domingo, 13 de septiembre de 2009

Petulancia y Dignidad.

(Aquí aparecen dos cartas. Una, llena de improperios insolentes, denotan la arrogancia de su autor: Alazraki. La otra, de la periodista y escritora Pilar Ramírez, da respuesta a la primera. En ella se aprecia el contraste, pues tiene decencia y educación. Vale)


Carta de Carlos Alazraki a los aspirantes a maestros reprobados.

Estimados maestros:
Ya estoy empezando a entender el porqué de las cosas que nos están pasando en nuestro querido México.
Ahora sí estoy entendiendo el porqué de los atrasos de nuestros niños.
Ya entendí el porqué países más fregados que nosotros están mucho mejor que nosotros en materia educativa.
Ya entendí el porqué de tanta delincuencia juvenil.
Ya entendí por qué tenemos a tantos salvajes manejando por esta ciudad.
Ya entendí el porqué de tantos policías corruptos.
Entendí por qué tanta drogadicción entre nuestros jóvenes.
Es más, hasta por qué somos tan bultos en las Olimpiadas.
¡Claro!, ahora sí está más claro el porqué de lo mucho de lo que nos está pasando, ¡¡¡¡¡¡Se los debemos a ustedes!!!!!!
¿Cómo es posible que de 71,000 aspirantes a una plaza 20 en el servicio docente, 2 de cada 3 candidatos reprobaran?
¿Cómo es posible que de 53,406 aspirantes que salieron graduados de las escuelas Normales, solamente 3 de cada 10 solicitantes aprobaron su examen para una plaza?
Y para el colmo de los colmos:
¿Cómo es posible que de los 17,648 maestros activos -sin plaza- solamente 7,150 aprobaron?
Y que además -como premio- ninguno de los 17,648 maestros activos... ¡¡¡¡¡¡haya perdido su trabajo!!!!!!
Y todavía quieren heredar y vender su plaza, negándole a Recién Egresados y gente capacitada una oportunidad, si bien trabajaron por años, también por años se les PAGO su salario la mayoría de sus veces INMERECIDAMENTE
son unos desvergonzados.
O sea maestros, burros o no, seguirán dándole clases a nuestros hijos...
Este es el panorama...
Maestros reprobados, dándole clases a nuestros hijos... ¡Qué horror!
Y luego nos preguntamos el porqué estamos como estamos...
Ahí está la respuesta:
Nuestros niños no están preparados...
Nuestros niños entran muy mal preparados a las secundarias.
Todo gracias a ustedes.
Pero esto no les importa, ¿verdad?
¡Por supuesto que no!
Es mucho mejor marchar por las calles del país que educarlos bien.
Es mejor bloquear carreteras, no permitir que la gente abra sus comercios y ponerse en huelga sin importar el tiempo que los niños se queden sin escuela, que prepararlos mejor.
Tienen razón...
Es mejor bloquear carreteras para exigir un aumento de sueldo que no merecen.
Es mejor tener una lideresa vitalicia que se la pase grillando todos los días, que abrir a la democracia a su sindicato.
Es mejor que los 2 sindicatos de maestros sigan peleándose entre sí que analizar de cómo mejorar el nivel de la educación.
Maestros reprobados:
Tengo pavor por el futuro de México, si es que ustedes van a seguir dando clases.
Tengo pavor que un país tan maravilloso como el nuestro, sea desplazado por países más disciplinados y conscientes que nosotros.
Tengo pavor que -como en las Olimpiadas- México sume fracaso tras fracaso en la competencia mundial.
Y todo porque no hay una buena educación.
Ni física ni mental.
Es aberrante que ustedes, bola de fracasados, pretendan enseñarles a nuestros hijos como triunfar.
México no los merece.
Sean conscientes de lo que ustedes significan para nuestros hijos y prepárense mejor.
Con todos los recursos que tenemos, con toda la información disponible de que disponemos, no es normal que hayan reprobado.
Pero en fin...
No es culpa suya nada más...
Es culpa de un sistema que ya se agotó hace 20 años y que el poder no sabe cómo cambiar.
En fin, qué le vamos hacer...
Este es otro triste capítulo de la odiada obra:
'Por eso Estamos como Estamos'...


Carta a Carlos Alazraki
La política en tacones
11 de septiembre de 2009
Pilar Ramírez

Señor Carlos Alazraki:

