jueves, 10 de febrero de 2011
A Carmen Aristegui le dieron su "coscorrón"
Por: Francisco RIVAS LINARES
“La lógica de los bárbaros es que quien no comparte
su maniqueísmo –para ellos sólo hay blanco y negro,
bien y mal, y los matices son peligrosos porque obligan
a pensar- es simplemente un enemigo y como tal debe
ser tratado.” GUILLERMO ALMEYRA. Periodista.
Del coscorrón que Mario Marín le dio a Lydia Cacho por la publicación de “Los demonios del Edén”, descubriendo así una red de pederastas que operaban en México y en la que se encontraban coludidos empresarios y políticos, el presidente Calderón motivó su numen e hizo lo propio con Carmen Aristegui por atreverse a solicitar a la Presidencia que respondiera, de manera seria, a las reiteradas alusiones que se hacen sobre su presunto hábito al alcoholismo que padece.
La respuesta fue la censura y en consecuencia el despido abrupto de la periodista de la empresa MVS radio, precedida de su negación a leer una disculpa pública, previamente escrita por terceras personas de la empresa o de la misma presidencia.
La mascarada expuesta fue la transgresión en que incurrió Aristegui al código de ética comprometido, al difundir como noticia un rumor ya propagado en el ámbito nacional, código que la propia periodista elaboró al ser contratada en enero de 2009 por MVS radio.
Lo cierto es que Carmen Aristegui no incurrió en tal desacato, puesto que al referirse a la nota generada en la sesión plenaria de la Cámara de Diputados, partiendo de la leyenda de la manta desplegada por legisladores, donde se imputa al señor Calderón de dipsomanía, exhortó a la misma Presidencia fijara su posición y diera respuesta puntual.
Para congraciarse Multivisión con el poder político, servilmente optó por ofrecerle al Tlatoani gobernante el sacrificio de la periodista más emblemática de la libertad de expresión, en aras de obtener el favor de la renovación concesionaria.
Las condiciones de salud y lucidez que deben prevalecer en el mandatado supremo de la nación, constituyen un asunto de interés público y no debe considerarse como falta de respeto a la institución que representa si se demanda información al respecto.
El rumor al que alude la empresa ha sido intenso y sostenido desde hace bastante tiempo; y un rumor se hace noticia cuando es investigada como tal, comprobada y publicada, pues de lo contrario el silencio denotaría la confirmación de lo presumible.
Cuando se carece de una comunicación efectiva entre el gobernante con sus gobernados, cuando la credibilidad en las personas que ejercen el poder está minada, cuando se sortean crisis de pobreza, inseguridad, empleo, salud, educación, de liderazgo en fin, surgen los rumores como catalizadores de la necesidad del conocimiento.
Ahora bien. El periodismo ha resultado sumamente agredido en la década de los gobiernos panistas. Agresiones que van desde la denuncia por daño moral, interpuestas por quienes son descubiertos en maniobras y corruptelas en que incurren en el ejercicio del poder público.
Destacan exponencialmente las demandas interpuestas por Marta Sahagún contra Olga Wornat y el semanario Proceso, por publicar en sus libros “La Jefa” y “Crónicas Malditas” los excesos de Marta Sahagún y sus hijos Manuel y Jorge Bribiesca Sahagún; la del exdiputado federal Gerardo Sosa contra Alfredo Rivera y Miguel Ángel Granados Chapa por la publicación del libro “La Sosa Nostra. Gobierno y Porrismo coludidos en Hidalgo”; y la de la empresa Oceanografía contra la revista Contralínea, por dar a conocer el tráfico de influencias de familiares de Vicente Fox en Petróleos Mexicanos.
No debemos pasar por alto los casos de Lydia Cacho y Anabel Hernández, esta última amenazada de muerte por la publicación de su libro “Los señores del narco”, en el que descubre las complicidades que se dan entre los delincuentes que se dedican al cultivo y trasiego de drogas y los hombres del poder político y económico.
La intimidación, el asesinato, el secuestro y la desaparición, constituyen factores que atentan contra la libertad de expresión. Según datos de Periodistas sin Frontera, uno de cada diez periodistas asesinados en México, muestra marcas de tortura.
Al gobierno le interesa cultivar el pensamiento único en materia de información. Por eso los periodistas que se atreven a disentir de los “boletines” oficiales y contrastan lo que se declara con la realidad que priva en el país, son incómodos al sistema y tratan de callarlos de manera violenta.
Los empeños por sostener la propaganda gobbeliana que conceda credibilidad a los sofismas oficiales, han resultado contraproducentes puesto que lejos de divorciarnos de la realidad, nos hace tomar conciencia de los desparpajos que privan en la política de bienestar.
Citemos: No obstante que el Estado Mexicano a través de sus leyes está obligado a garantizar el desarrollo social de toda la población, su fracaso es evidente y pretenden ocultarlo mediante una retórica huera e inconsistente.
“Vivir mejor” es el programa que presentó el gobierno federal para tratar de convencernos que busca “generar condiciones de crecimiento económico y de prosperidad social”, mediante la implementación de “políticas públicas que promueven el Desarrollo Humano Sustentable”. Pero la verborrea concentrada en el documento de marras contrasta con los resultados: pobreza, desempleo, inseguridad, violaciones a los derechos humanos, disminución del poder adquisitivo, etc., constituyen el contexto en que nos desenvolvemos todos para sobrevivir.
Y esa es la denuncia permanente de los periodistas honestos, de quienes se resisten a los argumentos absolutos, de los transgresores de la verdad oficiosa. Mantendremos siempre ondeando el paradigma de Milan Kundera, el de La insoportable levedad del ser que transcribo: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.”
POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!
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