Francisco RIVAS LINARES
"Que todo cambie para que nada cambie" Giuseppe Tomasi di Lampedusa: El Gatopardo.
Un secretario de educación más.
Es el segundo en este retorno del PRI al gobierno del estado. Y otra vez la
misma retórica. Calcas declarativas de todos los anteriores. Sólo eso. En
Michoacán lo único que cambia en cuestiones educativas es la persona y el
nombre del que se apoltrona en las oficinas sin trascender más allá de lo
establecido.
Jesús Sierra Arias no será la
excepción. Sus primeras declaraciones, idénticas, repetitivas de quienes le
antecedieron, denotan su ser. Porque hablar es ser. No ofrece novedad alguna
que nos permita albergar esperanzas para salir de la mediocridad en el servicio
educativo. Tal parece que ni él sabe para qué llegó ahí, salvo para mantener el
statu quo.
Frases hechas. Respuestas
hueras. Expresiones que por ya dichas se tornan necedad. Así, (refiriéndome a
todos los secretarios anteriores incluyendo al actual) cuando se les ha
preguntado definir el trato que darían a las diversas expresiones
magisteriales, que no son pocos por cierto, aseguran no hacer distinciones y
conceder la misma asistencia para todos. Se presumen pues, a sí mismos, de
igualitarios. Todos son apostadores del diálogo, aunque finalmente se quedan
varados en sus soliloquios.
Siempre nos aseguran el
estricto cumplimiento del calendario escolar, bajo el argumento muy válido de que
nadie tiene derecho de atentar contra los derechos de los niños. Más cuando las
suspensiones arbitrarias rebasan sus declaraciones, no aplican la normatividad,
fingen demencia y se asumen como tolerantes. Y en ocasiones hasta las
justifican a priori, como lo declaró el
actual secretario al aseverar que las manifestaciones obedecen a dos motivos:
que tienen la razón y que no han sido debidamente escuchados y atendidos. Por
cierto, hoy se encuentran en suspensión de labores varios centros educativos,
bajo el pretexto de tomar acuerdos de resistencia a la Reforma Educativa. ¿Será
por alguno de los dos motivos ya expuestos? Lo dudo. De manera que aseverar el
“estricto cumplimiento del calendario escolar”, no resulta más que ser una
perogrullada.
Por otra parte se inician las
preinscripciones al nivel básico. Tanto en pre-escolar como en primaria (y en
la secundaria, posterior al examen de admisión) las asociaciones de padres de
familia suelen fijar una cuota de ingreso acordada por lo regular con los
directivos de las escuelas. Aunque dicha cooperación se le dé un tinte de
voluntarismo, lo cierto es que tiene el carácter de obligatoriedad.
Ello obedece a la falta de recursos para dar mantenimiento a los edificios escolares. La Secretaría de Educación es demasiado lerda en brindar atención a dicho requerimiento; y de hacerlo, la cantidad de los materiales que proporciona es insuficiente además de pésima calidad.
El propio secretario reconoce
la insuficiencia financiera para dar atención pronta a tales demandas. Más aún,
cuando se arrastra un déficit equivalente a siete mil millones de pesos, según
su dicho. Luego entonces, ¿para qué mentir a la sociedad de que se procederá
enérgicamente contra las escuelas que hagan obligatoria dicha aportación,
cuando de antemano sabemos que no será así? Año tras año son las mismas
expresiones declarativas, amenazantes, sin concreción alguna.
Pero las cuotas no sólo se
aplican al inicio del año escolar, sino se repiten durante el transcurso del
mismo. Muchas veces disfrazadas con actividades como los mercaditos, las
mañanadas o tardeadas, rifas, etc.
Ya para curarse en salud, Sierra Arias lanza el
exhorto para que sean los padres de familia quienes denuncien –aún en su mismo despacho- el cobro
de las cuotas de marras. ¿Acaso ignora que cada nivel de educación básica tiene
un cuerpo de supervisores responsables de vigilar el cumplimiento de sus
ordenamientos? ¿Quiere que los padres de familia se metan a ese enredo kafkiano que prevalece en las oficinas
centrales?
Más pronto que tarde
conoceremos de qué está hecho este secretario. Por lo pronto su insuficiente
claridad en las ideas que expone, adolecen de una falta de perfección lógica,
mejor conocida como razonamiento.
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