miércoles, 27 de abril de 2011

La dicotomía de la educación: Calidad educativa y calidad directiva




Por: Francisco RIVAS LINARES


“Debemos potenciar al educando a partir del
reforzamiento de las estructuras
integradoras de la sociedad.”


Frecuentemente escuchamos la exigencia social de la calidad educativa. Es una expresión controvertida que estimula discusiones y debates. Cada quien tiene su idea sobre la calidad, puesto que se trata de un término que implica una apreciación subjetiva.

Sin embargo, pese a la controversia del término, todos sabemos lo que queremos decir cuando demandamos calidad en el servicio educativo: un servicio que satisfaga nuestras expectativas, un servicio que funcione como queremos y deseamos, a fin de que se refleje en la capacidad que deberán adquirir los educandos para conocer, interpretar y transformar el mundo.

Pero la calidad implica el concurso de varios factores, desde la cobertura del servicio hasta la calidad directiva, pasando por los planes, programas, libros de texto, instalaciones y equipos escolares, el profesionalismo del docente y su capacidad para desarrollar un trabajo creativo e innovador, la suficiencia presupuestal que se le asigne al sistema educativo, la alimentación e higiene de los alumnos y el ambiente familiar en que se desenvuelve, etcétera.

El modelo administrativo es fundamental. En nuestro país la administración de lo educativo es absoluta, tiránica y caduca. No se ha simplificado ni la captura ni el registro estadístico. Una burocracia que enreda y que funciona a ritmos lentos y tortuosos. El Reglamento de los Trabajadores data del 29 de enero de 1946, el cual fue expedido por Manuel Ávila Camacho, lo que significa que las relaciones laborales de los trabajadores de la educación con el gobierno-patrón en el siglo XXI, está reglamentada con criterios de hace 65 años.

Y como si no fuera suficiente lo anterior, la incidencia del sindicato que siempre ha estado liderado por personajes corruptos que se dedican a construir espacios de influencia y poder en la escala política nacional.


Lamentablemente la educación zozobra. No hay quien dé norte a este servicio fundamental e indispensable para el desarrollo de nuestra nación. Tanto la pública como la privada no garantizan la calidad que los ciudadanos demandamos como sociedad compleja y cambiante.

Si no hay calidad en los directivos (desde el secretario de educación hasta los directores, y supervisores), no se puede esperar calidad en los docentes. No hay rumbo. No está delineado el horizonte y obviamente causa perturbación en los prestadores del servicio.

En el año 2003, se llevó a efecto en Brasil una reunión de países pertenecientes a la UNESCO (entre ellos, México). En la misma, se definieron los factores que contribuyen para el logro de la calidad educativa, comprometiéndose los firmantes a dar cumplimiento de ellos. Son diez y los cito a continuación:

Una educación pertinente en lo personal y lo social. Una tensión creativa entre la convicción, la estima y la autoestima de las sociedades y de las administraciones en el valor de la educación. La fortaleza ética y profesional de los maestros. La capacidad de conducción de los directores e inspectores. El trabajo en equipo dentro de las escuelas y del sistema educativo. Las alianzas entre las escuelas y los otros agentes educativos. El currículo en todos sus niveles. La cantidad, calidad y disponibilidad de materiales educativos. La pluralidad y calidad de las didácticas. Y los mínimos materiales y los incentivos socioeconómicos y culturales.

A ocho años de distancia de tal acontecimiento, México sigue aún sin dar cumplimiento a lo comprometido, como tantos otros que han quedado sólo en la caligrafía de una firma.

POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

viernes, 8 de abril de 2011

Dinero sucio, dinero socio...




Autor: Tomás Mojarro.

