sábado, 8 de diciembre de 2012

LA BRUTALIDAD DE GOBIERNOS PRIMATES



Francisco Rivas Linares

"Sólo hay dos cosas infinitas en el mundo: el universo y la estupidez humana" A. Einstein.
 
Cuando en 1830 Francia decidió invadir a Argelia, se justificó con una expresión tremebunda: Para combatir la barbarie, hay que aplicar una barbarie mayor. Tal parece que el referido enunciado ha sido el eje conductor aplicado por nuestras autoridades para sofocar las protestas sociales.

 

Las evidencias así lo demuestran. Son paradigmáticas las represiones a las protestas de los ferrocarrileros y maestros de 1958-59; de los médicos, 1964; estudiantil, 1966, 1968 y 1971. Ahora parece que de aquél ogro filantrópico referido por Octavio Paz, éste ha regresado pero con saña esquizofrénica.

 

Y nos encontramos nuevamente ante el “eterno retorno de lo idéntico”, al que ya me he referido en otras colaboraciones. El esquema torpe de los toletazos, gas lacrimógeno y granadas de pimienta. Estas últimas tienen un atroz efecto, pues además de aturdir con su fuerte detonación y liberar el agente pimienta, lanza múltiples proyectiles de goma que en no pocas ocasiones han resultado letales.

 

El escenario político nos pinta terrible. No atinamos a imaginar cuáles serán las soluciones a tanta inconformidad acumulada durante tres décadas, por lo menos. Los entresijos del poder nos hace cuestionar  sobre sus respuestas a una sociedad crispada por el crimen organizado, la pobreza galopante y la desocupación acentuada. ¿Serán los procedimientos propios de los gorilas que dominaron a naciones latinoamericanas a mediado del siglo pasado?

 

Cuando se instalan barreras de contención en un contexto preventivo, no se justifica la aplicación de las fuerzas represoras del Estado. Más cuando dichas barreras se aplican de manera desproporcionada y abusiva, es obvio que ya en sí se constituyen en hechos de provocación. Y el enfrentamiento es una de sus consecuencias. La adrenalina obstruye el juicio y surgen los actos de barbarie que el Estado combate con una barbarie mayor: la represión brutal y la persecución.

 

En la protesta social el Estado no debe aplicar la premisa autoritaria que dice: “A la complejidad de los procesos de inconformidad social, corresponde la complejidad de la violencia del Estado.”

 

Los acontecimientos del pasado primero de diciembre, alcanzaron niveles de violencia impredecibles dejando una cicatriz difícil de restituir el tejido social. Quedará ya como efemérides trágica, como si no tuviéramos bastantes fechas símbolo de tal naturaleza.

 

Concluyo citando al pensador revolucionario Carlos Malato: “¡Sumisión! ¡Ah, no: revuelta y protesta mientras sea el hombre carne de cañón, revuelta y protesta mientras la mujer sea carne de placer! Por la rebeldía contra el dogma, el creyente se hizo pensador; por la rebeldía contra la autoridad el ciudadano acabará por hacerse hombre”

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