sábado, 18 de abril de 2015
martes, 10 de marzo de 2015
El PRI y la "caja china"
Francisco RIVAS LINARES
No
hay gobierno que no llegue a utilizar la estrategia de manipulación
comunicativa conocida como “La Caja China”. Su denominación proviene de una
secuencia de cajas que, cuando se logra abrir la primera, dentro de ella existe
otra mas chica, en cuyo interior hay otra más pequeña y así sucesivamente.
Como
recurso literario, consiste en incluir relatos menores dentro de uno mayor.
Miguel de Cervantes, en su celebre El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha, incluye en su desarrollo otros relatos cortos derivativos de la
narración central.
“La
Caja China” como estrategia política, consiste en provocar y difundir
ampliamente un hecho menor para ocultar un acontecimiento de mayor relevancia
que le permita al gobierno obtener un margen de maniobra con dos propósitos
fundamentales: resarcir su imagen deteriorada o bien imponer decisiones que le
favorezcan para sus aviesos fines. Para asegurar su éxito, requieren de la
colaboración de los medios de comunicación masiva incondicionales al poder.
El
gobierno federal adolece de una crisis de credibilidad. El Presidente Peña
Nieto lo ha reconocido en declaraciones hechas al rotativo británico Financial Times: “… hoy existe sin duda
una sensación de incredulidad y desconfianza… hubo pérdida de confianza y esto
ha mostrado recelo y duda”, tales fueron sus palabras.
Sus
colaboradores han contribuido en proporción mayor para detonar dicha crisis. La
torpeza con que se abordaron los casos de las ejecuciones extrajudiciales en
Tlatlaya, estado de México, las desapariciones forzadas Iguala-Ayotzinapa, los
tumbos que ha venido dando la política económica, los conflictos de interés tan
evidentes, la corrupción dominante en los sistemas de justicia, los reiterados
gazapos declarativos, la condena internacional por la violación a los derechos
humanos, su entrega a los poderes facticos fundamentalmente a televisa y la
empresa Higa, etc.
Hubo
quienes, incluso, pusieron en duda la lealtad de los miembros de su gabinete, a
quienes endosan el supuesto de que los tropiezos eran ocasionados a propósito.
A todo hay que agregar el estilo dinosáurico con que se conduce su partido
político, la selección de sus candidatos para competir en las elecciones del 7
de junio que, de plano, constituyen un dejo de burla hacia el electorado, en
fin.
Todo
ha constituido un coktel explosivo que en la lectura popular lo interpretan
como simulación y burla. Y no obstante los resultados preocupantes tan a la
vista, solo se les ocurre abrir una “caja china” para seguir solazándose en sus
equívocos.
Así,
se sueltan capturando capos de alta peligrosidad como La Tuta y el Zeta 42,
para desviar la atención hacia asuntos de mayor impacto social, tales como la
designación de Arely Gómez como procuradora de justicia, y la propuesta de Eduardo
Medina Mora para ocupar el lugar del fallecido Sergio Valls en la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, a quienes se les liga con el poder mediático y a
Medina Mora, además, se le censura por el pésimo desempeño en sus funciones públicas
anteriores, sobre todo en aquellas que tuvieron que ver con el sistema de impartición
de justicia y violación de derechos humanos.
Pero
hay otras decisiones que están pasando ante la distracción de “la caja china”,
decisiones que deberán ser motivo de atención y preocupación por las
afectaciones sociales que estas representan. Citare por ahora dos de ellas:
1.-
El propósito de privatizar el agua. El miércoles anterior, se aprobó en
comisiones de la Cámara de Diputados (con la mayoría conformada por el PRI,
Partido Verde y el PAN, la Ley General de Aguas que permite la participación de
concesionarios y organismos privados para la extracción, captación, conducción,
potabilización, distribución, suministro, tratamiento, recolección,
disposición, desalojo, medición, determinación, facturación y cobro de tarifas
del agua. El servicio poco a poco dejara de ser proporcionado por el gobierno,
dejándolo en manos del sector privado.