Una burra quiso rebuznar y no pudo porque nunca se aprendió la tonada. (En su homilía dominical Norberto Rivera, cardenal de la Iglesia Católica.)
A ese almácigo de corruptos que han enlodado su fama pública y arrastran toneladas de descrédito, desde las familias Montiel y Salinas hasta la de Fox y su parentela política, lo único de político que exhibe el tal, siempre se han agregado los jerarcas del alto clero, como el cardenal arzobispo Juan Sandoval, acusado de complicidad con jefes del narcotráfico cuando el sexenio de Fox. La PGR abrió el expediente respectivo, lo que encrespó a Norberto Rivera:
- Los obispos del Episcopado y yo apoyamos totalmente Al cardenal Sandoval. Nada le encontrará la PGR.
Nada ilegal pudo encontrarle, y esto gracias a un oportuno milagro de San Cristóbal, no el santo descontinuado sino el rancho de Fox, a donde el purpurado acudió buscando el carpetazo de su expediente. Años después Ramón Godínez, obispo de Aguascalientes:
- Aquí, en el templo, se purifica el dinero del narcotráfico que recibimos en calidad de limosnas…
A su hora doce obispos del Episcopado se solidarizan con Norberto Rivera por las agresiones que recibió de “enemigos políticos”. “Como colaboradores estrechos de Su Eminencia le mostramos nuestra plena comunión y reconocimiento a su valiente ministerio pastoral”. De su presunta protección al sacerdote paidófilo Nicolás Aguilar, ni una palabra.
Narcotráfico y lavado de dinero: el negocio de narcos y jerarcas del dinero sucio (dinero socio) ha corrompido y ha sido corrompido por magistrados, policías y políticos, pero siempre ha estado corrompido por los altos clérigos de basílicas y catedrales.
José Raúl Soto, de la Univ. Pontificia de México: Aquí, en la Basílica de Guadalupe, se los digo como párroco, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes ayudan y dan limosnas que nosotros ya quisiéramos hacer. Los más generosos hasta hoy han sido Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo, particularmente…
En el No.1769 de la revista Proceso (sept. 2010), Gonzalo Guízar, hermano de monseñor Jesús Guízar (¿asesinado?): “A la Basílica de Guadalupe la han convertido en una cueva de Alí-Babá”. (¡Su abad, Diego Monroy, enriquecido de manera “inexplicable”!)
Carlos Quintero, por aquel entonces obispo de Hermosillo, Son.: “Bueno, sí, en Tijuana existen familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Sí, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. En Tijuana hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otras que han aumentado el número de parroquias. Acepto que recursos provenientes del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera”.
Sergio Obeso, obispo: Yo rechazo que la Iglesia esté utilizando dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas…
G. Prigione, cuando nuncio apostólico del Vaticano en México: “El padre G. Montaño fue el enlace entre los Arellano Félix y yo. Lo prometo: no volveré a tener contacto con alguno ni a entrevistarme con narcotraficantes”.
Omito, mis valedores, los nombres de más “religiosos” coludidos con el narco para finalizar con la frase del golfista, empresario taurino y bont vivant Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec en sus ratos perdidos:
- Nosotros los clérigos les decimos los narcos: váyanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más”. El resto es silencio. (Dios…)

Tomado de El Valedor.com

martes, 29 de marzo de 2011

Entre el sadismo y la perversión



Por: Francisco Rivas Linares

Cuando los pueblos padecen crisis en su seguridad personal y familiar, cuando se percibe la incapacidad del gobernante para someter a control a quienes han roto con el equilibrio social, cancelando la tranquilidad de los gobernados, éstos estarían dispuestos a someter sus más elementales garantías a la tutela permanente de las fuerzas represoras de sujetos sin escrúpulos para gravitar entre el sadismo y la perversión.

La condición turbulenta que se ha instalado como consecuencia de una guerra torpe declarada contra el poder del narco, se describe en el número de ejecuciones cotidianas que día a día son noticia. Y aunque el gobernante aparezca en los medios como ilustre patricio diciéndonos que todo marcha por el camino correcto, las víctimas de “fuego cruzado” lo desmienten.

