miércoles, 27 de abril de 2011
La dicotomía de la educación: Calidad educativa y calidad directiva
Por: Francisco RIVAS LINARES
“Debemos potenciar al educando a partir del
reforzamiento de las estructuras
integradoras de la sociedad.”
Frecuentemente escuchamos la exigencia social de la calidad educativa. Es una expresión controvertida que estimula discusiones y debates. Cada quien tiene su idea sobre la calidad, puesto que se trata de un término que implica una apreciación subjetiva.
Sin embargo, pese a la controversia del término, todos sabemos lo que queremos decir cuando demandamos calidad en el servicio educativo: un servicio que satisfaga nuestras expectativas, un servicio que funcione como queremos y deseamos, a fin de que se refleje en la capacidad que deberán adquirir los educandos para conocer, interpretar y transformar el mundo.
Pero la calidad implica el concurso de varios factores, desde la cobertura del servicio hasta la calidad directiva, pasando por los planes, programas, libros de texto, instalaciones y equipos escolares, el profesionalismo del docente y su capacidad para desarrollar un trabajo creativo e innovador, la suficiencia presupuestal que se le asigne al sistema educativo, la alimentación e higiene de los alumnos y el ambiente familiar en que se desenvuelve, etcétera.
El modelo administrativo es fundamental. En nuestro país la administración de lo educativo es absoluta, tiránica y caduca. No se ha simplificado ni la captura ni el registro estadístico. Una burocracia que enreda y que funciona a ritmos lentos y tortuosos. El Reglamento de los Trabajadores data del 29 de enero de 1946, el cual fue expedido por Manuel Ávila Camacho, lo que significa que las relaciones laborales de los trabajadores de la educación con el gobierno-patrón en el siglo XXI, está reglamentada con criterios de hace 65 años.
Y como si no fuera suficiente lo anterior, la incidencia del sindicato que siempre ha estado liderado por personajes corruptos que se dedican a construir espacios de influencia y poder en la escala política nacional.
Lamentablemente la educación zozobra. No hay quien dé norte a este servicio fundamental e indispensable para el desarrollo de nuestra nación. Tanto la pública como la privada no garantizan la calidad que los ciudadanos demandamos como sociedad compleja y cambiante.
Si no hay calidad en los directivos (desde el secretario de educación hasta los directores, y supervisores), no se puede esperar calidad en los docentes. No hay rumbo. No está delineado el horizonte y obviamente causa perturbación en los prestadores del servicio.
En el año 2003, se llevó a efecto en Brasil una reunión de países pertenecientes a la UNESCO (entre ellos, México). En la misma, se definieron los factores que contribuyen para el logro de la calidad educativa, comprometiéndose los firmantes a dar cumplimiento de ellos. Son diez y los cito a continuación:
Una educación pertinente en lo personal y lo social. Una tensión creativa entre la convicción, la estima y la autoestima de las sociedades y de las administraciones en el valor de la educación. La fortaleza ética y profesional de los maestros. La capacidad de conducción de los directores e inspectores. El trabajo en equipo dentro de las escuelas y del sistema educativo. Las alianzas entre las escuelas y los otros agentes educativos. El currículo en todos sus niveles. La cantidad, calidad y disponibilidad de materiales educativos. La pluralidad y calidad de las didácticas. Y los mínimos materiales y los incentivos socioeconómicos y culturales.
A ocho años de distancia de tal acontecimiento, México sigue aún sin dar cumplimiento a lo comprometido, como tantos otros que han quedado sólo en la caligrafía de una firma.
POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!
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