miércoles, 24 de septiembre de 2014
jueves, 18 de septiembre de 2014
México y la OCDE
Francisco RIVAS LINARES
La Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se fundó en el año de 1961 con el
propósito de promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de
las personas. Actualmente 34 países pertenecen a dicha organización, entre los
que se encuentra nuestro país, cuyo ingreso data de 1994.
Con regularidad publica el resultado
de investigaciones en campos diversos, a fin de verificar si se cumplen o no
con sus recomendaciones y renovar sugerencias que permitan a los países
miembros alcanzar con las metas propuestas.
Las calificaciones que otorga a
nuestro país, constituyen un parámetro rector en las decisiones que toma el
gobierno federal desde el sexenio de Miguel de la Madrid; decisiones cuyo
espíritu está definido por una economía de libre mercado.
Las consecuencias están a la
vista: desigualdad, pobreza, marginación, desempleo, corrupción, afianzamiento
del poder capitalista, predominio de la iniciativa privada sobre el interés
público, etc.
Las exposiciones calificadoras
que reiteradamente da a conocer la OCDE sobre nuestro país, son profundamente
lamentables. Expondré algunos de ellos, siempre en el marco referencial de los
34 países miembros:
Último lugar en educación; primer
lugar en salarios bajos; primer lugar en la desigual distribución de ingresos;
primer lugar en corrupción; primer lugar en impunidad; el menos transparente en
el manejo de recursos; primer lugar en bullyng o acoso escolar; primer lugar en
empleo informal; somos el país con mayor riesgo en empobrecimiento; primer
lugar en feminicidios con un promedio de 6.4 asesinatos de mujeres por día;
último lugar en expectativa de graduación en bachillerato; tercer lugar en
cuanto al mayor número de ninis, sólo
superado por Turquía e Israel; México, califica la OCDE, es el país con mayor
desempleo entre los más educados (los grados académicos dejaron de ser garantía
de movilidad social); segundo lugar en el gasto público más bajo para el sector
salud y educación.
En mayo del presente año, la OCDE
ubicó a México en el último lugar en seguridad con una calificación máxima de
siete puntos; baja calidad de vida que impiden el desarrollo de las personas; la
desaparición forzada registra cifras confusas por la perversidad oficial de
manipularlas, neutralizando con ello su importancia política y social, sin
embargo ocupa un lugar preponderante. Sólo en nuestro estado, Michoacán, en los
últimos ocho años se contabilizan 200 desapariciones, de las cuales 56
corresponden a la actual administración federal.
Lo mismo ocurre con las
ejecuciones extrajudiciales, cuya cifra oficial difundida se eleva a 70 mil; no
obstante, el cálculo es mucho mayor.
En fin. Esta es nuestra realidad
incómoda en el concierto de las naciones constitutivas de la OCDE. No centremos
la atención únicamente en el factor educativo, como lo ha pretendido la élite
del poder, en los afanes por desviarnos la atención de la integridad nacional.
Nuestra realidad no debemos fundarla en la realidad de los hipócritas. Nuestra
historia conlleva la tragedia de millones de mexicanos cuya esperanza ha sido
aplastada por el poder político-económico corrupto y corruptor. Preservemos la
memoria pues sin ella estaremos caminando eternamente en el círculo de la
recurrencia.
La retórica de la "democracia"
Francisco RIVAS LINARES
La retórica de la democracia es
un ejercicio que con destreza desarrollan quienes ejercen el poder político.
Ellos hablan y hablan con una verborrea incontenible, sin reparar que
frecuentemente caen en gazapos y estupideces.