2.-
Los fondos para el retiro producto de los ahorros de los trabajadores, mismos
que ascienden a poco más de dos billones de pesos, el gobierno ha decidido
disponer del 50.3% para financiar su deuda pública. Los fondos para el retiro
están cayendo en manos de un pésimo pagador, y si no, pregúntenle a los
trabajadores mexicanos que fueron a EEUU a trabajar entre 1942 y 1964 a quienes
se les retenía el 10% de su paga para integrar un fondo que les permitiera
tener recursos cuando regresaran a México. Pero, ¿Qué sucedió? El gobierno se
los embolsó.
(Columna
Política 6 marzo 2015)
Elogio a la falsedad. Elogio a la mentira
Francisco RIVAS LINARES
Ahora
que comienza la contienda electoral, escuchar hablar a los políticos –de
cualquier partido- sobre transparencia y buena fiscalización, nos provocan risas y enojosos escarnios.
Y
es que escuchar a estos personajes tan singulares, dicho tal calificativo por
su proclividad hacia la corrupción, citar clichés expresivos como “te lo firmo
y te lo cumplo”, “aplicar el peso de la ley”, “nadie por encima de la ley”, “se
investigará hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga”, etc., cuando
tenemos a ojos vista que son ellos, precisamente quienes tienden trampas y
truquean las leyes a su antojo, para asegurarse la impunidad en su
enriquecimiento inexplicable, no da motivo más que para eso: la mofa y la
indignación.
El
rigor del discurso pierde sentido en las voces de estos merolicos engañabobos.
Se refieren a la pobreza como el flagelo mayor a combatir. Prometen crear
empleos dignos y bien remunerados, cuando a ocultas se reúnen con los dueños
del poder económico para decidir restringir los ingresos al máximo de sus
obreros.
La
simulación es su bastión para el engaño. Rostro y buen humor presumen durante
la campaña. Destilan optimismo para generar confianza. Tiempos únicos para la
identificación igualitaria con los miserables. Ese es el verdadero rostro de la
contienda electorera.
Dos
senadores y un diputado han sido los favorecidos por las cúpulas de sus
partidos políticos para competir por la conquista de El Solio de Ocampo. Tres
“chapulines” que son auténticos saltimbanquis, artistas de la trapisonda politiquera.
Tres legisladores que se olvidaron de las
funciones intrínsecas del representante popular para caer en un entreguismo
abyecto ante el ejecutivo federal mediante un remedo de pacto para el perjuicio
de sus representados.
Estamos
conscientes que no somos –y nunca lo hemos sido- los auténticos electores.
Somos, quizás, votantes, pero no elegimos. Los partidos políticos se encargan
de distribuirse las ínsulas de poder y luego nos los presentan como opciones
únicas para que en las boletas hagamos una falsa expresión preferencial a
través de un cruce.
Y
eso es suficiente para el engaño, para hacernos creer, tal es su supuesto, que
nos hemos convertido en participantes y
coadyuvadores de los destinos de la patria o del estado, pero que a final de
cuentas todo es sombra, una extraña sombra que nos quitará el derecho de exigir
justicia frente a la miseria extrema y la desesperanza que nos sacude.
Las
elecciones son pues un elogio a la falsedad, un elogio a la mentira duradera de
la que más temprano que tarde sufrimos sus consecuencias. Una pugna entre los
que “no entienden que no entienden” los problemas que aquejan a los ciudadanos,
pues atraídos por el poder arbitrario, han caído en la anorexia de la razón.
(Columna
Política 20 de febrero 2015)
Tropiezos y renuncias
Francisco RIVAS LINARES
En
el Portal Sin embargo que dirige el periodista Jorge Zepeda Páterzon, el
columnista Martin Moreno, autor de los
libros “Paulette, lo que no se dijo” y “Abuso del poder en México” entre otros,
dio noticia sobre las renuncias de tres Secretarios de Estado: el de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; el de Hacienda, Luis Videgaray; y la
del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, renuncias que les fueron presentadas al
Presidente Enrique Peña Nieto entre diciembre y enero pasados y que no les
fueron aceptadas.
