alimentos y bebidas “chatarra”, tanto nacionales como trasnacionales. Empresas que llegan a comprar la exclusividad en cooperativas escolares, entregando a cambio cantidades de dinero para subsanar necesidades materiales de la propia institución, si es pública, o para efectos de lucro, si es privada.

 

No obstante que el 18 de agosto de 2008 entró en vigor –en nuestro estado- la ley que prohíbe la venta de comida “chatarra” en las escuelas de educación básica, previendo, incluso sanciones para los directores de las escuelas que permitan la venta de ese tipo de productos, ésta no se ha aplicado por presiones y cabildeos de dichas empresas fabricantes de ese tipo de comidas y bebidas.

 

Más aún. El 14 de mayo de 2010 se publicó en el Diario Oficial del Estado el “Reglamento para la promoción de cambio de cultura hacia estilos de vida saludables en las comunidades escolares y su entorno”, prohibiendo la venta de comida “chatarra” en las escuelas y lugares cercanos. Su aplicación ha sido nula.

 

La mano dura del gobierno se deja sentir sólo en las expresiones de resistencia y protesta social; no así con las empresas expendedoras de estos productos que lejos de proporcionar nutrición al consumidor, sólo le provoca sobrepeso y obesidad.

 

De manera que ya es tiempo de cuestionar la calidad en todos los aspectos de la vida ciudadana. Calidad en la democracia, calidad en los empleos, calidad salarial, calidad de los servicios públicos, calidad en la impartición de justicia… calidad, ese infierno al que temen los poderes político-económicos.

 

Por los desaparecidos de Michoacán: Vivos se los llevaron, vivos los queremos.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Los desaparecidos: Vivos se los llevaron, vivos los queremos




Francisco RIVAS LINARES

Es doloroso ver a madres angustiadas por la desaparición de sus hijos-hijas, en una huelga de hambre y en plantón indefinido fuera de las instituciones obligadas a impartir justicia; instituciones que deberían instrumentar  estrategias prontas y adecuadas  que lleguen a paliar el sufrimiento que arrastran desde meses, años atrás.

 

Es doloroso verlas en su gesto de impotencia, con lágrimas de frustración y coraje por la insensibilidad que demuestra una burocracia tortuosa e indolente. Es doloroso apreciar la escasa solidaridad de una nación dolida por la llaga de una guerra estúpida que arrastró decenas de miles de muertos y desaparecidos.

 

El diez de mayo anterior, las madres adheridas a una organización denominada Comité de Michoacanos Desaparecidos, A.C. salieron a manifestarse de manera pacífica por las calles de Morelia. Así se unificaron a otras marchas que se efectuaron en otras entidades de la república. Y me pregunto: ¿Cómo controlan sus emociones estas abnegadas familias, para salir con su dolor a cuestas a expresarse de manera pacífica? ¿Cómo controlan sus arrebatos, ellas, conscientes de la desaparición de sus seres entrañables?

 

“Nos han arrancado una parte de nuestro corazón, por eso no hay nada qué festejar” “Ya no festejamos el día de la madre porque estamos muertas en vida” Expresiones así deben calarnos a todos. Expresiones así deberían llenarnos de vergüenza y no sólo acompañarles, sino solidarizarnos.

 

Human Rights Watch, la organización mundial que se dedica a investigar, defender y promover los derechos humanos y cuya sede se encuentra en Nueva York, EE.UU., en su informe referido a México bajo el título “Los desaparecidos de México: El persistente costo de una crisis ignorada”, asevera que miembros de las fuerzas de seguridad de México han participado en numerosos casos de desaparición forzada y que prácticamente en ninguno de estos casos las víctimas fueron halladas ni se llevó a los responsables ante la justicia, lo cual ha exacerbado el sufrimiento de los familiares de los desaparecidos.

 

La misma organización reconoce que “el presidente Peña Nieto ha heredado una de las peores crisis en materia de desapariciones que se hayan producido en América Latina a lo largo de la historia; y que a pesar de que su administración ha anunciado medidas importantes para asistir a las víctimas, todavía debe tomar los pasos necesarios que los responsables  de estos horribles crímenes sean llevados ante la justicia”.

 

Por su parte, la Asociación Civil de Michoacanos Desaparecidos asevera que tiene registrados 159 casos que tienen esa condición y sin ninguno resuelto, pues no han aparecido con vida ni tampoco sus cuerpos.

