miércoles, 27 de agosto de 2014

Peña Nieto: Justificar la corrupción



Por: Martín Moreno

(Tomado del periódico digital sin embargo.com.)

Enrique Peña Nieto ha cometido un error grave.
 
Cuando el presidente priista de México define a la corrupción como un “tema cultural”, no sólo da, de manera subliminal, luz verde a actos de corrupción. Su frase va más allá: los consiente, los explica y hasta los justifica. Lamentable desde cualquier ángulo.
 
El desafortunado concepto de Peña Nieto tiene un fondo ligado a la formación política priista, a la manera cómo piensan los priistas,  a la forma como se ejerce la política del priismo mexiquense –sin duda, de los más dañinos para la democracia nacional-, y al espejo en el que se refleja la corrupción y cómo es concebida y clasificada por el PRI.
 
Para los priistas, de acuerdo al credo de Peña Nieto, la corrupción es parte de la cultura y por eso se justifica practicarla, tolerarla, entenderla y asimilarla. Aciago el mensaje que da el Presidente de un país sobre la corrupción, precisamente en una de las naciones más corruptas en América Latina.
 
La frase de Peña Nieto tiene fondo: nos arroja las luces suficientes para terminar de comprender –por si había alguna duda o sospecha-, porqué el partido gobernante en México aplaude a los corruptos y aún más: los vitorea y los unge como modelos a seguir. Entre más corrupto, más impune. Y entre más impune, más aplaudido.
 
Ejemplos:
 
Recientemente, Arturo Montiel – el multimillonario ex gobernador del Estado de México, padrino político de Peña Nieto e intocable del peñismo-, fue el más aplaudido durante el nombramiento de Carlos Iriarte como presidente sustituto del CDE del PRI en el Edomex. Cónclave priista en el que Montiel fue recibido cómo héroe. Y sí lo es, al menos para los priistas.
 
El sábado pasado, en Puebla, Mario Marín llegó orondo a la toma de protesta de Ana Isabel Allende como nueva lideresa del PRI en la entidad. Allende es personaje cercano a Marín. El “gober precioso” fue recibido con porras y fanfarrias. Marín vuelve para seguir influyendo en la política poblana. Nada más faltó que le obsequiaran una “botellita de coñac”.
 
En el ADN de muchos priistas corre la sangre de la corrupción.
 
Pero no deben preocuparse: Peña Nieto ya les ha enviado el mensaje de que es un “tema cultural” y, por lo tanto, es entendible y hasta justificable caer en actos de corrupción. Vaya error. O cinismo.
 
Preparémonos, pues, a ver cómo en el sexenio peñista brotan, como hongos, corruptelas sin que nadie las castigue, bajo la biblia presidencial de que forman parte de la cultura.
 
Así lo entenderán los corruptos.
 
Así lo justificarán los cínicos.
 
Así lo enfrentaremos los mexicanos.
 
*****

Peña Nieto intenta justificar la corrupción en México, primero, haciéndose bolas con el lenguaje, cosa nada rara cuando no hay telepromter de por medio. A pregunta del incisivo León Krauze, respondió: “No es un tema exclusivo de México, es un tema casi humano, que ha estado en la historia de la humanidad…”.
 
Ergo: que tiene que ver con humanos, los que integran a la humanidad humana.
 
“Hay un tema cultural que ha provocado corrupción”, define Peña Nieto.
 
Cultural, dice Peña.
 
La cultura es definida como el conjunto de conocimientos científicos, literarios y artísticos de una sociedad, con estructuras sociales y religiosas.
 
Según el presidente de México, habría que agregarle a estos conjuntos la palabra corrupción, si bien Peña Nieto la concibe como un “tema cultural”.
 
Pero no es la primera vez que Peña tiende a justificar la corrupción en México de manera pública.
Recordemos cuando Rosario Robles fue acusada de utilizar recursos etiquetados como “gasto social”, para apoyar tareas electorales del PRI en Veracruz. Ante las críticas, ¿qué le recomendó Peña Nieto a su secretaria de Desarrollo Social? “No te preocupes, Rosario…tú aguanta”.
 
Ese “tú aguanta” lleva un mensaje preocupante: tú aguanta aunque te comprueben desvío de recursos. Tú aguanta porque así es la política. Tú aguanta porque aquí está el Presidente para arroparte.
 
El mensaje presidencial integral fue entonces: tú aguanta, PRI, porque aquí estoy para solaparte.
 
Ahora comprendemos mejor porqué Peña Nieto protegió a Montiel: porque la corrupción es un tema cultural para los priistas, y no un asunto de investigación, comprobación y castigo al corrupto.
 
Y los priistas siguen muy bien el camino trazado por el presidente de México.
 
Allí están los emblemas de la corrupción mexicana:
 
Intocable, Humberto Moreira y el endeudamiento que por generaciones heredó a Coahuila.
 
Intocable, Arturo Montiel quien se convirtió en un hombre multimillonario al amparo de la gubernatura mexiquense, hoy aplaudido a rabiar por las palmas de miles de priistas que ven en Montiel el modelo a seguir y el orgullo a vitorear.
 
Intocable, Mario Marín y su historia negra con propiedades injustificadas en el extranjero, su atentado pueril contra Lydia Cacho, y hoy regresa de la mano de la nueva lideresa del PRI poblano, Ana Isabel Allende, cercana a Marín, pareja sentimental de Adolfo Karam, alto jefe policíaco durante el gobierno del “gober precioso”. Marín no vuelve solo: lo acompañan Víctor Gabriel Chedraui y Valentín Meneses, leales a él, allí, a la orden.
 
Todos, arropados bajo el lema peñista:
 
“La corrupción es un tema cultural”.
 
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¿Para qué demonios queremos entonces una Fiscalía Anticorrupción, si de antemano está descarrilada?
 
¿Por qué?
 
Primero, porque el “fiscal anticorrupción” será nombrado por un Congreso manejado y sometido a Los Pinos. Por tanto, el fiscal de marras será un empleado más del Presidente y entonces no será un órgano con autonomía plena y en la praxis.
 
Segundo, porque la Fiscalía será un ente burocrático más que carecerá de facultades o dientes para sancionar directamente a quienes se les comprueben actos de corrupción. Sí: otro “elefante blanco”.
Tercero, porque si el Presidente ya clasificó a la corrupción como un “tema cultural”, nada podremos hacer para combatirla.
 
Pobre México.

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