Pocos
conductores de noticias difundieron la nota filtrada desde la presidencia,
entre ellos Ciro Gómez Leyva. Por razones fáciles de entender, inferimos que
esta no se le dio la amplitud difusora, pues el hecho en sí, implicaba deducir
una crisis en el gabinete del gobierno federal.
Y
no es para menos. Al desprestigio que Peña Nieto va arrastrando a raíz de los
acontecimientos de Tlatlaya e Iguala, con las consabidas ejecuciones
extrajudiciales y desapariciones forzadas de los 43 estudiantes de la Escuela
Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, respectivamente; así como
los escándalos de los conflictos de interés que se da entre la presidencia con
la empresa Higa, cuya evidencia quedó expuesta en las residencias palaciegas,
tanto del propio presidente y su esposa, como la de Luis Videgaray, agregarle
ahora las renuncias susodichas, provocaría un derrumbe a cabalidad del gobierno
federal.
Los
secretos que se gestan desde las entrañas del poder, muchas veces se ven
filtradas hacia el exterior. Las razones de sus pugnas intestinas las
deducimos, no solo por cuanto a lo que se dicen o se hacen, sino, incluso, por
las pretensiones de sus actores.
Así,
se infiere que las renuncias en comento obedecen principalmente a proyectos
personalísimos con miras a 2018; y como dado el desprestigio y la falta de
credibilidad en que ha caído el supremo preciso, no quieren exponerse a riesgo
alguno que les impida alcanzar logros políticos a futuro.
Pero
ellos mismos han contribuido a ese desprestigio y falta de credibilidad. Por
ejemplo, el responsable de la política interior del país no ha logrado
controlar la inseguridad que domina el territorio nacional, muy a pesar de las estrategias
–de por si costosas – que frecuentemente anuncia con bombo y platillo en los
estados dominados por la delincuencia organizada.
O
bien la fallida política económica que aplica el Secretario de Hacienda, Luis
Videgaray, que nos tiene a todos en un hito por la devaluación y pérdida del
poder adquisitivo de nuestra moneda. En tanto que Alfonso Navarrete Prida
pretende ser un fuerte aspirante a la fiscalía anticorrupción de México.
Proyectos
personales, pues, son los que van arrastrando al país a caminar por el filo de
la navaja. Mientras tanto, los gobernados, estamos en un tris en el laberinto
de las imprecisiones y los palos de ciego de políticos sin escrúpulos y
dominados por la corrupción y el enriquecimiento inexplicable Todos son gusanos
de la misma guayaba.
(Columna
Política 13 febrero 2015)
Entre la democracia y la burocracia
Francisco RIVAS LINARES
El
diccionario Merriam Webster, en su edición a la Enciclopedia Británica, define:
“La burocracia es el gobierno basado en la arbitrariedad y la rutina”.
México
no vive en democracia. Sus ciudadanos no eligen, sólo sufragan. A los
ciudadanos se les excluye de las decisiones que les afectan. A los ciudadanos
no sólo se les miente, sino se les engaña.
Por
eso México no vive en democracia. Vive en una burocracia viciosa, arbitraria,
tramposa, truculenta y rutinaria. Esa es
nuestra realidad.
Nuestras
tragedias nos van doblegando. Caminamos a pasos cancinos y parece que la
indiferencia poco a poco se va adueñando de nuestra identidad. Se habla de
desaparecidos. Se dice de ejecutados, desollados, desmembrados, secuestrados… y
lentamente vamos quedando atrapados en círculos cada vez más estrechos.
Políticos
atolondrados dominan la escena nacional. Políticos rastreros que sólo saben
rendir pleitesía al ícono del Tlatoani apoltronado en la cúpula del poder, al
que le queman incienso, olvidando que éste siempre acabará por tiznar al ídolo.
