Francisco RIVAS LINARES
Francisco
RIVAS LINARES
Epígrafe:
“En su actuación política, las élites dominantes son eficientes en el uso de la
concepción ‘bancaria’ (en la cual la conquista es uno de los instrumentos)
porque en la medida en que desarrollan una acción que estimula la pasividad,
coincide con el estado de ‘inmersión’ de la conciencia oprimida.” Paulo Freire.
Pedagogía del oprimido
Entre
julio y noviembre de 2006, Felipe Calderón Hinojosa delineo su proyecto de
nación junto con altos ejecutivos de empresas trasnacionales, empresarios,
políticos de PRI y del PAN e intelectuales y académicos afines. Dicho proyecto,
con efectos transexenales, fue conocido con el nombre de México 2030, Proyecto de Gran
Visión, contenía catorce documentos en los que delineaba un plan
privatizador de los sectores estratégicos de nuestro país.
Los
documentos de marras los dio a conocer la misma presidencia y los dividió en
cinco ejes: 1).- Estado de derecho y seguridad pública. 2).- Economía
competitiva y generadora de empleos. 3).- Igualdad de oportunidades. 4).-
Desarrollo sustentable; y 5) Democracia efectiva y política exterior
responsable.
A
efecto de prevenir una eclosión social que pudiera salirse de control, se
graduó el cumplimiento de los ejes referidos, puesto que la esencia del
multicitado proyecto preveía la inversión privada, nacional y/o extranjera, en
los sectores estratégicos, aunque con mayor énfasis en el relativo al sector
energético (hidrocarburos y electricidad) y el sector hidráulico.
Es
en este contexto en el que encontramos los empeños por desaparecer Luz y Fuerza del Centro a través de un
decreto de extinción fechado el 11 de octubre de 2009, aduciendo que tal
decisión era por “su comprobada ineficiencia operativa y financiera.” La
reforma laboral, decretada el 29 de noviembre de 2012, dos días antes de tomar
protesta Enrique Peña Nieto, también es una consecuencia del mismo proyecto,
pues al legalizar el outsourcing, o
subcontratación, permite a la clase patronal liberarse del compromiso de
otorgar prestaciones sociales a sus
trabajadores.
Aunque
si bien todo esto viene encadenado a la doctrina neoliberal que se aplica en
México desde 1983 con Miguel de la Madrid, es en los gobiernos de Salinas de
Gortari, Vicente Fox y Calderón Hinojosa donde se acentúa más su ejercicio. La
maquila reformista en que nos ha metido Enrique Peña Nieto está alcanzando el
vértice supremo, con la entrega del sector energético (Pemex y CFE) a la
iniciativa privada trasnacional y nacional.
Los
sectores agrario, minero, bancario, comunicaciones, petrolero, eléctrico,
hidráulico, carretero, salud, educación, vamos, el gobierno mismo, todo se
encuentra sometido a los intereses bastardos del capital de manera evidente o
simulado. ¿Qué nos queda? Por eso hubo quien en el seno de la Cámara de
Senadores citara al Premio Nobel de Literatura, José Saramago, en una
referencia que hace al vicio privatizador en su obra “Cuadernos de Lanzarote”,
solicitando con enojo a los legisladores que -ya entrados en el proceso del
entreguismo denigrante- privaticen de una vez a la puta que los parió. O bien,
la tonitronante exhortación de la escritora y periodista Denise Dresser:
¡Dejemos de ser ciudadanos idiotas!, un calificativo que usó en su sentido
original.
Sí,
idiota era la palabra con la que los griegos, padres de la democracia, se
referían a las personas que a pesar de los derechos que le asistían, no se
interesaba por la política, personas aisladas de la realidad que les
circunscribe y que no les importan los asuntos públicos no obstante todas las
afectaciones que repercuten a su dignidad y bienestar.
Pero
este es el tipo de ciudadanía que han venido formando los empoderados. Una
sociedad mediatizada con programas de chespirito, cachunes, peluches y
telenovelas. Una sociedad distraída con los globos futboleros de Azcárraga,
Slim, Salinas Pliego, Hank Rohn y Vergara. Programas de estudio mutilados de
las ciencias filosóficas, el civismo y la historia. Sociedad sometida por el
miedo a perder lo poco que tienen. Ciudadanos incrédulos, ciudadanos despojados
de su rebeldía, de su coraje.
Por
eso, a la pregunta que -ante la atonía social- alguien lanzara al aire después
de lo que han hecho los legisladores con su reforma energética, ¿dónde está la
sociedad civil? La respuesta sería: Aquí estamos, como una infeliz y
desafortunada consecuencia.
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