Francisco Rivas Linares
Próximo a cumplir el primer año
de gobierno del lic. Fausto Vallejo Figueroa, percibimos que uno de los
factores que le han caracterizado hasta este instante, es la tendencia a
conceder impunidad. Desde su arribo al Solio de Ocampo ha estado denunciando la
debacle financiera que heredó de los gobiernos emanados del PRD. No hay día en
que en términos declarativos citen cifras que oscilan entre 25 mil 376 millones
de pesos hasta 40 mil millones de pesos, provocando la confusión ciudadana a
tal grado que comienza a generarnos dudas sobre la autenticidad de lo que se
cita.
Lo que no se ha explicado con
claridad meridiana es el por qué no hay responsables específicos. Siempre los
señalamientos se dirigen en términos genéricos, pues son referidos al gobierno
de Leonel Godoy Rangel. Y hasta ahí llega su denuncia. Los exfuncionarios
perredistas siguen navegando entre su falsa honestidad y honradez, lo que deja
mucho que desear de la actual administración.
¿Por qué tanta complacencia? ¿Qué
arreglos están operando en los concordatos sotaneros que impiden dar
cumplimiento al ejercicio de la denuncia penal o administrativa? ¿Acaso el lic.
Fausto está dispuesto a transitar toda la ruta de su gobierno con este fardo de
expoliación financiera?
La impunidad y la corrupción
son dos formas de comportamiento que asumen y ejercitan nuestros políticos, un
ejercicio crónico que nos quieren endilgar como un mal tolerable en nuestro
corrupto sistema. Así, cuando la ciudadanía reclama la omisión de los
gobernantes para proceder conforme los dictados de las leyes, suelen
respondernos que no aplicarán una cacería de brujas ni politizarán el problema.
Los sospechosos potenciales, a su vez, expresan sus propias frases exculpatorias:
Se trata de revanchismos políticos, cortinas de humo para ocultar fallas
actuales o, ya en el delirio, ponen acento en el show mediático.
Juan Sabines en Chiapas,
Humberto Moreira en Coahuila, Fidel Herrera en Veracruz, Ulises Ruíz en Oaxaca,
Amalia García en Zacatecas, Andrés Granier en Tabasco, Ángel Aguirre en
Guerrero, Mario Marín en Puebla y, por supuesto, Leonel Godoy en Michoacán.
Todos enredados en saqueos a las arcas públicas y regodeándose en la impunidad
por la omisión de quienes les siguieron.
Carlos Fuentes en su novela “La
Muerte de Artemio Cruz”, pone en boca del personaje Gamaliel Bernal las
palabras siguientes: “…desventurado país
que cada generación tiene que destruir a
los antiguos poseedores y sustituirlos por nuevos amos, tan rapaces y
ambiciosos como los anteriores…” Y así ha sido siempre en nuestro México
tan depauperado. En cada proceso electoral creemos destruir la corrupción y el
cinismo. Caemos en las trampas demagógicas de quienes demandan nuestro sufragio
y caemos por igual en el mismo fango.
Un año… un año de auditorías,
arqueos, investigaciones y muchas faramallas declarativas, pero nada en
concreto. Y cuando un gobernante dilata la justicia pierde su legitimidad y el
apoyo de sus gobernados.
Finalmente, el día de ayer
trascendió la noticia de que el PRI promoverá el iva para alimentos y
medicinas. Al efecto el partido de marras modificará sus documentos básicos
para promover dicho gravamen, además de aceptar una mayor inversión privada en
Petróleos Mexicanos. Lástima, los priístas no han entendido aún el significado
de ser solidarios con el pueblo.
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