Políticos
autistas que viven en mundos imaginarios, extraños, donde no sucede nada.
Políticos de ignorancia supina. Cuando el Comité de las Naciones Unidos les
cuestionó reiteradamente sobre el alcance de las investigaciones en el
escabroso asunto de las desapariciones forzadas, la base de datos al respecto y
sobre los programas de protección para testigos y denunciantes, enmudecieron.
Cuando
Juan José López Ortega, miembro de comité de la ONU les preguntó ¿cuántos
funcionarios públicos han sido retirados de sus cargos en conexión con las
investigaciones que se está realizando en torno a los casos específicos de
Tlatlaya e Iguala? Hubo desconcierto, hubo silencio.
Por
su parte Amnistía Internacional les aseguró el haber documentado casos de
secuestros y desapariciones en el que las fuerzas de seguridad mexicanas,
incluido el ejército, “han apoyado o se han hecho de la vista gorda con la
actividad de bandas criminales. Y hubo silencio. Y quien calla, otorga, reza la
sabiduría popular.
Los padres y los ciudadanos hemos perdido la confianza en la capacidad
del gobierno. Sospechamos, incluso, que se ha convertido en coautor de los
hechos, ya sea por acción, omisión, ineptitud, desidia, complicidad e incluso integración
total a las mafias. Divagan en la credulidad de que aceptamos su buena
disposición, mientras que encontramos simulación, farsa y mentiras en sus
procedimientos.
Después de que han cometido el abuso de iniciar y ordenar la
desaparición y en algunos casos la ejecución, en manos de la institución
municipal, con la cooperación de la policía de Iguala, que no han aceptado ni
esos cargos en manos del estado, han abordado el problema, con actos que
indican que su mayor anhelo no es la justicia, sino dejar esto como acto
personal de José Luis Abarca y María de loa Ángeles Pineda. No se dan cuenta
que con sus mismos actos, manifiestan la complicidad tan mencionada. Y desde
ese nivel se ratifica que se trata de un crimen de estado.
El célebre filósofo del siglo XVII sir Francis Bacon, dejó para la
posteridad la contundencia de la frase: “Es más fácil que la verdad surja del
error que se comete cuando se miente, que de la confusión causada por la
aseveración mentirosa”. ¿Sabrán entenderla en su crasa ignorancia los políticos
empoderados? Yo les concedo el beneficio de la duda.
lunes, 2 de febrero de 2015
Los flagelos que inciden en la ingobernabilidad en México
Francisco RIVAS LINARES
Cuatro
flagelos inciden en la presunción de
ingobernabilidad que priva en gran parte del territorio nacional: corrupción, impunidad,
violencia y desigualdad.
La
corrupción es toda conducta contraria a la ética y las normas para favorecer
intereses particulares o de grupo en perjuicio del interés común de la
sociedad. La impunidad es la ausencia de castigo para un acto de corrupción.
Visto así, ambas se complementan.
El
tercero de los flagelos citados, la violencia, es el uso intencional de la
fuerza contra otra persona, grupo o comunidad para provocarle lesiones, muerte,
daños psicológicos o trastornos de desarrollo.
Desigualdad
social es la situación inequitativa en que se encuentran las personas por
cuanto al acceso a los recursos, servicios y posiciones que la sociedad valora:
económico, cultural y educativo. México es el país con mayor porcentaje desigual
de todos los integrantes de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, pues los ingresos
de las mayorías no alcanzan ni para obtener los alimentos y satisfactores más
elementales.
La
denuncia pública ha dejado al descubierto la corrupción que priva en los tres
poderes del gobierno: ejecutivo, legislativo y judicial. Una corrupción que les
impide estar a la altura de la crisis por la que actualmente la sociedad está
atravesando. La prensa internacional ha llegado al colmo de calificar a Enrique
Peña Nieto como un Presidente que no entiende que no entiende, para referirse
con tal sarcasmo a su irresponsabilidad junto con los miembros de su gabinete.