Comprender el fenómeno del poder
político es tanto como perderse entre galimatías y derroteros laberínticos. Son
tales sus enredos cantinflesco que ni el propio expositor encuentra el sentido,
mucho menos el significado de lo que dijo, pero que sí denota su falta de
claridad en las ideas. Por ejemplo:
La corrupción es un tema casi
humano que ha estado en la historia de la humanidad. Yo sí creo que hay un tema
cultural lamentablemente que ha provocado corrupción. Ser presidente de México
da ñañaras (Fox). Ni nos perjudica ni nos beneficia sino todo lo contrario
(LEA). Estamos ambos cuatro (Fox). Estamos trabajando las 24 horas del día y
partes de la noche (Sócrates Rizo) Sí es mi voz pero no soy yo (Mario Marín
sobre las grabaciones telefónicas con Kamel Nacif). A este señor le falta lo
que a mí me sobra: ovarios. (Xóchitl Gálvez al gobernador de Nuevo León,
Rodrigo Medina)
Divorciados de la realidad en que
se debaten sus gobernados, construyen sus propios entornos paradisiacos, con el
vano empeño de imponérnoslo a punta de comerciales. Tanto la publicidad como
instrumento de control y la represión de las expresiones sociales, fueron
estrategias de freno y antídoto que les dio resultado en el pasado; pero en el
presente, no.
Repetirnos hasta la saciedad que
México se atrevió a cambiar o que el país está en movimiento a partir de un
conjunto de reformas que más que esperanzadoras resultan perturbadoras, y cuyos resultados son desconocidos aún,
resultan ser slogans propios para mentalidades infantiles. Igual calificativo
merecen los que nos aseguran de manera atrevida y sin rubor que los índices
delincuenciales han disminuido, cuando las estadísticas indican todo lo
contrario.
Todo esto es una prueba de su
falta de sensatez y una ofensa a la inteligencia de los mexicanos, pues
carentes de un discurso político bien estructurado y convincente, recurren a su
fraseología tradicional.
La publicidad oficial que el
gobierno federal impone, resulta demasiado oneroso para el pueblo. Sólo en el
primer año de la presente administración, se invirtieron 4 mil 195 millones de
pesos; y en los primeros siete meses del presente año, se han gastado 198
millones 402 mil pesos, siendo la televisión el medio de mayor preferencia en
el cual se aplicaron.
Administrar la abundancia para
acabar con la pobreza es una mentira reiterada cada primero de septiembre. Programas
sexenales que prometen alcanzar el propósito, han resultado un fiasco. Pronasol, con Salinas de Gortari. Progresa con Ernesto Zedillo. Oportunidades con Vicente Fox. Oportunidades/pisos firmes con Felipe
Calderón. Y ahora nos endilgan Prospera.
Los pobres dan votos. Eso bien lo
saben los susodichos policastros y por lo tanto hay que aumentar su número y
administrarles sus miserias, sin olvidar, obviamente, publicitarse como sus
protectores.
A nadie engañan. El pasado dos de
septiembre, cuando se regodeaban en el país virtual que se construía en el
tinglado de Palacio Nacional, el Foro Económico Mundial daba a conocer el
derrumbe de México al lugar 61 del Índice de Competitividad Global 2014-2015.
También el Banco de México volvía
a bajar por octava ocasión, el estimado crecimiento económico para el país, de
2.56 a 2.47. El Foro Económico Mundial bajó a México del lugar 49 al 53 en su
estabilidad macroeconómica, especificando, además, las ocho notables
desventajas competitivas que tiene: Corrupción, Regulación tributaria,
Ineficiencia de la burocracia pública, Crimen y violencia, Acceso al
financiamiento, Tasas tributarias, Inadecuada infraestructura, Regulaciones
laborales restrictivas, e Inadecuada educación de la fuerza laboral.
Sí, México se está moviendo, pero
hacia atrás. Enrique Peña Nieto “no ha empezado a construir el edificio de su
grandeza y ya se está desmoronando; debe temerle al veredicto de la
posteridad.”
miércoles, 3 de septiembre de 2014
A mí me la persignan
Francisco RIVAS LINARES
“A mí me la persignan” Con esta
expresión tan propia del argot de los mexicanos, se suele presumir todo género
de inmunidad. Con un “a mí me la persignan” se busca neutralizar cualquier ataque
opositor; expresión señera que hace presumir, a quien la suelta, que nada ni
nadie podrá causarle daño alguno.