En la mortificación se construyen anhelos irracionales. Se reclama la presencia de un vengador que satisfaga nuestra personal justicia. Demandamos la ley del talión que equipare el castigo con el delito cometido, una justicia retributiva que se concrete en el ojo por ojo y diente por diente.

Hemos llegado al límite de la venganza libre, a los dinteles del primitivismo y la barbarie.

Por eso cuando el general en retiro Carlos Bibiano Villa Castillo declaró a la periodista Sanjuana Martínez: “Cuando agarro a un Zeta o Chapo, lo mato. ¿Para qué interrogarlo?, generó simpatías y apoyos incondicionales. Se reclamó la presencia de muchos personajes vengadores que, como el declarante, llegaran a satisfacer nuestros sentimientos de rabia y odio.

La jactancia de Villa Castillo la rubricó al calificarse como incorruptible y leal hasta la muerte; y cerrando el círculo, dijo: “mi padre es el Ejército y mi madre la Patria. A ellos les debo todo. Me educaron, me adoctrinaron y me prepararon para esto.”


Tal vez, sin pensarlo así, el general encontró como sustento teórico a Maquiavelo, quien escribió en su obra “El Príncipe”, lo siguiente: “Cuando se trata de la patria, no debe existir consideración alguna ni de lo justo ni de lo injusto, ni de lo loable ni de lo ignominioso.” Termino la cita.

Legalizando la venganza caeríamos en los absurdos. Las coyunturas que ofrecen las crisis son aprovechadas por los delirantes en el ejercicio del poder, y encontrando inspiración en el legado del florentino Maquiavelo, cometen barbarie. Sobran ejemplos: Hitler, Pinochet, Somoza, Franco, Videla, etc., quienes bajo el manto de la falsa promesa de regresar la tranquilidad y el equilibrio social, llegaron a imponer sus propios desvaríos, instalando una relación de fuerza con los gobernados.

Por eso debemos ser cuidadosos en grado extremo, pues al caminar sobre el filo de la navaja pudiéramos estar invocando la imposición de un poder arrebatado. Si bien es cierto que ha faltado inteligencia en el mando supremo, no deberá ser motivo para justificar acciones tan controvertidas como las ejecuciones extralegales.


POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

miércoles, 16 de marzo de 2011

El ser de mexicano




Por Francisco RIVAS-LINARES

- I -


Mucho se ha escrito sobre la esencia del ser mexicano: Rodolfo Usigli, con su obra El Gesticulador; Agustín Basave y Mexicanidad y esquizofrenia; El laberinto de la soledad de Octavio Paz; Análisis del ser mexicano del filósofo Emilio Uranga; La raza cósmica de José Vasconcelos; y La jaula de la melancolía de Roger Bartra, por citar algunos.

Lo anterior viene al caso por los acontecimientos que nos están rebasando, contrastando con la indiferencia y el conformismo de todos nosotros. Tal pasividad está propiciando nuevamente el interés de los estudiosos en torno a la psicología del mexicano. Ello en aras de encontrar una explicación del por qué la castración de nuestra conciencia.

Pues bien, la revista Nexos del mes de febrero publicó un ensayo titulado El mexicano ahorita: Retrato de un liberal salvaje y el semanario Proceso hizo lo propio con un artículo de Marta Lamas titulado Trogloditas. Quiero compartir con ustedes, no sólo en esta fecha, algunas de las ideas que se expresan en ambos escritos, aclarando que la única intención que me anima es propiciar la reflexión para vernos al espejo y entendernos.

Nexos en su ensayo se cifra como objetivo “medir las aspiraciones de los mexicanos”. Y nos plantea interrogantes como las siguientes: ¿Qué soñamos, qué esperamos, qué anhelamos, repudiamos o añoramos de nuestro país y de nosotros mismos? ¿En qué confiamos, cómo nos definimos frente al futuro y frente al pasado?