 

Sí, se expresaron pacíficamente. Y no contestaron a quienes les llegaron a provocar con insultos estúpidos, reclamándoles que se pusieran a trabajar y no anduvieran de flojas.

 

Desde esta tribuna de expresión libre que nos ofrece Micrófono Abierto, convoco a todos sus participantes para que al final de su intervención hagan el exhorto a las autoridades para que actúen pronta y eficazmente. Que nuestro grito sea: Por lo michoacanos desaparecidos, Vivos se los llevaron, vivos los queremos.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Cisma: La Reforma Educativa III



Francisco RIVAS LINARES


La educación es el tema que nos ha ocupado en las últimas columnas políticas. En la primera de ellas me referí a las etapa por las que ha transitado el servicio y que se identifican como periodo de institucionalización (1920-1940), periodo de crecimiento (1940-1980) e ingresar a los tiempos dominados por tecnócratas conocidos como Chicago Boys (chicos de Chicago), término con el que se denominaron a los economistas neoliberales cuyas políticas la sustentaron en la economía de mercado. Cité también los quince compromisos que el gobierno firmó con la OCDE al momento de ingresar a ese club de países ricos; compromisos para liberar capitales y servicios figurando, entre ellos, el de educación. A esta etapa se le conoció como la Modernización Educativa.

 

En la anterior columna política, se expuso lo que se debería entender por calidad. Dejé establecido que esta iba ligada a la o las cualidades que el producto o servicio debería tener para calificarla como de calidad. Las cualidades sirven para establecer modelos. Ya aplicada a la educación cité los dos modelos educativos que se ofrecen: el que busca capacitar a los educandos para investigar, analizar y cuestionar. Mientras que el otro modelo pretende formatear a los educandos para la obediencia, que acaten órdenes sin cuestionar y que acepten las estructuras existentes.

 

Ahora hablaré sobre la privatización del servicio educativo, meta ambicionada por los gobiernos tecnocráticos.

 

Dice un dicho: Si se ve como pato, si camina como pato y si grazna como pato, pues es pato. Así la educación. Si los políticos alientan, promueven y subsidian a la educación privada, más que al servicio público, la tendencia es, obviamente, privatizadora.

 

Me explico: Desde antes de 1987 los políticos del PRI y del PAN han estado presentando por separado iniciativas de ley para subsidiar fiscalmente a la educación privada. Este asunto lo concretó Felipe Calderón firmando un decreto el 13 de febrero de 2011, mediante el cual permite a las familias que tienen a sus hijos en escuelas privadas a deducir de su ingreso gravable el pago de las colegiaturas, beneficiando no sólo a los sectores de la población con mayores ingresos, sino a las empresas de educación privadas.

 

Trece mil millones de pesos fue la cantidad que el señor Calderón destinó para el subsidio. Trece mil millones de pesos que fueron desviados de programas sociales prioritarios. Trece mil millones de pesos que debieron beneficiar a las destartaladas escuelas públicas de las zonas rurales e indígenas, donde las condiciones de infraestructura son pésimas y que sin embargo se canalizaron a las escuelas particulares, esas mismas que hacen un negocio jugoso cobrando cuotas de inscripción, reinscripción, mensualidades elevadas, venta de uniformes, material escolar, libros y conexos.

 

El sector privado obviamente aplaudió sin rubor dicha acción presidencial, ese mismo sector que cuando se destinan subsidios para beneficiar a las clases marginadas, las critican calificándolas de “populistas”.

 

Ahora se ventila la idea de un bono educativo, el que se daría a los padres de familia que inscriban a sus hijos en escuelas privadas estimulando la demanda por este tipo de educación la cual no es por sí mejor que la pública. Ciertamente hay escuelas privadas excepcionales, pero en promedio las escuelas privadas no tienen mejores resultados que las escuelas públicas.

 

Lucrecia Santibáñez, investigadora en temas de educación y miembro de la Corporación Investigación y Desarrollo (RAND corporation) cuestionando esta política de subsidios a la educación privada, afirma: “Todos los mexicanos merecen una educación de calidad: desde la familia de clase media urbana hasta el indígena en la sierra de Oaxaca y el hijo de Carlos Slim. La cuestión no es quien la merece más, sino quien la necesita más. Es ahí donde debería estar la prioridad gubernamental.” Y no en los subsidios a particulares en beneficio de las empresas de educación privada.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Cisma: La reforma educativa (II)



Francisco RIVAS LINARES

Todas las acciones emprendidas por el gobierno, son justificadas con sofismas que, como tales, dejan la duda en sus gobernados. Cuando se trata de asuntos relativos a las cuestiones del trabajo, aseguran que serán en beneficio del ingreso y el seguro de retiro de los propios trabajadores. Si es relativo a la agricultura, nos dicen que estimularán el desarrollo agrícola y fortalecerán la soberanía alimentaria. Si de educación se trata, entonces nos engatusan con el garlito de mejorar la calidad del servicio, por tratarse del factor que habrá de contribuir a la movilidad social del ciudadano.

