martes, 29 de marzo de 2011
Entre el sadismo y la perversión
Por: Francisco Rivas Linares
Cuando los pueblos padecen crisis en su seguridad personal y familiar, cuando se percibe la incapacidad del gobernante para someter a control a quienes han roto con el equilibrio social, cancelando la tranquilidad de los gobernados, éstos estarían dispuestos a someter sus más elementales garantías a la tutela permanente de las fuerzas represoras de sujetos sin escrúpulos para gravitar entre el sadismo y la perversión.
La condición turbulenta que se ha instalado como consecuencia de una guerra torpe declarada contra el poder del narco, se describe en el número de ejecuciones cotidianas que día a día son noticia. Y aunque el gobernante aparezca en los medios como ilustre patricio diciéndonos que todo marcha por el camino correcto, las víctimas de “fuego cruzado” lo desmienten.
En la mortificación se construyen anhelos irracionales. Se reclama la presencia de un vengador que satisfaga nuestra personal justicia. Demandamos la ley del talión que equipare el castigo con el delito cometido, una justicia retributiva que se concrete en el ojo por ojo y diente por diente.
Hemos llegado al límite de la venganza libre, a los dinteles del primitivismo y la barbarie.
Por eso cuando el general en retiro Carlos Bibiano Villa Castillo declaró a la periodista Sanjuana Martínez: “Cuando agarro a un Zeta o Chapo, lo mato. ¿Para qué interrogarlo?, generó simpatías y apoyos incondicionales. Se reclamó la presencia de muchos personajes vengadores que, como el declarante, llegaran a satisfacer nuestros sentimientos de rabia y odio.
La jactancia de Villa Castillo la rubricó al calificarse como incorruptible y leal hasta la muerte; y cerrando el círculo, dijo: “mi padre es el Ejército y mi madre la Patria. A ellos les debo todo. Me educaron, me adoctrinaron y me prepararon para esto.”
Tal vez, sin pensarlo así, el general encontró como sustento teórico a Maquiavelo, quien escribió en su obra “El Príncipe”, lo siguiente: “Cuando se trata de la patria, no debe existir consideración alguna ni de lo justo ni de lo injusto, ni de lo loable ni de lo ignominioso.” Termino la cita.
Legalizando la venganza caeríamos en los absurdos. Las coyunturas que ofrecen las crisis son aprovechadas por los delirantes en el ejercicio del poder, y encontrando inspiración en el legado del florentino Maquiavelo, cometen barbarie. Sobran ejemplos: Hitler, Pinochet, Somoza, Franco, Videla, etc., quienes bajo el manto de la falsa promesa de regresar la tranquilidad y el equilibrio social, llegaron a imponer sus propios desvaríos, instalando una relación de fuerza con los gobernados.
Por eso debemos ser cuidadosos en grado extremo, pues al caminar sobre el filo de la navaja pudiéramos estar invocando la imposición de un poder arrebatado. Si bien es cierto que ha faltado inteligencia en el mando supremo, no deberá ser motivo para justificar acciones tan controvertidas como las ejecuciones extralegales.
POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!
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