miércoles, 23 de julio de 2014

Trampas retóricas de los políticos





Francisco Rivas Linares


Tres expresiones de preferencia marcada se suelen escuchar en declaraciones de políticos y gobernantes: Estado de derecho, Todo el peso de la ley y Asumimos los costos políticos.

 

Para justificar sus decisiones que lleven implícitos perjuicios en contra de ciudadanos, se asumen como, los fieles de la balanza y aseguran estar actuando conforme al Estado de derecho; es decir, apegándose al gobierno de las leyes.

 

Sin embargo la realidad observable no coincide con tal sentido. El sistema de justicia de México ha sido motivo de censura y observaciones por parte de organismos nacionales e internacionales por la manera de proceder en la aplicación de las leyes. Selectividad, interpretación arbitraria, torcedura de las leyes (mejor conocida como “chicanadas”), aplicaciones coyunturales, etc.

 

Amnistía Internacional ha declarado al sistema de justicia penal mexicano en situación de crisis. Califica de graves las deficiencias de los sistemas de seguridad pública y de justicia penal, en virtud de las diferencias enormes que existen entre los principios jurídicos y la protección efectiva, las irregularidades de la detención preventiva, la presentación de cargos falsos contra activistas políticos y defensores de los derechos humanos y la ausencia del principio de presunción de inocencia.

 

El profesor-investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, Sergio Aguayo, en una de las mesas de análisis que promueve la periodista Carmen Aristegui, caracterizó de manera atinada a nuestro sistema de justicia concediéndole tres cualidades: Ser lenta, corrupta e impredecible. Estas tres condiciones son cabalmente opuestas a las que demanda Amnistía Internacional, que son: Justicia penal fuerte, imparcial y con mecanismos efectivos de rendición de cuentas.

 

Otro referente que nos obliga a consultar, es el publicado por la organización multinacional “Proyecto Mundial de Justicia” a raíz de una investigación realizada en  97 países sobre la calidad de aplicación de la ley. México ocupó el lugar 91 “por irregularidades en sus sistemas de investigación y adjudicación, discriminación rampante contra grupos vulnerables, corrupción entre jueces y procuradurías y violación de los derechos de debido proceso de los acusados.” Y es más, México quedó por debajo de naciones que viven peores condiciones económicas como Tanzania, Senegal, Etiopía y Malawi. Y un dato que no deja de sorprendernos.

 

De manera que ¿a qué Estado de derecho se referirán quienes ejercen el poder? Seguramente al propio.

 

El enunciado Todo el peso de la ley, me hace recordar la frase juarista célebre: “A mis amigos, justicia y gracia; a mis enemigos, justicia a secas”, una expresión que rompe de hecho con la vinculación que debe existir entre el Derecho y la Ética. Lo cierto es que  quienes ostentan el poder al exclamar “todo el peso de la ley” aplica sólo para sus opositores y/o enemigos, en ellos se ceban y cumplen a cabalidad con la expresión juarista aplicando literalmente la ley bajo un solo sustento, la voluntad particular, en franca contradicción al paradigma que dice “la ley es la expresión de la voluntad esclarecida de la soberanía popular.”

 

Finalmente, asumir los “costos políticos” sobre una decisión que va en perjuicio de las mayorías, es una retórica falsa y huera. Se curan en salud anticipándose al repudio a que se harán acreedores, cuando saben de antemano que el control de daños lo tienen asegurado en la cualidad desmemoriada del pueblo y su habilidad manipuladora  de los procesos electoreros.

No hay comentarios: