Francisco RIVAS LINARES
No
hay gobierno que no llegue a utilizar la estrategia de manipulación
comunicativa conocida como “La Caja China”. Su denominación proviene de una
secuencia de cajas que, cuando se logra abrir la primera, dentro de ella existe
otra mas chica, en cuyo interior hay otra más pequeña y así sucesivamente.
Como
recurso literario, consiste en incluir relatos menores dentro de uno mayor.
Miguel de Cervantes, en su celebre El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha, incluye en su desarrollo otros relatos cortos derivativos de la
narración central.
“La
Caja China” como estrategia política, consiste en provocar y difundir
ampliamente un hecho menor para ocultar un acontecimiento de mayor relevancia
que le permita al gobierno obtener un margen de maniobra con dos propósitos
fundamentales: resarcir su imagen deteriorada o bien imponer decisiones que le
favorezcan para sus aviesos fines. Para asegurar su éxito, requieren de la
colaboración de los medios de comunicación masiva incondicionales al poder.
El
gobierno federal adolece de una crisis de credibilidad. El Presidente Peña
Nieto lo ha reconocido en declaraciones hechas al rotativo británico Financial Times: “… hoy existe sin duda
una sensación de incredulidad y desconfianza… hubo pérdida de confianza y esto
ha mostrado recelo y duda”, tales fueron sus palabras.
Sus
colaboradores han contribuido en proporción mayor para detonar dicha crisis. La
torpeza con que se abordaron los casos de las ejecuciones extrajudiciales en
Tlatlaya, estado de México, las desapariciones forzadas Iguala-Ayotzinapa, los
tumbos que ha venido dando la política económica, los conflictos de interés tan
evidentes, la corrupción dominante en los sistemas de justicia, los reiterados
gazapos declarativos, la condena internacional por la violación a los derechos
humanos, su entrega a los poderes facticos fundamentalmente a televisa y la
empresa Higa, etc.
Hubo
quienes, incluso, pusieron en duda la lealtad de los miembros de su gabinete, a
quienes endosan el supuesto de que los tropiezos eran ocasionados a propósito.
A todo hay que agregar el estilo dinosáurico con que se conduce su partido
político, la selección de sus candidatos para competir en las elecciones del 7
de junio que, de plano, constituyen un dejo de burla hacia el electorado, en
fin.
Todo
ha constituido un coktel explosivo que en la lectura popular lo interpretan
como simulación y burla. Y no obstante los resultados preocupantes tan a la
vista, solo se les ocurre abrir una “caja china” para seguir solazándose en sus
equívocos.
Así,
se sueltan capturando capos de alta peligrosidad como La Tuta y el Zeta 42,
para desviar la atención hacia asuntos de mayor impacto social, tales como la
designación de Arely Gómez como procuradora de justicia, y la propuesta de Eduardo
Medina Mora para ocupar el lugar del fallecido Sergio Valls en la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, a quienes se les liga con el poder mediático y a
Medina Mora, además, se le censura por el pésimo desempeño en sus funciones públicas
anteriores, sobre todo en aquellas que tuvieron que ver con el sistema de impartición
de justicia y violación de derechos humanos.
Pero
hay otras decisiones que están pasando ante la distracción de “la caja china”,
decisiones que deberán ser motivo de atención y preocupación por las
afectaciones sociales que estas representan. Citare por ahora dos de ellas:
1.-
El propósito de privatizar el agua. El miércoles anterior, se aprobó en
comisiones de la Cámara de Diputados (con la mayoría conformada por el PRI,
Partido Verde y el PAN, la Ley General de Aguas que permite la participación de
concesionarios y organismos privados para la extracción, captación, conducción,
potabilización, distribución, suministro, tratamiento, recolección,
disposición, desalojo, medición, determinación, facturación y cobro de tarifas
del agua. El servicio poco a poco dejara de ser proporcionado por el gobierno,
dejándolo en manos del sector privado.
2.-
Los fondos para el retiro producto de los ahorros de los trabajadores, mismos
que ascienden a poco más de dos billones de pesos, el gobierno ha decidido
disponer del 50.3% para financiar su deuda pública. Los fondos para el retiro
están cayendo en manos de un pésimo pagador, y si no, pregúntenle a los
trabajadores mexicanos que fueron a EEUU a trabajar entre 1942 y 1964 a quienes
se les retenía el 10% de su paga para integrar un fondo que les permitiera
tener recursos cuando regresaran a México. Pero, ¿Qué sucedió? El gobierno se
los embolsó.
(Columna
Política 6 marzo 2015)