jueves, 28 de julio de 2011

Jorge Cázares: La forja de un cacique




Por: Francisco Rivas Linares

-I-
Entre los investigadores del movimiento obrero y sindical en nuestro país, destaca el periodista y escritor Gerardo Peláez Ramos.
Sus estudios sobre la historia y estructura del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), le da autoridad para distinguir a tres dirigentes con la nominación de “cacíques”: Jesús Robles Martínez, Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo. De los tres periodos señalados, el de Elba Esther Gordillo ha sido el peor, “porque ha sido el más derechista y quien ha abusado más de la legalidad interna inventando reformas para perpetuar a una pequeña casta magisterial.” Así lo declara.
En marzo de 2004, lanzó una frase lapidaria: “La historia y estructura del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación han sido propicias para la forja de cacíques”.
La verdad que conlleva tal declaración, la convierte en irrefutable. Pero los cacicazgos que han surgido en la dirección nacional, se han sostenido y alimentado con “caciquitos” regionales y estatales, cuya colectividad constituye la élite del poder sindical.
Un cacique comienza su fragua con el reclutamiento de un séquito de personas “cebadas” con favores y prebendas, cuya función sustantiva será la aplicación de una política clientelar. Primero identifican a quienes están dispuestos al “rastrerismo”. Luego les conceden un poder restringido (poder al fin) para traficar influencias, lo que les permitirá enrolar a más serviles al cortejo.
Para ello se valen de las necesidades apremiantes que están agobiando a los agremiados, ofreciéndoles préstamos, plazas y un intervencionismo para permisos y comisiones.
También se forjan los caciques con el disfraz de una filantropía ramplona. Se califican de progresistas, que luchan contra lo que ellos quieren ser y ya encaramados en el poder, destilan la traición por todos los poros. Pero ya se ha consolidado el cacique.

-II-

Cantó Chava Flores: A qué le tiras cuando sueñas mexicano. La distancia abismal que nos separa entre lo que ambicionamos y las posibilidades de alcanzarlo, nos hace levitar en realidades inventadas por nuestra fantasía. Hay quienes dicen que las metas se conquistan principiando primero por soñarnos en contextos de ensueños y quimeras; pero el despertar siempre es amargo, al notar que nuestros anhelos no embonan con nuestras circunstancias.
La letra-título de la canción citada, encuadra bien con los mareos en que se encuentra sumergido Jorge Cázares Torres, un aprendiz de cacique y dirigente de la sección democrática del magisterio. Le “volaron” la cabeza y se encuentra divagando en el éter de ser gobernador de nuestro estado.
Una ficción sembrada puede estimular los rasgos esquizoides en la personalidad de los individuos. Agustín Basave da buena cuenta al respecto en su libro “Mexicanidad y esquizofrenia. Los dos rostros del mexicano”, publicado por la editorial Oceano.
Y Cázares Torres si no se encuentra ya enajenado, estará en los umbrales del desdoblamiento de su personalidad.
Asegura su séquito que “revolución que no alcanza el poder, no es revolución”, queriendo hacer notar que Jorge Cázares es la encarnación misma de la revolución. La afirmación como tontería, pasa. Pero que pretendan venderles tal idea al magisterio de la Coordinadora, es tanto como pretender transgredirles el límite de la racionalidad.
En la geografía de la imaginación del suspirante a gobernador, ¿cuál sería su capital político?
Un maestro solía decir a sus alumnos, “si no piensas, al menos mira”. Lo mismo podría aplicarse al personaje que nos ocupa, con el agregado: ¿a qué le tiras cuando sueñas Jorge Cázares?

POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

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