jueves, 18 de septiembre de 2014

México y la OCDE





Francisco RIVAS LINARES

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se fundó en el año de 1961 con el propósito de promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas. Actualmente 34 países pertenecen a dicha organización, entre los que se encuentra nuestro país, cuyo ingreso data de 1994.

 

Con regularidad publica el resultado de investigaciones en campos diversos, a fin de verificar si se cumplen o no con sus recomendaciones y renovar sugerencias que permitan a los países miembros alcanzar con las metas propuestas.

 

Las calificaciones que otorga a nuestro país, constituyen un parámetro rector en las decisiones que toma el gobierno federal desde el sexenio de Miguel de la Madrid; decisiones cuyo espíritu está definido por una economía de libre mercado.

 

Las consecuencias están a la vista: desigualdad, pobreza, marginación, desempleo, corrupción, afianzamiento del poder capitalista, predominio de la iniciativa privada sobre el interés público, etc.

 

Las exposiciones calificadoras que reiteradamente da a conocer la OCDE sobre nuestro país, son profundamente lamentables. Expondré algunos de ellos, siempre en el marco referencial de los 34 países miembros:

 

Último lugar en educación; primer lugar en salarios bajos; primer lugar en la desigual distribución de ingresos; primer lugar en corrupción; primer lugar en impunidad; el menos transparente en el manejo de recursos; primer lugar en bullyng o acoso escolar; primer lugar en empleo informal; somos el país con mayor riesgo en empobrecimiento; primer lugar en feminicidios con un promedio de 6.4 asesinatos de mujeres por día; último lugar en expectativa de graduación en bachillerato; tercer lugar en cuanto al mayor número de ninis, sólo superado por Turquía e Israel; México, califica la OCDE, es el país con mayor desempleo entre los más educados (los grados académicos dejaron de ser garantía de movilidad social); segundo lugar en el gasto público más bajo para el sector salud y educación.

 

En mayo del presente año, la OCDE ubicó a México en el último lugar en seguridad con una calificación máxima de siete puntos; baja calidad de vida que impiden el desarrollo de las personas; la desaparición forzada registra cifras confusas por la perversidad oficial de manipularlas, neutralizando con ello su importancia política y social, sin embargo ocupa un lugar preponderante. Sólo en nuestro estado, Michoacán, en los últimos ocho años se contabilizan 200 desapariciones, de las cuales 56 corresponden a la actual administración federal.

 

Lo mismo ocurre con las ejecuciones extrajudiciales, cuya cifra oficial difundida se eleva a 70 mil; no obstante, el cálculo es mucho mayor.

 

En fin. Esta es nuestra realidad incómoda en el concierto de las naciones constitutivas de la OCDE. No centremos la atención únicamente en el factor educativo, como lo ha pretendido la élite del poder, en los afanes por desviarnos la atención de la integridad nacional. Nuestra realidad no debemos fundarla en la realidad de los hipócritas. Nuestra historia conlleva la tragedia de millones de mexicanos cuya esperanza ha sido aplastada por el poder político-económico corrupto y corruptor. Preservemos la memoria pues sin ella estaremos caminando eternamente en el círculo de la recurrencia.

La retórica de la "democracia"




Francisco RIVAS LINARES

La retórica de la democracia es un ejercicio que con destreza desarrollan quienes ejercen el poder político. Ellos hablan y hablan con una verborrea incontenible, sin reparar que frecuentemente caen en gazapos y estupideces.

 

Comprender el fenómeno del poder político es tanto como perderse entre galimatías y derroteros laberínticos. Son tales sus enredos cantinflesco que ni el propio expositor encuentra el sentido, mucho menos el significado de lo que dijo, pero que sí denota su falta de claridad en las ideas. Por ejemplo:

 

La corrupción es un tema casi humano que ha estado en la historia de la humanidad. Yo sí creo que hay un tema cultural lamentablemente que ha provocado corrupción. Ser presidente de México da ñañaras (Fox). Ni nos perjudica ni nos beneficia sino todo lo contrario (LEA). Estamos ambos cuatro (Fox). Estamos trabajando las 24 horas del día y partes de la noche (Sócrates Rizo) Sí es mi voz pero no soy yo (Mario Marín sobre las grabaciones telefónicas con Kamel Nacif). A este señor le falta lo que a mí me sobra: ovarios. (Xóchitl Gálvez al gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina)

 

Divorciados de la realidad en que se debaten sus gobernados, construyen sus propios entornos paradisiacos, con el vano empeño de imponérnoslo a punta de comerciales. Tanto la publicidad como instrumento de control y la represión de las expresiones sociales, fueron estrategias de freno y antídoto que les dio resultado en el pasado; pero en el presente, no.

 

Repetirnos hasta la saciedad que México se atrevió a cambiar o que el país está en movimiento a partir de un conjunto de reformas que más que esperanzadoras resultan perturbadoras, y  cuyos resultados son desconocidos aún, resultan ser slogans propios para mentalidades infantiles. Igual calificativo merecen los que nos aseguran de manera atrevida y sin rubor que los índices delincuenciales han disminuido, cuando las estadísticas indican todo lo contrario.

 

Todo esto es una prueba de su falta de sensatez y una ofensa a la inteligencia de los mexicanos, pues carentes de un discurso político bien estructurado y convincente, recurren a su fraseología tradicional.

 

La publicidad oficial que el gobierno federal impone, resulta demasiado oneroso para el pueblo. Sólo en el primer año de la presente administración, se invirtieron 4 mil 195 millones de pesos; y en los primeros siete meses del presente año, se han gastado 198 millones 402 mil pesos, siendo la televisión el medio de mayor preferencia en el cual se aplicaron.

 

Administrar la abundancia para acabar con la pobreza es una mentira reiterada cada primero de septiembre. Programas sexenales que prometen alcanzar el propósito, han resultado un fiasco. Pronasol, con Salinas de Gortari. Progresa con Ernesto Zedillo. Oportunidades con Vicente Fox. Oportunidades/pisos firmes con Felipe Calderón. Y ahora nos endilgan Prospera.

 

Los pobres dan votos. Eso bien lo saben los susodichos policastros y por lo tanto hay que aumentar su número y administrarles sus miserias, sin olvidar, obviamente, publicitarse como sus protectores.

 

A nadie engañan. El pasado dos de septiembre, cuando se regodeaban en el país virtual que se construía en el tinglado de Palacio Nacional, el Foro Económico Mundial daba a conocer el derrumbe de México al lugar 61 del Índice de Competitividad Global 2014-2015.

 

También el Banco de México volvía a bajar por octava ocasión, el estimado crecimiento económico para el país, de 2.56 a 2.47. El Foro Económico Mundial bajó a México del lugar 49 al 53 en su estabilidad macroeconómica, especificando, además, las ocho notables desventajas competitivas que tiene: Corrupción, Regulación tributaria, Ineficiencia de la burocracia pública, Crimen y violencia, Acceso al financiamiento, Tasas tributarias, Inadecuada infraestructura, Regulaciones laborales restrictivas, e Inadecuada educación de la fuerza laboral.

 

Sí, México se está moviendo, pero hacia atrás. Enrique Peña Nieto “no ha empezado a construir el edificio de su grandeza y ya se está desmoronando; debe temerle al veredicto de la posteridad.”

miércoles, 3 de septiembre de 2014

A mí me la persignan



Francisco RIVAS LINARES


“A mí me la persignan” Con esta expresión tan propia del argot de los mexicanos, se suele presumir todo género de inmunidad. Con un “a mí me la persignan” se busca neutralizar cualquier ataque opositor; expresión señera que hace presumir, a quien la suelta, que nada ni nadie podrá causarle daño alguno.

 

En 2008 el entonces obispo de Ecatepec, estado de México, Onésimo Cepeda, venía enfrentando una acusación por fraude procesal, denuncia presentada desde octubre de 2007 por la sociedad mercantil panameña Arthinia Internacional S.A. El caso cobró singular pasmo cuando, al ser cuestionado el prelado al respecto, de manera altanera retó a las autoridades para que ejercieran acción penal en su contra con esa frívola expresión: “A mí me la persignan”.

 

Los escándalos que frecuentemente testimoniamos a través de diversos registros en vídeos, investigaciones periodísticas, grabaciones telefónicas o cualquier otro recurso propio de las tecnologías en voga, han reforzado los estados cínicos de los politicastros que se apoltronan en curules, escaños, secretarías de estado, ministerios, magistraturas, direcciones, jefaturas, etc., porque al fin y al cabo tienen la seguridad de que a ellos las leyes con sus autoridades se la persignan.

 

Fraudes, saqueos, cohechos, chantajes, mochadas, diezmos, robos, en fin, constituyen un serial de corrupción con el que agreden brutalmente a la ciudadanía. Y no obstante la denuncia pública que les exhibe, siempre quedan mondos y lirondos porque a ellos… “se la persignan”.

 

A Servando Gómez Martínez, ampliamente conocido por el mote de “La Tuta” y cabeza del cártel de los Caballeros Templarios, se la persignan y por eso sigue soltando videos para exhibir a personajes del medio político recibiendo indicaciones, sus indicaciones, sobre pagos de cuotas y derechos. Sí, a Servando Gómez, La Tuta, se la están persignando.

 

A Rodrigo Vallejo Mora, alias El Gerber, sólo se le juzgará por el delito de encubrimiento, delito menor que le permitirá obtener el beneficio de la fianza y quedar en absoluta libertad. ¿Por qué? Pues porque a Rodrigo Vallejo Mora se la persignan.

 

La denuncia que el periódico Reforma hiciera sobre un supuesto caso de corrupción entre el edil de Zitácuaro, Juan Carlos Campos, y el diputado federal Ernesto Núñez, ha quedado en el limbo. ¿Por qué? Pues porque a los dos se la están persignando.

 

Las arcas del gobierno de nuestro estado siguen vacías como consecuencia de la pésima administración de Cárdenas Batel y Leonel Godoy sin que hasta la fecha haya responsable alguno. Y es que también a ellos se la están persignando.

 

Los maestros de la Coordinadora del Magisterio no acatarán las disposiciones reformistas de la autoridad central sin que medie sanción alguna. ¿Por qué? Pues porque a los maestros de la Coordinadora del Magisterio se la persignan.

 

Cuauhtémoc Gutiérrez, Carlos Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo, Humberto Moreira, los propietarios de la guardería ABC, los hermanos Bribiesca Sahagún, Rafael Moreno Valle, Amado Yáñez Osuna de la empresa Oceanografía, Germán Larrea, Mario Marín… Y así pudiéramos seguir enumerando casos de cinismo en la que todos se encuentran inmunes ante la autoridad federal y/o estatal, porque simple y sencillamente se las están persignando.

 

Sí, esta singular expresión “a mí me la persignan”, es uno de los muchos síndromes de la élite política, de la oligarquía privilegiada, de esos que han llegado a desarrollar un desprecio profundo hacia la mayoría social. De esos que se sienten dignos de trazar su empatía sólo con los catrines.

 

Sí, esta singular expresión “a mí me la persignan” es propia de un clasismo desbordado, absoluto y arbitrario, en cuyo reducido universo social no existe frontera entre lo correcto y lo incorrecto.

 

Juan Luis Vives, humanista, filósofo y pedagogo español, dijo para la posteridad: “No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras.”

De políticos incultos y mediocres.