El estudio se abordó en dos planos: cualitativo y cuantitativo. Los resultados, como lo expresa la propia revista, arrojó varias sorpresas. Transcribo:

“La primera (sorpresa) es el profundo individualismo. En proporción abrumadora los mexicanos creen en sí mismos más que en el país donde viven. Todo o casi todo lo esperan de su propio esfuerzo, poco o nada de la calidad política, económica o social de la nación que han construido.

“A falta de un sueño común o una visión solidaria que vincule los destinos individuales, los mexicanos tienden a poner sus sentimientos de pertenencia en la familia. No existe más, si alguna vez existió, algo parecido a un sueño o una aspiración común, un sueño mayoritario que comparta siquiera la mitad más uno de los mexicanos. Se diría que la unidad nacional ha volado en pedazos.” Termino la cita.

No es la primera ocasión que se nos reconoce la incapacidad para trabajar en equipo. Somos individualistas en exceso. Por eso se asegura que nosotros, los mexicanos, tenemos mayores posibilidades de lograr el éxito en los deportes individuales y no en los de conjunto. Y tal vez encontremos aquí el fundamento del grito ¡Sálvese quien pueda! que de manera ruidosa o callada se percibe en el ámbito nacional, actualizándolo frente a la tragedia y el drama que se nos levanta como un muro de dolor humano.

Es posible que nuestra involución sea el resultado de nuestra decadencia cultural, provocada por la pérdida de los valores como la Honestidad, la Solidaridad, el Amor a la familia, el Orgullo nacional y regional, el Respeto a la autoridad y el Respeto a la vida humana.

Se nos infiltró la maldad a través de una delincuencia mejor organizada que la sociedad civil. Se contaminó nuestra identidad con imágenes manipuladas proyectadas por “la caja idiota”, como bien le llamara a la televisión Carlos Monsivais.

Es posible que la crisis económica por la que atravesamos de manera permanente, constituya la causa del individualismo que cultivamos, pues la preocupación dominante estriba en satisfacer nuestras necesidades básicas, recurriendo –incluso- a la astucia para engañar o abusar de alguien más débil.

Por eso, como abunda el ensayo de Nexos, nuestra apuesta es al propio esfuerzo, y la familia nuestro refugio como mundo nuclear.


- II -


Samuel Langhorne Clemens, prolífico escritor norteamericano conocido por el seudónimo Mark Twain, clasificó en tres categorías a las mentiras: Las mentiras, Las malditas mentiras y Las estadísticas. Tal vez -de esta singular trilogía- las que llevan mayor carga embustera serían las últimas citadas; es decir, las estadísticas, pues el mercado y los políticos las han desprestigiado al utilizarlas como instrumentos de manipulación para inducir preferencias y aceptaciones de lo que ya conlleva nuestro profundo rechazo.

No obstante, cuando los porcentajes estadísticos son el resultado de cuestionamientos planteados por profesionistas académicos especializados, deben ser motivo de observancia y análisis para tomar decisiones y elaborar teorías. Más aún, si éstos son congruentes con la realidad que se percibe.

El estudio sobre el ser del mexicano, fincado en estadísticas obtenidas en grupos de estudio y discusión de la empresa Lexia Investigación Cualitativa y publicado por la Revista Nexos cita como condición primaria de nuestra identidad el alto grado de individualismo que nos domina. Un individualismo que se sustenta en el personal esfuerzo al no confiar en sus dirigentes; un individualismo que tiene como eje rector el ámbito familiar.

¿Pero qué factores contribuyen para delinearnos el perfil de “individualistas”? El ensayo que comento cita cuatro: 1).- La desconfianza en la clase política, particularmente en el gobierno. 2).- La debilidad de las instituciones. 3).- La corrupción imperante en el uso ilegítimo del poder para beneficio de unos cuantos; y 4).- la pérdida de los valores éticos.

Con esta estructura los mexicanos vagamos en un paraje de soledad, donde cada quien busca su personal progenitor que le dé la identidad definida y las respuestas a los conflictos planteados por el entorno, pues derrotados comunitariamente optamos por llevar consigo nuestro personal fardo de esperanzas.