 

Lo cierto es que todo desemboca en lo opuesto. Los trabajadores ganan cada vez menos y viven una situación de esclavitud laboral. De la agricultura, ni se diga, pues desde que Carlos Salinas de Gortari modificó el artículo 27 constitucional para desaparecer el ejido y retirar los subsidios al campesino, éstos han entrado en caída libre hacia su empobrecimiento severo. Y de la educación nos vienen hablando de la calidad desde el gobierno de Miguel de la Madrid sin alcanzarla.

 

Pero hablemos sobre esa palabreja que nos embadurnan siempre que tienen la oportunidad de hablar los políticos: Ca-li-dad. ¿Qué se entiende por calidad?

 

La calidad es atribuida a los objetos y/o sujetos que tienen ciertas cualidades naturales o inherentes. Esto significa que la suma de las cualidades determina la calidad de algo o de alguien. ¿Y quién determina las cualidades? Aquí entramos ya a los valores convencionales, pues lo que para mí tiene calidad, para otros tal vez no. Por eso es necesario que tengamos un consenso sobre cuántas y cuáles cualidades tendremos que evaluar para definir un patrón o modelo.

 

Si la aplicamos a la educación, es decir, calidad educativa, ¿qué cualidades deberá tener ese servicio? ¿Cómo definir el patrón o modelo educativo? Al efecto, permítanme tomar las ideas del filósofo y lingüista Noam Chomsky, quien identifica dos modelos y que tal vez ustedes ya los conocen al menos por referencia. Enunciaré dos: El que establece que el objetivo más alto en la vida es investigar, crear, buscar la riqueza del pasado, tratar de interiorizar las partes que son significativas y que esté en permanente búsqueda para comprender su ámbito social a fin de modificarlo o transformarlo. Desde este punto de vista el propósito de la educación es enseñar a los alumnos cómo aprender por sí mismos, cómo usar ese conocimiento para lograr producir algo nuevo, alumnos que a través de la investigación encuentren alternativas para solucionar conflictos (Howard Gardner asevera que el arte de la inteligencia es saber resolver conflictos), alumnos capaces de analizar y reflexionar para cuestionar doctrinas y figuras de autoridad.

 

El otro patrón o modelo educativo es el del adoctrinamiento, un modelo que alberga la idea que desde la infancia los alumnos tienen que ser colocados dentro de un marco de referencia en el que acatarán órdenes, aceptarán estructuras existentes, sin cuestionar; es decir, un alumno obediente. Y aquí vendría otra pregunta: ¿cuántas veces tiene que obedecer un estudiante para calificarlo de obediente?

 

La escuela debería ser como el primer modelo o patrón ya señalado, si consideramos que la escuela tiene como propósito sustantivo que los alumnos desarrollen cuatro capacidades elementales: la del razonamiento, la de la confrontación, la comprensión lectora, y el uso del lenguaje para la expresión de sus ideas.

 

Sin embargo hay estructuras poderosas que prefieren el adoctrinamiento para obtener profesionistas y/o trabajadores formateados para que no cuestionen, para que cumplan las funciones que se les asignen de manera obediente, personas que no hagan muchas preguntas, que no traten de sacudir sistemas de poder y de autoridad. Tales son las aspiraciones de la triple alianza: tecnócratas, empresarios y políticos, así identificados por Luis Hernández Navarro en su libro “No habrá recreo”.

 

El Presidente de la República justificó la modificación de los artículos 3º y 73 constitucionales, con el siguiente argumento: “Para que los alumnos reciban una educación que cumpla con los fines y satisfaga lo principios establecidos en la norma constitucional, resulta imprescindible la calidad educativa”.  Sin embargo no precisó las cualidades que debería tener la susodicha calidad educativa.

 

Ahora usted, estimable lector, deberá definirse por alguna de las dos opciones: Si la escuela que proviene de la Ilustración o la que proviene del adoctrinamiento.