domingo, 13 de febrero de 2011

Gobernados por el "prozac" y el "alcohol



Por:Francisco RIVAS LINARES

Durante el transcurso del gobierno de Vicente Fox Quezada, un rumor que nunca fue desmentido ni confirmado fue la ingesta frecuente que hacía el susodicho de antidepresivos. Se citaba el medicamento Prozac, cuya información médica establece que dicha medicación “ayuda a restablecer el equilibrio de ciertos productos químicos naturales en el cerebro.”

Se aducía que esa era la razón fundamental por la que siempre estaba divagando en un mundo color de rosa, al que por cierto los críticos bautizaron como foxilandia. Y razón no les faltaba, pues todos fuimos testigos obligados de sus chabacanerías y gazapos con que tropezaba este iletrado.

Tal adjetivo le fue impuesto por demostrar reiteradamente su carencia de cultura y elementales conocimientos. Buscaba formas variables de evadirse de la realidad: fingir demencia, no leer periódicos, enfermarse oportunamente. Por eso en su sexenio transitó por los caminos de Babia; es decir, distraído y ajeno.

Las relaciones que Vicente Fox tuvo con la prensa fueron difíciles. Siempre los culpó de tergiversar sus palabras, de bloquear sus intenciones de cambio incitando a los partidos de oposición y no entender el esfuerzo que estaba haciendo para refundar la nación.

Un periodista que sufrió los embates de la presidencia –desde Vicente Fox hasta Felipe Calderón- fue José Gutiérrez Vivó. Treinta y tres años de periodismo honesto, innovador y crítico, concluyó el 29 de junio de 2007 asfixiado en sus finanzas por el bloqueo publicitario que le fue impuesto. Se volvió a repetir la clásica expresión de José López Portillo: Yo no pago para que me peguen.

Recordemos también al propósito, el mensaje que el equipo de Calderón le hizo llegar apenas arribó a la presidencia, mismo que el periodista leyó el 6 de diciembre de 2006 en el Club de Periodistas de México y que transcribo a continuación:
“Están castigados. Vamos a ver cómo se comportan. Si quieren difundir nuestra información, bien; si no, también. Cuando consideremos que hay un buen comportamiento, entonces se arreglará una entrevista con el presidente Calderón.”

Y como no se portó bien, como se negó a integrarse al orfeón de las alabanzas, fue silenciada una de las voces noticiosas más escuchadas.

Y se repite la historia. Si ayer fue el prozac, hoy es el supuesto alcoholismo. Y como la periodista Carmen Aristegui demandó a la presidencia que replicara las presunciones de dipsomanía que padece Felipe Calderón, optaron por ejercer presión sobre la empresa para que rescindiera el contrato con la irreverente y la callan abruptamente.

Aristegui, quien es una de las voces más emblemáticas de la libertad de expresión, no violó en ningún momento el principio informativo de no presentar rumores como información. Se concretó a dar la noticia sobre lo sucedido en el salón de plenos de la Cámara de Diputados el jueves 3 del presente y solicitar que fuera la propia oficina presidencial la que con absoluta seriedad replicara la aseveración estampada en una manta desplegada.

Su separación de MVS radio pocas horas después del programa citado, deja entrever la intervención del poder arbitrario que se ejerce actualmente. Y aún cuando Alejandra Sota, Coordinadora de Comunicación Social de la Presidencia, aseverara que el presidente nada tuvo que ver con tal despido, YO NO LES CREO .

POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

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