En 2008 el entonces obispo de
Ecatepec, estado de México, Onésimo Cepeda, venía enfrentando una acusación por
fraude procesal, denuncia presentada desde octubre de 2007 por la sociedad
mercantil panameña Arthinia Internacional S.A. El caso cobró singular pasmo
cuando, al ser cuestionado el prelado al respecto, de manera altanera retó a
las autoridades para que ejercieran acción penal en su contra con esa frívola
expresión: “A mí me la persignan”.
Los escándalos que frecuentemente
testimoniamos a través de diversos registros en vídeos, investigaciones
periodísticas, grabaciones telefónicas o cualquier otro recurso propio de las
tecnologías en voga, han reforzado los estados cínicos de los politicastros que
se apoltronan en curules, escaños, secretarías de estado, ministerios,
magistraturas, direcciones, jefaturas, etc., porque al fin y al cabo tienen la
seguridad de que a ellos las leyes con sus autoridades se la persignan.
Fraudes, saqueos, cohechos,
chantajes, mochadas, diezmos, robos, en fin, constituyen un serial de
corrupción con el que agreden brutalmente a la ciudadanía. Y no obstante la
denuncia pública que les exhibe, siempre quedan mondos y lirondos porque a ellos… “se la persignan”.
A Servando Gómez Martínez,
ampliamente conocido por el mote de “La Tuta” y cabeza del cártel de los
Caballeros Templarios, se la persignan y por eso sigue soltando videos para
exhibir a personajes del medio político recibiendo indicaciones, sus
indicaciones, sobre pagos de cuotas y derechos. Sí, a Servando Gómez, La Tuta,
se la están persignando.
A Rodrigo Vallejo Mora, alias El
Gerber, sólo se le juzgará por el delito de encubrimiento, delito menor que le
permitirá obtener el beneficio de la fianza y quedar en absoluta libertad. ¿Por
qué? Pues porque a Rodrigo Vallejo Mora se la persignan.
La denuncia que el periódico
Reforma hiciera sobre un supuesto caso de corrupción entre el edil de
Zitácuaro, Juan Carlos Campos, y el diputado federal Ernesto Núñez, ha quedado
en el limbo. ¿Por qué? Pues porque a los dos se la están persignando.
Las arcas del gobierno de nuestro
estado siguen vacías como consecuencia de la pésima administración de Cárdenas
Batel y Leonel Godoy sin que hasta la fecha haya responsable alguno. Y es que
también a ellos se la están persignando.
Los maestros de la Coordinadora
del Magisterio no acatarán las disposiciones reformistas de la autoridad
central sin que medie sanción alguna. ¿Por qué? Pues porque a los maestros de
la Coordinadora del Magisterio se la persignan.
Cuauhtémoc Gutiérrez, Carlos
Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo, Humberto Moreira, los propietarios de
la guardería ABC, los hermanos Bribiesca Sahagún, Rafael Moreno Valle, Amado
Yáñez Osuna de la empresa Oceanografía, Germán Larrea, Mario Marín… Y así
pudiéramos seguir enumerando casos de cinismo en la que todos se encuentran
inmunes ante la autoridad federal y/o estatal, porque simple y sencillamente se
las están persignando.
Sí, esta singular expresión “a mí
me la persignan”, es uno de los muchos síndromes de la élite política, de la
oligarquía privilegiada, de esos que han llegado a desarrollar un desprecio
profundo hacia la mayoría social. De esos que se sienten dignos de trazar su
empatía sólo con los catrines.
Sí, esta singular expresión “a mí
me la persignan” es propia de un clasismo desbordado, absoluto y arbitrario, en
cuyo reducido universo social no existe frontera entre lo correcto y lo
incorrecto.
Juan Luis Vives, humanista,
filósofo y pedagogo español, dijo para la posteridad: “No hay espejo que mejor
refleje la imagen del hombre que sus palabras.”
De políticos incultos y mediocres.
Francisco RIVAS LINARES
El arte y la ciencia de gobernar
ha sido un tema de interés desde los tiempos clásicos de la filosofía griega.
