jueves, 4 de junio de 2009
Sí al voto nulo
Prácticamente nos encontramos a un mes de que se realicen las elecciones para renovar la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Un mes en que seguiremos siendo víctimas de la propaganda insulsa de los partidos políticos, que nada tienen que ofrecer a la ciudadanía ahíta de las mentiras con que se nos abruma de manera cínica y procaz.
La tendencia abstencionista sigue avanzando a galope libre. La expresión que mayor fuerza está adquiriendo es la anulación del voto. “Tache a todos” y “Anulo mi voto” son las dos campañas nacionales que van adquiriendo simpatía entre todos los electores potenciales para ejercitar el abstencionismo activo. Y una vez más reafirmo mi personal decisión de asistir a las urnas para cancelar mi boleta electoral con un gran tache.
Al sufragio debemos convertirlo en un instrumento de protesta. Ya basta del sentido utilitario que siempre le han dado los partidos políticos. Con ese tache debemos expresar nuestra ética política y nuestra libertad humana. Un voto nulo lleva en sí una gran carga significativa de rechazo, bajo la certidumbre de que otro orden es posible.
Si en el ámbito militar se habla de “objeción de conciencia” para negarse a cumplir determinados ordenamientos, el ciudadano común debemos aplicarlo en la anulación de nuestro voto para gritar nuestra objeción a las comodinas conductas de los falsos políticos.
Tenemos que confrontar a los partidos. Tenemos que cuestionar a las autoridades electorales. Tenemos que manifestarnos pacíficamente, antes que esta “piara” de políticos siga con su regodeo en las arcas nacionales y nos condenen a la polarización social irreconciliable.
No debemos otorgar nuestro sufragio a esta casta política que nos ha estado escupiendo a la cara día tras día. No debemos creer en la simulación del combate a la delincuencia, mientras no se conciban instrumentos estratégicos que combatan la pobreza, fuente única que da origen a los primodelincuentes. Por eso, a nuestros políticos nulos, vamos a darles nuestros votos nulos.
Termino citando al analista Andrés Lajous: “El llamado al voto nulo no debe asustar a nadie. Es un paso para reconocer que buena parte de los problemas del país se debe a cómo nos representan quienes se supone que lo hacen. Votar no es un favor ni un deber; es un llamado que nos hacen nuestras mejores convicciones para actuar y expresarnos. Si esas convicciones son que ningún partido que compite las representa, entonces anular el voto es el acto que así lo expresa”.
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