Francisco RIVAS LINARES


El arte y la ciencia de gobernar ha sido un tema de interés desde los tiempos clásicos de la filosofía griega. Pensadores trascendentales como Aristóteles y Platón ya discernían en torno a tan complicado asunto, en el ánimo de encontrar una explicación al quehacer político.

 

Si gobernar es considerado como un resultado de la dicotomía arte/ciencia, definitivamente nuestros políticos se encuentran fuera de tales considerandos.

 

Incultos y mediocres no tienen visión para alcanzar alturas que les permitan actuar con mesura en la toma de decisiones críticas en torno a la economía, lo social o lo político. Sus atributos personales fueron los menos que se tomaron en cuenta para lanzarlos como candidatos; sí, en cambio, su disposición para la obediencia, la disciplina partidaria, su gregarismo  a grupos o tribus adheridos al partido, su desenvolturas con habilidades mañosas, en fin.

 

Sé que más de uno habrá de indignarse con la visión que expreso sobre la identidad de los políticos. Aunque no está divorciada de la que expresa Nicolás Maquiavelo, el padre fundador de la ciencia política, quien en su obra El Príncipe subraya que: “Quien quiera tener éxito en el ámbito político habría de renunciar a toda consideración moral y humanista, so pena de ser vencido fácilmente en tan despiadada contienda; quienes tales ambiciones albergue en su alma no debiera mostrar escrúpulo alguno en recurrir a la mentira, al asesinato, la crueldad y la venganza cuando las condiciones así lo requiriesen.”

 

 Nuestro Apóstol de la Democracia, Don Francisco I. Madero lo confirma en su Manual Espirita, cuando escribió: “Es indudable que si todos los hombres de bien hicieran a un lado sus egoísmos y se mezclasen en los asuntos públicos, los pueblos estarían gobernados sabiamente y serían los hombres de más mérito y virtud los que ocuparían los puestos más elevados, y es natural que hombres así harían el bien y acelerarían la evolución de la humanidad, no sucediendo lo mismo con los hombres malvados que con tanta frecuencia ocupan dichos puestos… en tales condiciones el hombre bueno y virtuoso es víctima de toda clase de persecuciones, mientras el malvado que se amolda a la situación es recompensado.”

 

Si bien estamos conscientes de que quienes se dedican a la política, como cualquier ser humano, tienen defectos y virtudes. Sin embargo, hay cualidades predominantes como la de poseer ideales que de tan sólidos le permitan tomar decisiones en beneficio de la mayoría social. Un buen político deberá poseer cualidades que le permitan entender a la ciudadanía; claridad en las ideas para transformarlas en realidades; integridad para enfrentar los retos que el devenir de su actuación le presente.

 

Si la veracidad y la sensatez le son indispensables, nuestros políticos ni lo son ni poseen la sensatez. Se guían sólo por la dirección que les marcan, no procuran su independencia ideológica en relación a la de su partido porque prefieren anteponer el cuidado de su futuro político al de los ciudadanos que representan.

 

Hoy nuestros políticos son genuinos artistas de la trapisonda; es decir, de la discusión o riña en la que se grita y se hace alboroto; ventean mentiras elaboradas en los círculos ocultos, para agredir a sus adversarios potenciales, esos que pudieran impedir la concreción de sus proyectos.

 

El mundo de las apariencias democráticas es su hábitat donde se regodean en los contravalores que distorsionan los principios constitucionales y los derechos humanos, siempre en aras de extender sus ambiciones de dominio.

 

Y esa es nuestra condena, tener una casta de políticos aglutinados en grupos de facción, que poco o nada tienen que ver con lo que les demanda el pueblo. Por eso, en nuestro tiempo, “resulta necesario revalorar el papel que deben jugar los individuos en tanto integrantes de la sociedad y como entes encargados del ejercicio del poder público…” más aún, cuando estamos viviendo tiempos aciagos de confusión.

 

Abramos un tiempo para la reflexión sobre nuestro papel como sociedad civil, por cuanto a incidir en la gobernabilidad y la estabilidad social.