La
violencia se instaló con mayor rigor desde que Felipe Calderón decidió combatir
la violencia del narcotráfico con violencia a partir de la implementación de
los falsos positivos, es decir, presentar a los civiles muertos como miembros
de grupos armados. Su empeño por justificar los equívocos de las fuerzas
armadas, le hacían caer en el gazapo de re-victimizarlos con la falsa etiqueta
de que se trataba de personas con ligas a la delincuencia organizada.
En
la ejecución de los 22 jóvenes en el municipio de Tlatlaya estado de México y
de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa asesinados y desaparecidos en
Iguala, Guerrero, inicialmente se quiso aplicar la misma estrategia. Aquéllos,
presentados como una banda de secuestradores, y los estudiantes como un grupo
filtrado por el cartel de Los rojos.
El
fracaso ha sido rotundo. El hartazgo ya le ha impedido al gobierno seguir
manejando los mismos garlitos, provocando incluso un escándalo no sólo en lo
interno, sino incluso allende las fronteras.
Ahora
la Procuraduría General de la República se ha negado a tipificar el caso
Ayotzinapa como desaparición forzada. Y esto se debe a que es de urgencia para
el gobierno federal cerrar el caso; y de tipificarlo como tal –desaparición
forzada- éste no prescribirá en tanto no
aparezcan las personas ausentes.
El
gobierno federal navega por las procelosas aguas de la incredulidad, la
simulación y la desconfianza. ¿Habrá la suficiente inteligencia para llevar al
país a buen puerto?
Legitimidad cuestionada
Francisco RIVAS LINARES
La
estadística resulta demasiado cruel. En un lapso de siete años, periodo en que
ha perdurado una guerra por el control del mercado de las drogas, su saldo
trágico se sienta en las siguientes cifras: Más de 120 mil personas asesinadas,
23 mil personas desaparecidas, 257 mil familias desplazadas y más de 25 mil
huérfanos.
La
crisis humanitaria es evidente. Principiando por quienes desde el ejercicio del
poder su indolencia manifiesta ante el sufrimiento de sus gobernados denota sus
equívocos funcionales, pues lejos de otorgarnos la seguridad que por ley y
ética política están obligados, se han convertido en contribuyentes de las
estadísticas citadas.
La
legitimidad que debería ser base y sustento de todo gobierno, ha venido
acentuando fisuras que obviamente le debilitan su aceptación social, tales como
la credibilidad en sus dichos, los conflictos de interés que se hacen
evidentes, la corrupción que corre al galope de la impunidad con que blindan a
miembros de sus “camarillas”, los tropiezos declarativos en asuntos hipersensibles
como Tlatlaya y Ayotzinapa; todo ello, cual caldo de cultivo, hace que se dude
del estado de derecho que tanto invocan.
Repartir
culpas y apostarle al olvido, parecen ser los últimos recursos de que se valen.
Y la reacción tardía ante los acontecimientos que reclaman transparencia y
claridad, es solventada con discursos anodinos y propios para ingenuos. Ello
constituye un insulto a la inteligencia de los mexicanos, lo que aviva la
indignación y el resentimiento social.
Votar…
¿para qué? ¿Para encumbrar a “chapulines” ñoños que se han convertido en
auténticos agresores de sus representados? ¿Para que nos nieguen la
participación en la toma de decisiones que repercuten drásticamente en nuestra
seguridad física, en la administración de la economía, en nuestro bienestar
social? ¿Para que se sigan hinchando de dinero mal habido? Los errores se
contabilizan y se cobran y ha llegado el momento de cobrarles su traición a la
sociedad.
Ya
estamos hartos de su comportamiento mezquino de total desprecio a nuestra
dignidad. La consolidación de la democracia no se puede lograr sin una
ciudadanía fuerte, informada y con capacidad de exigir cuentas, debatir y
deliberar; y ustedes, los políticos, adolecen de facultades propias para
consolidarla, pues tiene una concepción larvaria de la democracia. Además, la inteligencia es el menor de sus atributos.
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