En una reunión sin precedente, Felipe Calderón les demandó a sus colaboradores que no toleraran la corrupción, que se pusieran en los zapatos de la gente común y que defendieran a ultranza las acciones emprendidas por el gobierno federal.
Extraño pedimento de un gobernante” que surgió de la actuación corrompida de personajes que se encontraban al frente de las instituciones electorales; corrupción estimulada desde la Presidencia con Vicente Fox, pasando por organismos empresariales y los medios electrónicos. De alguien que no se ha puesto en los zapatos de los demás, privatizando los fondos de pensiones, aumentando el costo de los productos básicos y frenando los salarios de los trabajadores. De ese que prometió que a todos nos iba a ir muy bien y que sigue venteando mentiras y engaños y que solicita, todavía con gran cinismo, que le defiendan sus ocurrencias.
La perversidad se ha entronizado en los ámbitos de la política. Los excesos de la corrupción han alcanzado niveles de espanto, y tanto la impunidad como el encubrimiento que se da entre la élite del poder es lo que tiene a la patria de rodillas.
La solicitud enérgica que hizo el habitante de Los Pinos, no tiene trascendencia ni valor puesto que proviene de quien ha convivido y protegido a ese tipo de especimenes. Francisco Labastida, con el fraude cometido por más de mil millones de pesos a PEMEX para financiar su innefable campaña presidencial, y mismo que ahora –con gran descaro- preside la comisión de energía en el Senado, conduciendo los debates sobre la privatización del petróleo.
O el caso de su alfil, el churumbel Juan Camilo Mouriño, que fue sorprendido en un escandaloso tráfico de influencias en beneficio de su familia y con obvio detrimento de la economía del país; más sin embargo, ahí lo está sosteniendo para vergüenza personal y pública.
Ponerse en los zapatos de los otros, de quienes padecen la miseria como consecuencia de un gobierno baquetón y rapaz, les obligaría a expedirse a si mismos una boleta de ingreso a penales de alta seguridad sin que quedara alguien para aplicar el cerrojo.
No, señor Calderón, usted no tiene autoridad moral para demandarle a nadie un comportamiento decente. Sus decisiones de gobierno van sólo a beneficiar a los dueños del dinero, a los banqueros, a los empresarios. Usted decidió aliarse con los más corruptos del sindicalismo, Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps. Usted protege a Javier Lozano Alarcón como Secretario de Trabajo y Protección Social y quien está involucrado en el origen y el manejo de la sucia fortuna incautada al chino Zhenli Ye Gon. Usted está protegiendo a Mario Marín, el “gober” precioso de Puebla y al fascista Ulises Ruiz, represor del pueblo oaxaqueño.
Por esto y más, usted no se ha ganado el respeto de sus gobernados, y en la ausencia del respeto se cultiva el destrozo individual y social. De manera que… ¿para qué tanta tramoya?
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