Ahora que usted y otros personajes de la vida pública de México están poniendo de moda –quizá reponiendo- la relación epistolar para opinar sobre hechos de interés general, me sumaré a esta saludable nueva costumbre para hacerle saber mi punto de vista sobre su carta a los maestros. Su misiva es un duro reclamo a los maestros que reprobaron el examen para obtener una plaza, escrita con más enojo que reflexión y quizá por ello profundamente injusta. Puede ser la misma razón por la que comienza usted su carta con una mentira, pues su contenido contradice lo de “estimados maestros”; yo sé que es una convención, pero en ciertas ocasiones es mejor dejarlas de lado. Por mi parte, he comenzado esta carta simplemente con su nombre, porque no tengo ningún motivo para estimarle, en cambio, le respeto porque se ha ganado usted un lugar en el ámbito profesional en el que se desempeña.
Ser un prestigiado publicista, sin embargo, no le califica necesariamente para analizar la situación de la educación en nuestro país. En su escrito culpa a los maestros de la delincuencia, de la drogadicción, del fracaso en las Olimpiadas y de otros males sociales por el hecho de que el 67% de los aspirantes a obtener una plaza de maestro reprobó el examen y de que muchos de los reprobados continuarán dando clase.
Podríamos decir que esos aspirantes a maestros fueron preparados por otros malos maestros y éstos a su vez por otros parecidos, así hasta echarle la culpa a Trucutú. En lugar de eso, podríamos considerar los muchos problemas que revelan estos resultados.
Se ha especulado sobre las características del diseño del examen, recalco que se ha especulado, porque la Secretaría de Educación Pública desde el año anterior ofreció que daría a conocer el examen y no lo hizo. Es el secreto mejor guardado del sistema educativo, igual que los exámenes de Ceneval con los que se evalúa a los estudiantes. Si el gobierno federal tiene ocho mil 192 plazas y 71 mil aspirantes, resulta lógico pensar que el examen es una manera conveniente de trasladar la responsabilidad a los sustentantes para minimizar las protestas por la insuficiencia de plazas. La “profesión de Estado” parece agotada. Las plazas no alcanzan ni para los poco más de 17 mil que sí aprobaron el examen.
Es cierto que los maestros no tienen la preparación adecuada, son lamentables los resultados, pero, ¿no sería mejor utilizar esos resultados positivamente para diseñar una capacitación que aborde las áreas en las que se observan deficiencias, en lugar de solamente exhibir a los maestros?, ¿no deberían las escuelas normales estar recibiendo información puntual de los aspectos en los que sus alumnos no están bien preparados?, ¿no deberían los propios sustentantes recibir su examen calificado para saber exactamente en qué fallaron?
Las mismas escuelas normales a las que ahora se les apunta como culpables, son las que han formado a los maestros que trabajan en las escuelas particulares, como en las que usted estudió. Lo que hace la diferencia es que en muchas de ellas sí se les exige a los docentes y se le da rumbo a su desempeño profesional; es decir, el panorama cambia cuando hay dirección clara y objetivos. Nuestro país no necesita maestros apóstoles sino buenos profesionales de la educación, buena capacitación y un modelo educativo que no adopte modas teóricas de manera acrítica, para tener una oportunidad mínima de neutralizar los problemas asociados a la masividad de la educación, las deficiencias ancestrales, las repercusiones de la vida sindical y la influencia de los medios.
A mí también me parece lamentable la mala preparación de los maestros, pero, señor Alazraki, le tengo una mala noticia, los maestros mal preparados no son sólo aquellos que bloquean carreteras para exigir aumento de suelo. Están en todos lados, muchos de ellos ni siquiera se interesan en la política, no leen ni un libro al año, como lo demuestran algunas encuestas de lectura, la mayoría no hace uso de las nuevas tecnologías para actualizarse sino que las utiliza para actividades básicas como comunicarse con la telefonía celular o visitar páginas de entretenimiento y enviar correos con cadenas, ven telenovelas, consumen grandes cantidades de futbol, de nota roja y le creen todo a Javier Alatorre o a cualquier otro conductor de la “tele”. Vamos, algunos que lean su carta, verán el nombre de Carlos Alazraki por primera vez.
Me refiero a esas grandes capas de la población que viven subyugadas por la publicidad. Sí, se trata exactamente de todos aquellos que usted, con sus exitosas campañas publicitarias ha contribuido a sumir en ese mundo de simulación que es el deseo de alcanzar bienes que nos ofrecen status, los que se han creído que “todo México es territorio Telcel” y que la telefonía celular sirve, no para comunicarse, sino para presumir el modelo de teléfono con más funciones porque eso les da un mejor lugar en el mundo. Son los mismos que consumen las cervezas que su exitosa agencia anuncia y se sientan frente a un televisor a ver partidos de futbol, los mismos que votaron porque los convenció el eslogan “Bienestar para tu familia” que usted acuñó y que festejaron su ingeniosa frase “Dale un madrazo al dedazo”, en síntesis, allí está buena parte de la “bola de fracasados” como los llama usted.
El problema de la educación, señor Alazraki es tan complejo que le aseguro que no se resolverá sólo culpando a los maestros, aunque no niego la responsabilidad individual en esta capacitación insuficiente. Me pregunto si alguna vez ha visitado usted una escuela unitaria. De ésas en que, como dice un conocido, un solo maestro es el director, el maestro, el intendente, el líder sindical, el agremiado y la secretaria que es novia del director. Son escuelas alejadas de los centros urbanos, donde los niños de primero a sexto de primaria están en el mismo grupo y a cargo de un maestro. También le podría sugerir visitar las escuelas de zonas indígenas o ésas donde los maestros hacen dos o tres horas de camino, buena parte de él a pie, o bien aquellas donde los maestros son amenazados por los narcos para que cooperen con ellos. En ellas, y son muchas, los maestros, burros o no, como usted afirma, son los que sostienen la educación que recibe la población más desprotegida del país, la mayoría de las veces por un salario miserable.
Su carta, muchos la festejarán, no en balde la escribió Carlos Alazraki, el exitosísimo y prestigiado publicista. Pero eso no le quita, como le digo, lo injusta. Estaré en espera de su carta a las autoridades educativas.
ramirez.pilar@gmail.com

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