martes, 28 de abril de 2009

Influenza y demagogia


Los procesos electorales dan cabida a posiciones estúpidas y estupidizantes por parte de los políticos que proliferan en nuestro territorio. Estos dan ocasión para dar uso a la demagogia manipuladora a fin de atraer los sufragios que les permitan seguir manteniéndose pegados a la ubre oficial.

En nuestro país se considera la política como el arte del engaño. Pero a fuerza de repetir tales engaños, hemos llegado a los tiempos del hartazgo; un hartazgo que lejos de propiciar actos de rebeldía, nos hunde en la pasividad y la indiferencia.

Nuestra escasa cultura política propicia la predisposición que tenemos a ser manipulados por los mensajes, tanto de la propaganda oficial como de los partidos políticos, y no ejercitar la reflexión. Así nos enajenan con mensajes digeridos e imágenes que constituyen realidades virtuales que únicamente existen en la mente de los manipuladores.

Ofreceré un dato: El Instituto Nacional de Estadística y Geografía aplicó La Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas para medir nuestro índice cultural en lo político. Los resultados han confirmado lo que ya era obvio: el fracaso lamentable en que nos encontramos inmersos. La educación política no se nos da. Somos un pueblo globero por nuestra fácil distracción.

Dominados por una casta de políticos corrompidos, hemos concluido en la necesidad de sacudir el árbol. Una de las formas para hacerlo, sería la participación masiva en el sufragio. Pero, lamentablemente, las instituciones que deberían ser garantes de que nuestro voto fuera respetado, me refiero al Instituto Federal Electoral y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, fueron arrasadas por una caterva de pervertidos tribunos y magistrados que avalaron el fraude electoral del año 2006, dando paso al “espuriato”.

Ahora la pandemia de politicastros –estos sí que constituyen la pandemia veraz que nos acosa desde hace muchas décadas- se transmutan en una incontrolable verborrea que nos aturde y extravía. Aprovechando la influenza porcina pretenden exponernos la cualidad que nunca han tenido pero que les reditúa copiosa propina electorera: una paternal protección al pueblo.

Y nos ofrecen datos y cifras, sugerencias y recomendaciones para controlar el mal. Pero se abstienen de darnos explicaciones que den respuesta al por qué llegamos a esta situación. La respuesta es única e ineludible: La política sanitaria se encuentra en crisis, tanto como la económica, la educativa, la alimentaria… en fin, somos una red de agujeros que nos hace palidecer ante cualquier contingencia.

¿Cuál ha sido la valoración que en los últimos 20 años han dado los gobiernos a la salud del pueblo?

La estructura del poder ha perdido su enfoque pluralista para concentrarse en la clase dominante del sistema: La clase empresarial. Fox fue tan cínico que así lo declaró. Esto denota la incapacidad de quienes nos gobiernan para producir el estado de bienestar requerido por sus gobernados.

Las instituciones paraestatales destinadas a la vigilancia de nuestro bienestar saludable, fueron restringiendo sus funciones en virtud de severos recortes económicos. Ahí se encuentran el Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales, el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y el Instituto de Higiene, organismos responsables de la investigación médico-sanitaria en nuestro país.

Recortar el presupuesto a los Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México para favorecer a la empresa francesa Sanofi Pasteur en la producción y desarrollo de vacunas, es indicativo del desprecio con que nuestros gobiernos han tratado a sus bases sociales.

No, nunca podrán acostumbrarnos a vivir pasivamente nuestras tragedias. Seguiremos denunciando los colmos del poder, sus complicidades y absurdos para romper su compleja urdimbre de complicidades.

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