sábado, 6 de agosto de 2011

Entre la pobreza de los gobernados y el glamour de los gobernates




Francisco RIVAS LINARES

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, dio a conocer el estimativo correspondiente al año 2010 sobre el incremento de la pobreza en América Latina: Nueve millones de personas fueron incorporadas al colectivo que padece el flagelo del hambre.

México, país que desde el sexenio de Fox sufre la persistencia de políticos irresponsables, al pretender hacernos creer que vivimos en atmósferas de bienestar fingida, aporta el 80 por ciento de esos nueve millones declarados. Y ya ubicándonos en nuestra geografía específica, tan sólo en los últimos cuatro años del presente sexenio se incrementaron doce millones adicionales al submundo de la miseria.

No obstante lo anterior, el gobierno federal ha declarado que: “gracias a la responsabilidad con la cual los gobiernos humanistas han conducido a la nación, hoy México no padece el empobrecimiento general de otras épocas”.

En este país de mentiras, sólo a los caraduras se les puede ocurrir la expresión anterior, pues en tanto que organismos internacionales denuncian su preocupación por la ausencia de sensibilidad en el actual gobierno, pretenden matizarnos lo que se percibe en el horizonte de la miseria que campea en todo el territorio nacional.

Aún si nos plegáramos a los datos difundidos por el Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social, órgano oficial del gobierno federal para registrar las líneas de la pobreza, no obstante su gradación convenida ha dicho que el 53% de la población vive en alguna condición de pobreza.

La pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda, es uno de los factores determinantes; el otro, la contracción salarial. Ambas han sido traumáticas en suma. Entre 2008 y 2010 el ingreso promedio por hogar disminuyó en 12.3%.


Nuestros niños y adolescentes viven una situación angustiante. La noticia que se dio a conocer el martes 2 del presente, por cuanto a que 21 millones 400 mil viven en la pobreza, de los cuales 5 millones 100 mil se encuentran en la pobreza extrema, es el síndrome de la ineficacia de los gobernantes.

En estos menores el crimen organizado encuentra un flujo propicio para engrosar sus filas. El hambre es mala consejera y optan por enrolarse aún a costa de tener una vida breve.

Por eso es que se ha insistido en el cambio de estrategia para combatir las huestes de la delincuencia mediante programas de atención social, educación, adiestramiento en manualidades y oficios. Pero se ha preferido caminar por el filo de la navaja, antes que declinar el capricho.

El concepto de desarrollo humano, centrado en el bienestar y el desarrollo de las capacidades de los seres humanos, debería ser una valiosa alternativa si se contara con inteligencia en la clase gobernante. Pero lamentablemente es de lo que carecen. Tenemos políticos nulos. Y ante tal estirpe, anulemos mejor nuestro voto.

Un comentario final. A los políticos les ha dado la fiebre de la presunción frívola. Gustan de exhibirse en revistas y páginas sociales de los “bonitos”. Presumen sus reventones como aquél personaje de tiras cómicas a mediados del siglo pasado llamado Don Fulgencio, sin infancia, y nos muestran sus conquistas de “machos”. Todo en un ambiente de glamour.

Martha Sahagún, Vicente Fox, Arturo Montiel y Enrique Peña Nieto serían los más emblemáticos. Ahora un personaje, que se dice ser de “izquierda”, se les agrega: Marcelo Ebrard. Todos en el reposo de la uniformidad faraónica. Todos en el frenesí de su comedia machista. Todo a costa de la hacienda pública. ¡Esto es México, señores!

POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

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