Por eso en México “cada quien jalamos por nuestra cuenta”, pues nos sentimos capaces de alcanzar nuestros sueños sobre la base del personal esfuerzo. Poco o nada importa la pujanza colectiva, el brío comunitario.

Las ideas expuestas alcanzan su confirmación en lo dicho por Felipe Calderón ante la comunidad judía el pasado lunes. Cito: “La política, más allá de ser el arte del poder y del dominio, lo que debe ser es el arte del bien común. Y precisamente lo que le ha hecho falta a este país es una buena política y políticos orientados al bien común, no al bien personal…”

Posteriormente, ante empresarios de Estados Unidos, aseveró: México “es un país educado en una cultura de la complicidad, corrupción, de tranza, como decimos los mexicanos…” Termino las citas.

Lamentablemente los mensajes quedaron para consumo doméstico, porque en la realidad el discursante es uno de los beneficiarios de esa política del bien personal. Un personaje que se encaramó en el poder por el poder mismo. Un expositor que se ha beneficiado de la complicidad y de la tranza.

Y esta es la urdimbre de conductas de la que surge el liberal salvaje, como se nos adjetiva en el ensayo de Nexos; mexicanos que sólo “encuentran consuelo y esperanza en su familia, idealizada como el refugio donde sí se encuentra apoyo y se pueden compartir valores, penas y miedos, tanto como alegrías y éxitos.” Mexicanos sin nociones de lo que es la responsabilidad cívica del trabajo comunitario. Y por eso… “Dejemos nuestra autosuficiencia actuando desde valores trascendentes que están por encima de los intereses egoístas de los individuos. Dejemos de creer que el individuo es el centro y la medida de todas las cosas, actuando como comunidad. Dejemos de ser individuos resignados, convirtiéndonos con otros en una fuerza subversiva e innovadora responsable de nuestros propios actos.”

martes, 22 de febrero de 2011

Lo que nos cuesta proteger al "cabrón irresponsable"




Francisco RIVAS LINARES

Epígrafe: "La razón: La “guerra” que Calderón declaró al narcotráfico, al inicio de su gestión, no existe en la entidad. Al contrario, asegura, el régimen calderonista protege al cártel de Sinaloa, que encabeza El Chapo Guzmán, fugitivo desde los primeros meses del sexenio de Vicente Fox.

“Eso significa que nos va a costar a los sinaloenses generaciones enteras, porque un cabrón irresponsable –y digo irresponsable porque es su responsabilidad– no tuvo el tamaño de hacer lo que le correspondía por mandato.”

Diputado Manuel Clouthier Carrillo



Las ocasiones en que el presidente Felipe Calderón ha visitado nuestra entidad, la ruta de su recorrido queda blindada con magnificencia desde 48 a 72 horas antes de su arribo. Si es nuestra ciudad, capital del estado, la que le dará albergue, observamos y sufrimos la toma castrense y policial desde perímetros distantes al lugar en que estará presente.

Por aire y tierra se ven transitar vehículos tripulados por el ejército y policía federal, todos con armas en ristre, movimientos enérgicos y gestos adustos. Hay quienes aseveran sentirse más seguros con tal presencia. A otros se nos aviva la sensación del miedo. Pero en todos se nos plantea la interrogante: ¿A cuánto ascenderá el costo de tanta movilización en recursos humanos, logística y demás menesteres que implican el dar protección a una sola persona, en este caso al presidente de México?

En un reportaje de Érika Ramírez publicado el 6 de febrero del presente año en la Revista Contralínea, se dan a conocer detalladamente los costos que implican dicha seguridad. Bajo el título “El miedo de Calderón cuesta tres mil millones de pesos”, se difunde que siendo el Estado Mayor Presidencial la instancia responsable de la protección del presidente, para lo cual ha ejercido la cantidad de 2 mil 153 millones de pesos, la Cámara de Diputados le otorgó una partida especial etiquetada para su “integridad física” por la cantidad de 630 millones 909 mil 250 pesos. Y hay una tercera asignación, la denominada “seguro de riesgo”, misma que importa la cantidad de 800 mil pesos.

