jueves, 3 de septiembre de 2009

FUTBOL: RECURSO MANIPULADOR


(Colaboración para el programa "Micrófono Abierto" transmitido el jueves 3 de septiembre de 2009 en la estación de radio XEI de la ciudad de Morelia, Michoacán)

Confieso ser un ignorante total en temas deportivos, más aún si de fútbol se trata, donde mi ser ignaro alcanza el espacio expresivo del poeta argentino Jorge Luis Borges al preguntarse ¿por qué en el fútbol 22 hombres corren detrás de una pelota, en lugar de comprar 22 pelotas?

Sin embargo me voy a tomar la libertad de esbozar algunas ideas sobre este deporte de masas, pretextando los próximos encuentros de la selección mexicana contra las de sus iguales de Costa Rica y Honduras. No pretendo agredir a ningún aficionado de cepa. Mi propósito es ubicarme en otra perspectiva de análisis.

Cuenta Eduardo Galeano, el escritor uruguayo autor de “Las venas abiertas de América”, ese libro que alcanzó niveles óptimos de venta después que el controvertido presidente venezolano Hugo Chávez se lo obsequiara al de Estados Unidos Barack Obama, que en cierta ocasión se encontró con un grupo de niños que venían de jugar el fútbol soccer cantando, sudorosos y felices, el estribillo: “Ganamos. Perdimos. Todos nos divertimos”. Así lo refiere en la solapa de su ensayo “El fútbol a sol y sombra”, narraciones cortas que le sirven para contrastar acontecimientos históricos del mundo con el empleo ideológico y mediático del deporte futbolero.

En los barrios de antaño se solían juntar niños y adolescentes para divertirse jugando al fútbol. Ellos trazaban las estrategias, elaboraban sus sorteos de competencia, elegían de entre el grupo los integrantes de los equipos; y al azar de la moneda al viento, se decidía la elección del terreno y el saque inicial. Todos jugaban, ninguno padecía la humillación de ser excluido por muy malo y torpe que fuera.

Al concluir nadie perdía, nadie ganaba, pues el propósito sustantivo era divertirse. Después del encuentro se respiraba aún más el aire de la amistad estrecha, la hermandad solidaria, la suplantación del “yo” por el “nosotros”. Por eso el estribillo: “Ganamos. Perdimos. Todos nos divertimos”.

El problema principió cuando los adultos comenzaron a involucrarse en tales cuestiones lúdicas. Se erigieron en sus técnicos y clasificaron a los jugadores en “buenos” y “malos”, convirtiéndolos en “titulares” y “reservas”. Ya no era cosa de divertirse sino de ganar-ganar. Conseguir el triunfo a toda costa. Por eso los gritos que azuzan. Las entradas innobles. Los enojos que agreden. Los rostros congestionados. La derrota hunde en la humillación de la humildad. El triunfo, en cambio, enaltece la soberbia.

Y de la alegría surgió el negocio millonario de unos cuantos, se construyó el mundo lucrativo del deporte. Llegó el mercado de las piernas y del jugador utilitario. La cosificación del hombre-mercancía. Más lo peor: el empleo manipulador que se le dio para distanciar a las masas de los problemas fundamentales.

Así se deformó al deporte para convertirlo en fetiche, una fuente indispensable de distracción para quienes ostentan el poder sobre el dominio de las mayorías. Los campos deportivos se transformaron en espacios para la catarsis de las frustraciones y desahogos de la impotencia.

Los medios de comunicación han contribuido al impacto social del futbol soccer. Si analizáramos la sociología del deporte, coincidiríamos con la aseveración de que “el espectáculo deportivo es una verdadera fábrica de sentimientos masivos”, enconados por los instrumentos multimedia que buscan el beneficio económico de grupos empresariales e influir ideológicamente.

El futbol ha sido funcional para la política, pues aprovechando la cualidad de héroes que los aficionados conceden a determinados jugadores, éstos son utilizados para enajenar a las masas, tratándolos y manipulándolos en beneficio de quienes buscan escalar por los peldaños del dominio.

En estos tiempos aciagos en que los políticos se regodean en cínicos auto-elogios, todos debemos de tener la cabeza fría y los pies calientes para negarnos a la manipulación mediática del deporte, a fin de que no nos separen de la realidad dolorosa.

En fin… la materia es abundante y el espacio breve. Dejo para la reflexión lo que aquí he dicho.

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