martes, 22 de febrero de 2011

Lo que nos cuesta proteger al "cabrón irresponsable"




Francisco RIVAS LINARES

Epígrafe: "La razón: La “guerra” que Calderón declaró al narcotráfico, al inicio de su gestión, no existe en la entidad. Al contrario, asegura, el régimen calderonista protege al cártel de Sinaloa, que encabeza El Chapo Guzmán, fugitivo desde los primeros meses del sexenio de Vicente Fox.

“Eso significa que nos va a costar a los sinaloenses generaciones enteras, porque un cabrón irresponsable –y digo irresponsable porque es su responsabilidad– no tuvo el tamaño de hacer lo que le correspondía por mandato.”

Diputado Manuel Clouthier Carrillo



Las ocasiones en que el presidente Felipe Calderón ha visitado nuestra entidad, la ruta de su recorrido queda blindada con magnificencia desde 48 a 72 horas antes de su arribo. Si es nuestra ciudad, capital del estado, la que le dará albergue, observamos y sufrimos la toma castrense y policial desde perímetros distantes al lugar en que estará presente.

Por aire y tierra se ven transitar vehículos tripulados por el ejército y policía federal, todos con armas en ristre, movimientos enérgicos y gestos adustos. Hay quienes aseveran sentirse más seguros con tal presencia. A otros se nos aviva la sensación del miedo. Pero en todos se nos plantea la interrogante: ¿A cuánto ascenderá el costo de tanta movilización en recursos humanos, logística y demás menesteres que implican el dar protección a una sola persona, en este caso al presidente de México?

En un reportaje de Érika Ramírez publicado el 6 de febrero del presente año en la Revista Contralínea, se dan a conocer detalladamente los costos que implican dicha seguridad. Bajo el título “El miedo de Calderón cuesta tres mil millones de pesos”, se difunde que siendo el Estado Mayor Presidencial la instancia responsable de la protección del presidente, para lo cual ha ejercido la cantidad de 2 mil 153 millones de pesos, la Cámara de Diputados le otorgó una partida especial etiquetada para su “integridad física” por la cantidad de 630 millones 909 mil 250 pesos. Y hay una tercera asignación, la denominada “seguro de riesgo”, misma que importa la cantidad de 800 mil pesos.

La justificación, derivada de una “guerra” que optó por librar contra el narcotráfico y que devino posteriormente en un “combate” a la delincuencia organizada, se finca en prevenir la posibilidad de ataques atentatorios a la integridad física del presidente. Y razón no falta. Es obvio que la delincuencia vulnerada en su ilegal actividad pudiera pretender agredir al mandatario. Sin embargo el monto no sólo resulta excesivo, sino que genera dudas en su aplicación al no existir la transparencia necesaria que las disipe.


Hay economistas –como el doctor Oscar Enrique Díaz Santos, especialista en presupuesto, administración y gasto públicos- que subraya la “duplicidad” en el presupuesto asignado, ya que “la seguridad del mandatario corre a cargo del Estado Mayor”; por lo tanto, es de sospecharse un manejo “encubierto” de los recursos públicos.

Lo evidente es que los tres mil millones de pesos invertidos en la seguridad presidencial, es un presupuesto superior a otros aplicados en diversas partidas consideradas como estratégicas; tales son: Promoción del empleo; Programa de apoyo al empleo; Programa de apoyo al ingreso; Programas de apoyos directos al campo; Producción y distribución de libros de texto gratuitos; Consejo nacional de fomento educativo; por citar algunos.

Todos estamos viviendo en una sociedad de alto riesgo. La inseguridad se refleja en las estadísticas de crímenes, robos, secuestros, desaparecidos, extorciones en fin, sin contar con una protección que nos fomente la tranquilidad de vida. La justicia nos resulta inalcanzable. Tenemos casos en los que son los propios afectados quienes tienen que realizar sus indagatorias y localizar o capturar a sus agresores, con afectaciones que les llevan, incluso, a perder su propia vida.

Es fácil para la autoridad que goza de un blindaje en exceso, convocarnos a los gobernados para que anteponiendo la valentía, denunciemos con impulsos de heroísmo a los transgresores de la ley. No es posible que se nos demande confianza cuando nos encontramos en el vendaval de un huracán de miedos.

Y por eso, en esta tesitura, debemos todos organizarnos para salir de esta pesadilla circular. Sólo el pueblo se salva a sí mismo. ¿Cómo? Obligando al Estado a modificar su estrategia. Los horizontes de la imaginación están abiertos.

POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

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