La justificación, derivada de una “guerra” que optó por librar contra el narcotráfico y que devino posteriormente en un “combate” a la delincuencia organizada, se finca en prevenir la posibilidad de ataques atentatorios a la integridad física del presidente. Y razón no falta. Es obvio que la delincuencia vulnerada en su ilegal actividad pudiera pretender agredir al mandatario. Sin embargo el monto no sólo resulta excesivo, sino que genera dudas en su aplicación al no existir la transparencia necesaria que las disipe.


Hay economistas –como el doctor Oscar Enrique Díaz Santos, especialista en presupuesto, administración y gasto públicos- que subraya la “duplicidad” en el presupuesto asignado, ya que “la seguridad del mandatario corre a cargo del Estado Mayor”; por lo tanto, es de sospecharse un manejo “encubierto” de los recursos públicos.

Lo evidente es que los tres mil millones de pesos invertidos en la seguridad presidencial, es un presupuesto superior a otros aplicados en diversas partidas consideradas como estratégicas; tales son: Promoción del empleo; Programa de apoyo al empleo; Programa de apoyo al ingreso; Programas de apoyos directos al campo; Producción y distribución de libros de texto gratuitos; Consejo nacional de fomento educativo; por citar algunos.

Todos estamos viviendo en una sociedad de alto riesgo. La inseguridad se refleja en las estadísticas de crímenes, robos, secuestros, desaparecidos, extorciones en fin, sin contar con una protección que nos fomente la tranquilidad de vida. La justicia nos resulta inalcanzable. Tenemos casos en los que son los propios afectados quienes tienen que realizar sus indagatorias y localizar o capturar a sus agresores, con afectaciones que les llevan, incluso, a perder su propia vida.

Es fácil para la autoridad que goza de un blindaje en exceso, convocarnos a los gobernados para que anteponiendo la valentía, denunciemos con impulsos de heroísmo a los transgresores de la ley. No es posible que se nos demande confianza cuando nos encontramos en el vendaval de un huracán de miedos.

Y por eso, en esta tesitura, debemos todos organizarnos para salir de esta pesadilla circular. Sólo el pueblo se salva a sí mismo. ¿Cómo? Obligando al Estado a modificar su estrategia. Los horizontes de la imaginación están abiertos.

POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

domingo, 13 de febrero de 2011

Gobernados por el "prozac" y el "alcohol



Por:Francisco RIVAS LINARES

Durante el transcurso del gobierno de Vicente Fox Quezada, un rumor que nunca fue desmentido ni confirmado fue la ingesta frecuente que hacía el susodicho de antidepresivos. Se citaba el medicamento Prozac, cuya información médica establece que dicha medicación “ayuda a restablecer el equilibrio de ciertos productos químicos naturales en el cerebro.”

Se aducía que esa era la razón fundamental por la que siempre estaba divagando en un mundo color de rosa, al que por cierto los críticos bautizaron como foxilandia. Y razón no les faltaba, pues todos fuimos testigos obligados de sus chabacanerías y gazapos con que tropezaba este iletrado.

Tal adjetivo le fue impuesto por demostrar reiteradamente su carencia de cultura y elementales conocimientos. Buscaba formas variables de evadirse de la realidad: fingir demencia, no leer periódicos, enfermarse oportunamente. Por eso en su sexenio transitó por los caminos de Babia; es decir, distraído y ajeno.

Las relaciones que Vicente Fox tuvo con la prensa fueron difíciles. Siempre los culpó de tergiversar sus palabras, de bloquear sus intenciones de cambio incitando a los partidos de oposición y no entender el esfuerzo que estaba haciendo para refundar la nación.

