jueves, 21 de agosto de 2014

El desprestigio de los políticos





Francisco RIVAS LINARES

Semanalmente Enrique Galván Ochoa remite a sus suscriptores una encuesta relacionada con temas económicos, políticos o sociales que se encuentren dominando la opinión pública en el momento.

Los resultados de la encuesta son publicados en el diario La Jornada los días sábados y sus porcentajes constituyen el pulso ciudadano por cuanto a la aceptación o rechazo de tal o cual acto de gobierno, cuyas repercusiones son evidentes en la sociedad.

En la presente semana, la pregunta planteada fue: Después del proceso de aprobación de las reformas estructurales, ¿cuál es tu opinión sobre la clase política? ofreciéndonos seis opciones de respuesta: excelente, buena, regular, mala, pésima y ninguna. El 94% marcó la opción pésima, porcentaje que denota el rango en que el ciudadano ubica a estos personajes

El desprestigio en que se encuentran inmersos quienes se dedican a la política, tiene como fundamento una cuestión ética: Su deshonestidad. Sus prácticas parlamentarias, en este caso quienes asumen la representación de la ciudadanía en los congresos, no son congruentes con la realidad de espanto en que viven las familias del país.

Las decisiones que van tomando obedecen más a la satisfacción de los intereses del gran capital, ocasionando mayor pobreza en las clases marginadas que, lamentablemente, constituyen la mayoría de la población.

Los parámetros ideológicos dominantes, en este caso los del libre mercado, abaten cualquier oposición o resistencia que suelen aplicar las mayorías, a través de manifestaciones diversas. La burguesía, dueña no sólo del poder político-económico sino incluso de los aparatos de difusión masiva, las neutralizan con el mismo pueblo, a quienes incitan para combatirlas con invocaciones seudodemocráticas.

“Todos los políticos son iguales”. Tal es la proclama dominante con la cual no sólo están descalificando al político de manera personal, sino incluso –y por extensión- a la política en general.

En los meses últimos, y a raíz de las reformas ya en vigor, el cuestionamiento hacia los políticos se ha desatado con mayor enjundia. La filtración y exhibición de cantidades millonarias de dinero que les son asignados sin mediar razón alguna, hacen suponer la prostitución de su conciencia.

Los diezmos o mochadas que se embolsan por la consecución de presupuestos extraordinarios para los municipios y/o distritos que representan, así como sus personales peculios incrementados con subvenciones ordinarias y extraordinarias, los bonos, las prebendas y canonjías, vienen a constituir su botín de élite.

Agreguémosle a lo anterior, los videos en los que se exhiben como servidores fidelísimos hacia la delincuencia organizada,  pachangas y francachelas en las que gastan los dineros públicos, todo eso, en su conjunto, es lo que provoca el alejamiento de amplios sectores de la población hacia la clase política.

Lucrar con el poder por encima del interés general ya resulta ser una cuestión desregulada y anómica; y, por lo mismo,  es lo que ha hecho lanzar el grito “estamos hasta la madre”, grito de un pueblo agobiado por los resentimientos acumulados y que en el hartazgo en cualquier momento puede provocar una reacción incontrolable de funestas consecuencias.

El doctor e investigador Oscar Diego Bautista, autor de temas tan polémicos como “Ética para corruptos” y “La ética y la corrupción en la política y la administración pública”, expresa: “Quien asume un cargo público debe tener un perfil básico constituido por al menos tres elementos: Capacidad para el cargo; Lealtad a la Constitución y a su comunidad no al partido ni sus intereses particulares; y tercero, virtud y sentido de justicia. Es el perfil mínimo. Cuando estos criterios no están presentes llegan los improvisados, se practica el nepotismo, la injusticia y la corrupción.”

Saber esto nos provoca sufrimiento al ver la casta de políticos que están tomando decisiones en el nombre de todos, una casta dominada por el individualismo cuya pretensión es alcanzar el éxito personal.


Ya vienen las elecciones. Seamos cuidadosos con nuestro sufragio. Investiguemos la trayectoria de las opciones y ejerzamos con responsabilidad nuestro derecho a elegir.

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