domingo, 22 de diciembre de 2013

La estupidez en la política





Francisco RIVAS LINARES

 

“Por muy alta que sea la estimación cuantitativa que uno

haga de la estupidez humana, siempre quedan estúpidos,

de un modo repetido y recurrente, debido a que personas

que uno ha considerado racionales e inteligentes en el

pasado, se rebelan después, de repente, inequívoca e

irremediablemente estúpidas.”

Carlos M. Cipolla

 

 

Albert Einstein, considerado como el más importante científico del siglo XX, dejó para la posteridad la expresión siguiente: “Hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez, y del universo no estoy seguro.” Sí, el científico judío no estaba seguro de que el universo fuera infinito; pero de lo que sí estaba plenamente seguro era de la infinitud de la estupidez.

 

Dentro de las cinco leyes fundamentales de la estupidez humana identificadas por el historiador italiano Carlos María Cipolla, define al estúpido como aquél que al causar daños a otros, se perjudica a la vez a sí mismo. En apego a tal concepto y en virtud de la aprobación atropellada que hicieran legisladores federales y estatales a una reforma que anula de tajo la estructura política y jurídica del Estado, puedo confirmar que la estupidez ejerce dominio absoluto en nuestro país.

 

El rigor de tal afirmación lo sustento en la experiencia que han dejado las muchas  reformas que nos han impuesto desde siempre, bajo supuestos beneficios que repercutirían socialmente; y que, sin embargo, han resultado contraproducentes por los quebrantos provocados. Los autores de tales desparpajos no sólo han lesionado al universo nacional, sino incluso se auto-inmolan de manera pronta o a futuro.

 

Otro factor que lo confirma son los incrementos salariales que anualmente aprueban los integrantes de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, el último de los cuales, mismo que estará vigente para todo el 2014, asciende a la cantidad irrisoria de dos pesos con 52 centavos. Éste, al ser anunciado por el secretario de trabajo Alfonso Navarrete Prida, puso énfasis en que  “…el aumento permitirá una pequeña recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores.”

 

Arrellanado en su crasa ignorancia, el secretario de marras desconoce las cifras publicadas por el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, las cuales cifran en 25% la pérdida del poder adquisitivo durante los últimos seis años. De manera que a la estupidez no tenía necesidad de agregarle dosis de cinismo alguno.

 

Una pesadilla desbordada es la que nos aqueja. Una pesadilla en la que no tiene cabida el ejercicio de la tolerancia, pues a las personas razonables nos resulta difícil entender el comportamiento estúpido de nuestros políticos, quienes al tomar decisiones que van en detrimento de nuestra soberanía económica, política, alimentaria, social, etc., empobrecen a la sociedad no sólo en su economía, sino incluso en sus virtudes cívico-éticas.

 

Un político estúpido tiene un poder de daño poderosísimo porque, como bien dice Carlos Cipolla, no tiene necesidad ni de pensar, ni de organizarse para generar un efecto; y cuando se junta con otros de idéntica condición, ésta se multiplica en proporción geométrica.

 

Cuando escuché al senador Beltrones en su esgrima verbal calificar de hipócritas y amargados a los opositores a la reforma energética, recordé al Doctor en Historia de América, Manuel Lucena Giraldo, en su Magistral Conferencia El Resentimiento, una Emoción Revolucionaria.

 

Considerando al resentimiento como una emoción compleja que surge con la modernidad hacia el siglo XVIII, éste se caracteriza por “una sensación de odio residual y duradero hacia quienes se les considera causantes de su desgracia o ruina y que se llega a convertir en un sentimiento de hostilidad o aversión hacia alguien”.

 

Expone también que el resentimiento político surge en una sociedad meritocrática que está aprendiendo a ser democrática, en cuyo caldo de cultivo hacen su aparición los deseos de venganza ante la traición política y convenenciera. Aquí quisiera identificar el factor causal que provocó la agresión sufrida en días pasados la senadora Rocío Pineda Gochi, que no la justifico, pero sí me la explico.

 

Más que etiquetar de hipócritas y amargados a sus opositores, el senador Beltrones debería considerar que han creado un ambiente de resentimiento nacional; y una sociedad resentida, si no es paliada oportunamente, puede ocasionar una cisma violento de consecuencias impredecibles. Abundan los ejemplos, el conferenciante  citó a la Revolución Francesa con sus innumerables decapitaciones.

 

Concluyo con un exhorto a los políticos: No olviden que en el memorial de la historia, la fuente de los más grandes y terribles errores ha sido la estupidez humana.

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