Un periodista que sufrió los embates de la presidencia –desde Vicente Fox hasta Felipe Calderón- fue José Gutiérrez Vivó. Treinta y tres años de periodismo honesto, innovador y crítico, concluyó el 29 de junio de 2007 asfixiado en sus finanzas por el bloqueo publicitario que le fue impuesto. Se volvió a repetir la clásica expresión de José López Portillo: Yo no pago para que me peguen.

Recordemos también al propósito, el mensaje que el equipo de Calderón le hizo llegar apenas arribó a la presidencia, mismo que el periodista leyó el 6 de diciembre de 2006 en el Club de Periodistas de México y que transcribo a continuación:
“Están castigados. Vamos a ver cómo se comportan. Si quieren difundir nuestra información, bien; si no, también. Cuando consideremos que hay un buen comportamiento, entonces se arreglará una entrevista con el presidente Calderón.”

Y como no se portó bien, como se negó a integrarse al orfeón de las alabanzas, fue silenciada una de las voces noticiosas más escuchadas.

Y se repite la historia. Si ayer fue el prozac, hoy es el supuesto alcoholismo. Y como la periodista Carmen Aristegui demandó a la presidencia que replicara las presunciones de dipsomanía que padece Felipe Calderón, optaron por ejercer presión sobre la empresa para que rescindiera el contrato con la irreverente y la callan abruptamente.

Aristegui, quien es una de las voces más emblemáticas de la libertad de expresión, no violó en ningún momento el principio informativo de no presentar rumores como información. Se concretó a dar la noticia sobre lo sucedido en el salón de plenos de la Cámara de Diputados el jueves 3 del presente y solicitar que fuera la propia oficina presidencial la que con absoluta seriedad replicara la aseveración estampada en una manta desplegada.

Su separación de MVS radio pocas horas después del programa citado, deja entrever la intervención del poder arbitrario que se ejerce actualmente. Y aún cuando Alejandra Sota, Coordinadora de Comunicación Social de la Presidencia, aseverara que el presidente nada tuvo que ver con tal despido, YO NO LES CREO .

POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

jueves, 10 de febrero de 2011

A Carmen Aristegui le dieron su "coscorrón"




Por: Francisco RIVAS LINARES

“La lógica de los bárbaros es que quien no comparte
su maniqueísmo –para ellos sólo hay blanco y negro,
bien y mal, y los matices son peligrosos porque obligan
a pensar- es simplemente un enemigo y como tal debe
ser tratado.” GUILLERMO ALMEYRA. Periodista.


Del coscorrón que Mario Marín le dio a Lydia Cacho por la publicación de “Los demonios del Edén”, descubriendo así una red de pederastas que operaban en México y en la que se encontraban coludidos empresarios y políticos, el presidente Calderón motivó su numen e hizo lo propio con Carmen Aristegui por atreverse a solicitar a la Presidencia que respondiera, de manera seria, a las reiteradas alusiones que se hacen sobre su presunto hábito al alcoholismo que padece.

La respuesta fue la censura y en consecuencia el despido abrupto de la periodista de la empresa MVS radio, precedida de su negación a leer una disculpa pública, previamente escrita por terceras personas de la empresa o de la misma presidencia.

La mascarada expuesta fue la transgresión en que incurrió Aristegui al código de ética comprometido, al difundir como noticia un rumor ya propagado en el ámbito nacional, código que la propia periodista elaboró al ser contratada en enero de 2009 por MVS radio.

Lo cierto es que Carmen Aristegui no incurrió en tal desacato, puesto que al referirse a la nota generada en la sesión plenaria de la Cámara de Diputados, partiendo de la leyenda de la manta desplegada por legisladores, donde se imputa al señor Calderón de dipsomanía, exhortó a la misma Presidencia fijara su posición y diera respuesta puntual.

