martes, 10 de marzo de 2015

El PRI y la "caja china"




Francisco RIVAS LINARES

No hay gobierno que no llegue a utilizar la estrategia de manipulación comunicativa conocida como “La Caja China”. Su denominación proviene de una secuencia de cajas que, cuando se logra abrir la primera, dentro de ella existe otra mas chica, en cuyo interior hay otra más pequeña y así sucesivamente.

Como recurso literario, consiste en incluir relatos menores dentro de uno mayor. Miguel de Cervantes, en su celebre El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, incluye en su desarrollo otros relatos cortos derivativos de la narración central.

“La Caja China” como estrategia política, consiste en provocar y difundir ampliamente un hecho menor para ocultar un acontecimiento de mayor relevancia que le permita al gobierno obtener un margen de maniobra con dos propósitos fundamentales: resarcir su imagen deteriorada o bien imponer decisiones que le favorezcan para sus aviesos fines. Para asegurar su éxito, requieren de la colaboración de los medios de comunicación masiva incondicionales al poder.

El gobierno federal adolece de una crisis de credibilidad. El Presidente Peña Nieto lo ha reconocido en declaraciones hechas al rotativo británico Financial Times: “… hoy existe sin duda una sensación de incredulidad y desconfianza… hubo pérdida de confianza y esto ha mostrado recelo y duda”, tales fueron sus palabras.

Sus colaboradores han contribuido en proporción mayor para detonar dicha crisis. La torpeza con que se abordaron los casos de las ejecuciones extrajudiciales en Tlatlaya, estado de México, las desapariciones forzadas Iguala-Ayotzinapa, los tumbos que ha venido dando la política económica, los conflictos de interés tan evidentes, la corrupción dominante en los sistemas de justicia, los reiterados gazapos declarativos, la condena internacional por la violación a los derechos humanos, su entrega a los poderes facticos fundamentalmente a televisa y la empresa Higa, etc.

Hubo quienes, incluso, pusieron en duda la lealtad de los miembros de su gabinete, a quienes endosan el supuesto de que los tropiezos eran ocasionados a propósito. A todo hay que agregar el estilo dinosáurico con que se conduce su partido político, la selección de sus candidatos para competir en las elecciones del 7 de junio que, de plano, constituyen un dejo de burla hacia el electorado, en fin.

Todo ha constituido un coktel explosivo que en la lectura popular lo interpretan como simulación y burla. Y no obstante los resultados preocupantes tan a la vista, solo se les ocurre abrir una “caja china” para seguir solazándose en sus equívocos.

Así, se sueltan capturando capos de alta peligrosidad como La Tuta y el Zeta 42, para desviar la atención hacia asuntos de mayor impacto social, tales como la designación de Arely Gómez como procuradora de justicia, y la propuesta de Eduardo Medina Mora para ocupar el lugar del fallecido Sergio Valls en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a quienes se les liga con el poder mediático y a Medina Mora, además, se le censura por el pésimo desempeño en sus funciones públicas anteriores, sobre todo en aquellas que tuvieron que ver con el sistema de impartición de justicia y violación de derechos humanos.

Pero hay otras decisiones que están pasando ante la distracción de “la caja china”, decisiones que deberán ser motivo de atención y preocupación por las afectaciones sociales que estas representan. Citare por ahora dos de ellas:

1.- El propósito de privatizar el agua. El miércoles anterior, se aprobó en comisiones de la Cámara de Diputados (con la mayoría conformada por el PRI, Partido Verde y el PAN, la Ley General de Aguas que permite la participación de concesionarios y organismos privados para la extracción, captación, conducción, potabilización, distribución, suministro, tratamiento, recolección, disposición, desalojo, medición, determinación, facturación y cobro de tarifas del agua. El servicio poco a poco dejara de ser proporcionado por el gobierno, dejándolo en manos del sector privado.

2.- Los fondos para el retiro producto de los ahorros de los trabajadores, mismos que ascienden a poco más de dos billones de pesos, el gobierno ha decidido disponer del 50.3% para financiar su deuda pública. Los fondos para el retiro están cayendo en manos de un pésimo pagador, y si no, pregúntenle a los trabajadores mexicanos que fueron a EEUU a trabajar entre 1942 y 1964 a quienes se les retenía el 10% de su paga para integrar un fondo que les permitiera tener recursos cuando regresaran a México. Pero, ¿Qué sucedió? El gobierno se los embolsó.


(Columna Política 6 marzo 2015)

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