Pensadores trascendentales como Aristóteles y Platón ya discernían en torno a
tan complicado asunto, en el ánimo de encontrar una explicación al quehacer
político.
Si gobernar es considerado como
un resultado de la dicotomía arte/ciencia, definitivamente nuestros políticos
se encuentran fuera de tales considerandos.
Incultos y mediocres no tienen
visión para alcanzar alturas que les permitan actuar con mesura en la toma de
decisiones críticas en torno a la economía, lo social o lo político. Sus
atributos personales fueron los menos que se tomaron en cuenta para lanzarlos
como candidatos; sí, en cambio, su disposición para la obediencia, la
disciplina partidaria, su gregarismo a
grupos o tribus adheridos al partido, su desenvolturas con habilidades mañosas,
en fin.
Sé que más de uno habrá de
indignarse con la visión que expreso sobre la identidad de los políticos. Aunque
no está divorciada de la que expresa Nicolás Maquiavelo, el padre fundador de
la ciencia política, quien en su obra El
Príncipe subraya que: “Quien quiera tener éxito en el ámbito político
habría de renunciar a toda consideración moral y humanista, so pena de ser
vencido fácilmente en tan despiadada contienda; quienes tales ambiciones
albergue en su alma no debiera mostrar escrúpulo alguno en recurrir a la
mentira, al asesinato, la crueldad y la venganza cuando las condiciones así lo
requiriesen.”
Nuestro Apóstol de la Democracia, Don
Francisco I. Madero lo confirma en su Manual
Espirita, cuando escribió: “Es indudable que si todos los hombres de bien
hicieran a un lado sus egoísmos y se mezclasen en los asuntos públicos, los
pueblos estarían gobernados sabiamente y serían los hombres de más mérito y
virtud los que ocuparían los puestos más elevados, y es natural que hombres así
harían el bien y acelerarían la evolución de la humanidad, no sucediendo lo
mismo con los hombres malvados que con tanta frecuencia ocupan dichos puestos…
en tales condiciones el hombre bueno y virtuoso es víctima de toda clase de
persecuciones, mientras el malvado que se amolda a la situación es
recompensado.”
Si bien estamos conscientes de
que quienes se dedican a la política, como cualquier ser humano, tienen
defectos y virtudes. Sin embargo, hay cualidades predominantes como la de poseer
ideales que de tan sólidos le permitan tomar decisiones en beneficio de la
mayoría social. Un buen político deberá poseer cualidades que le permitan entender
a la ciudadanía; claridad en las ideas para transformarlas en realidades;
integridad para enfrentar los retos que el devenir de su actuación le presente.
Si la veracidad y la sensatez le
son indispensables, nuestros políticos ni lo son ni poseen la sensatez. Se
guían sólo por la dirección que les marcan, no procuran su independencia ideológica
en relación a la de su partido porque prefieren anteponer el cuidado de su
futuro político al de los ciudadanos que representan.
Hoy nuestros políticos son
genuinos artistas de la trapisonda; es decir, de la discusión o riña en la que
se grita y se hace alboroto; ventean mentiras elaboradas en los círculos
ocultos, para agredir a sus adversarios potenciales, esos que pudieran impedir
la concreción de sus proyectos.
El mundo de las apariencias
democráticas es su hábitat donde se regodean en los contravalores que distorsionan
los principios constitucionales y los derechos humanos, siempre en aras de
extender sus ambiciones de dominio.
Y esa es nuestra condena, tener
una casta de políticos aglutinados en grupos de facción, que poco o nada tienen
que ver con lo que les demanda el pueblo. Por eso, en nuestro tiempo, “resulta
necesario revalorar el papel que deben jugar los individuos en tanto
integrantes de la sociedad y como entes encargados del ejercicio del poder
público…” más aún, cuando estamos viviendo tiempos aciagos de confusión.
Abramos un tiempo para la
reflexión sobre nuestro papel como sociedad civil, por cuanto a incidir en la
gobernabilidad y la estabilidad social.
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