Para congraciarse Multivisión con el poder político, servilmente optó por ofrecerle al Tlatoani gobernante el sacrificio de la periodista más emblemática de la libertad de expresión, en aras de obtener el favor de la renovación concesionaria.

Las condiciones de salud y lucidez que deben prevalecer en el mandatado supremo de la nación, constituyen un asunto de interés público y no debe considerarse como falta de respeto a la institución que representa si se demanda información al respecto.

El rumor al que alude la empresa ha sido intenso y sostenido desde hace bastante tiempo; y un rumor se hace noticia cuando es investigada como tal, comprobada y publicada, pues de lo contrario el silencio denotaría la confirmación de lo presumible.

Cuando se carece de una comunicación efectiva entre el gobernante con sus gobernados, cuando la credibilidad en las personas que ejercen el poder está minada, cuando se sortean crisis de pobreza, inseguridad, empleo, salud, educación, de liderazgo en fin, surgen los rumores como catalizadores de la necesidad del conocimiento.

Ahora bien. El periodismo ha resultado sumamente agredido en la década de los gobiernos panistas. Agresiones que van desde la denuncia por daño moral, interpuestas por quienes son descubiertos en maniobras y corruptelas en que incurren en el ejercicio del poder público.

Destacan exponencialmente las demandas interpuestas por Marta Sahagún contra Olga Wornat y el semanario Proceso, por publicar en sus libros “La Jefa” y “Crónicas Malditas” los excesos de Marta Sahagún y sus hijos Manuel y Jorge Bribiesca Sahagún; la del exdiputado federal Gerardo Sosa contra Alfredo Rivera y Miguel Ángel Granados Chapa por la publicación del libro “La Sosa Nostra. Gobierno y Porrismo coludidos en Hidalgo”; y la de la empresa Oceanografía contra la revista Contralínea, por dar a conocer el tráfico de influencias de familiares de Vicente Fox en Petróleos Mexicanos.

No debemos pasar por alto los casos de Lydia Cacho y Anabel Hernández, esta última amenazada de muerte por la publicación de su libro “Los señores del narco”, en el que descubre las complicidades que se dan entre los delincuentes que se dedican al cultivo y trasiego de drogas y los hombres del poder político y económico.

La intimidación, el asesinato, el secuestro y la desaparición, constituyen factores que atentan contra la libertad de expresión. Según datos de Periodistas sin Frontera, uno de cada diez periodistas asesinados en México, muestra marcas de tortura.

Al gobierno le interesa cultivar el pensamiento único en materia de información. Por eso los periodistas que se atreven a disentir de los “boletines” oficiales y contrastan lo que se declara con la realidad que priva en el país, son incómodos al sistema y tratan de callarlos de manera violenta.

Los empeños por sostener la propaganda gobbeliana que conceda credibilidad a los sofismas oficiales, han resultado contraproducentes puesto que lejos de divorciarnos de la realidad, nos hace tomar conciencia de los desparpajos que privan en la política de bienestar.

Citemos: No obstante que el Estado Mexicano a través de sus leyes está obligado a garantizar el desarrollo social de toda la población, su fracaso es evidente y pretenden ocultarlo mediante una retórica huera e inconsistente.

“Vivir mejor” es el programa que presentó el gobierno federal para tratar de convencernos que busca “generar condiciones de crecimiento económico y de prosperidad social”, mediante la implementación de “políticas públicas que promueven el Desarrollo Humano Sustentable”. Pero la verborrea concentrada en el documento de marras contrasta con los resultados: pobreza, desempleo, inseguridad, violaciones a los derechos humanos, disminución del poder adquisitivo, etc., constituyen el contexto en que nos desenvolvemos todos para sobrevivir.

Y esa es la denuncia permanente de los periodistas honestos, de quienes se resisten a los argumentos absolutos, de los transgresores de la verdad oficiosa. Mantendremos siempre ondeando el paradigma de Milan Kundera, el de La insoportable levedad del ser que transcribo: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.”

POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!