Francisco
RIVAS LINARES
“Por
muy alta que sea la estimación cuantitativa que uno
haga
de la estupidez humana, siempre quedan estúpidos,
de
un modo repetido y recurrente, debido a que personas
que
uno ha considerado racionales e inteligentes en el
pasado,
se rebelan después, de repente, inequívoca e
irremediablemente
estúpidas.”
Carlos
M. Cipolla
Albert
Einstein, considerado como el más importante científico del siglo XX, dejó para
la posteridad la expresión siguiente: “Hay dos cosas infinitas, el universo y
la estupidez, y del universo no estoy seguro.” Sí, el científico judío no
estaba seguro de que el universo fuera infinito; pero de lo que sí estaba
plenamente seguro era de la infinitud de la estupidez.
Dentro
de las cinco leyes fundamentales de la estupidez humana identificadas por el
historiador italiano Carlos María Cipolla, define al estúpido como aquél que al
causar daños a otros, se perjudica a la vez a sí mismo. En apego a tal concepto
y en virtud de la aprobación atropellada que hicieran legisladores federales y
estatales a una reforma que anula de tajo la estructura política y jurídica del
Estado, puedo confirmar que la estupidez ejerce dominio absoluto en nuestro
país.
El
rigor de tal afirmación lo sustento en la experiencia que han dejado las
muchas reformas que nos han impuesto
desde siempre, bajo supuestos beneficios que repercutirían socialmente; y que,
sin embargo, han resultado contraproducentes por los quebrantos provocados. Los
autores de tales desparpajos no sólo han lesionado al universo nacional, sino
incluso se auto-inmolan de manera pronta o a futuro.
Otro
factor que lo confirma son los incrementos salariales que anualmente aprueban
los integrantes de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, el último de los
cuales, mismo que estará vigente para todo el 2014, asciende a la cantidad
irrisoria de dos pesos con 52 centavos. Éste, al ser anunciado por el
secretario de trabajo Alfonso Navarrete Prida, puso énfasis en que “…el aumento permitirá una pequeña
recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores.”
Arrellanado
en su crasa ignorancia, el secretario de marras desconoce las cifras publicadas
por el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, las cuales cifran en
25% la pérdida del poder adquisitivo durante los últimos seis años. De manera
que a la estupidez no tenía necesidad de agregarle dosis de cinismo alguno.
Una
pesadilla desbordada es la que nos aqueja. Una pesadilla en la que no tiene
cabida el ejercicio de la tolerancia, pues a las personas razonables nos
resulta difícil entender el comportamiento estúpido de nuestros políticos,
quienes al tomar decisiones que van en detrimento de nuestra soberanía
económica, política, alimentaria, social, etc., empobrecen a la sociedad no
sólo en su economía, sino incluso en sus virtudes cívico-éticas.
Un
político estúpido tiene un poder de daño poderosísimo porque, como bien dice
Carlos Cipolla, no tiene necesidad ni de pensar, ni de organizarse para generar
un efecto; y cuando se junta con otros de idéntica condición, ésta se
multiplica en proporción geométrica.
Cuando
escuché al senador Beltrones en su esgrima verbal calificar de hipócritas y
amargados a los opositores a la reforma energética, recordé al Doctor en
Historia de América, Manuel Lucena Giraldo, en su Magistral Conferencia El
Resentimiento, una Emoción Revolucionaria.
Considerando
al resentimiento como una emoción compleja que surge con la modernidad hacia el
siglo XVIII, éste se caracteriza por “una sensación de odio residual y duradero
hacia quienes se les considera causantes de su desgracia o ruina y que se llega
a convertir en un sentimiento de hostilidad o aversión hacia alguien”.
Expone
también que el resentimiento político surge en una sociedad meritocrática que
está aprendiendo a ser democrática, en cuyo caldo de cultivo hacen su aparición
los deseos de venganza ante la traición política y convenenciera. Aquí quisiera
identificar el factor causal que provocó la agresión sufrida en días pasados la
senadora Rocío Pineda Gochi, que no la justifico, pero sí me la explico.
Más
que etiquetar de hipócritas y amargados a sus opositores, el senador Beltrones
debería considerar que han creado un ambiente de resentimiento nacional; y una
sociedad resentida, si no es paliada oportunamente, puede ocasionar una cisma
violento de consecuencias impredecibles. Abundan los ejemplos, el
conferenciante citó a la Revolución
Francesa con sus innumerables decapitaciones.
Concluyo
con un exhorto a los políticos: No olviden que en el memorial de la historia,
la fuente de los más grandes y terribles errores ha sido la estupidez humana.
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