domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Dónde está la sociedad?




Francisco RIVAS LINARES


Francisco RIVAS LINARES

 

 

Epígrafe: “En su actuación política, las élites dominantes son eficientes en el uso de la concepción ‘bancaria’ (en la cual la conquista es uno de los instrumentos) porque en la medida en que desarrollan una acción que estimula la pasividad, coincide con el estado de ‘inmersión’ de la conciencia oprimida.” Paulo Freire. Pedagogía del oprimido

 

 

Entre julio y noviembre de 2006, Felipe Calderón Hinojosa delineo su proyecto de nación junto con altos ejecutivos de empresas trasnacionales, empresarios, políticos de PRI y del PAN e intelectuales y académicos afines. Dicho proyecto, con efectos transexenales, fue conocido con el nombre de México 2030, Proyecto de Gran Visión, contenía catorce documentos en los que delineaba un plan privatizador de los sectores estratégicos de nuestro país.

 

Los documentos de marras los dio a conocer la misma presidencia y los dividió en cinco ejes: 1).- Estado de derecho y seguridad pública. 2).- Economía competitiva y generadora de empleos. 3).- Igualdad de oportunidades. 4).- Desarrollo sustentable; y 5) Democracia efectiva y política exterior responsable.

 

A efecto de prevenir una eclosión social que pudiera salirse de control, se graduó el cumplimiento de los ejes referidos, puesto que la esencia del multicitado proyecto preveía la inversión privada, nacional y/o extranjera, en los sectores estratégicos, aunque con mayor énfasis en el relativo al sector energético (hidrocarburos y electricidad) y el sector hidráulico.

 

Es en este contexto en el que encontramos los empeños por desaparecer Luz y Fuerza del Centro a través de un decreto de extinción fechado el 11 de octubre de 2009, aduciendo que tal decisión era por “su comprobada ineficiencia operativa y financiera.” La reforma laboral, decretada el 29 de noviembre de 2012, dos días antes de tomar protesta Enrique Peña Nieto, también es una consecuencia del mismo proyecto, pues al legalizar el outsourcing, o subcontratación, permite a la clase patronal liberarse del compromiso de otorgar  prestaciones sociales a sus trabajadores.

 

Aunque si bien todo esto viene encadenado a la doctrina neoliberal que se aplica en México desde 1983 con Miguel de la Madrid, es en los gobiernos de Salinas de Gortari, Vicente Fox y Calderón Hinojosa donde se acentúa más su ejercicio. La maquila reformista en que nos ha metido Enrique Peña Nieto está alcanzando el vértice supremo, con la entrega del sector energético (Pemex y CFE) a la iniciativa privada trasnacional y nacional.

 

Los sectores agrario, minero, bancario, comunicaciones, petrolero, eléctrico, hidráulico, carretero, salud, educación, vamos, el gobierno mismo, todo se encuentra sometido a los intereses bastardos del capital de manera evidente o simulado. ¿Qué nos queda? Por eso hubo quien en el seno de la Cámara de Senadores citara al Premio Nobel de Literatura, José Saramago, en una referencia que hace al vicio privatizador en su obra “Cuadernos de Lanzarote”, solicitando con enojo a los legisladores que -ya entrados en el proceso del entreguismo denigrante- privaticen de una vez a la puta que los parió. O bien, la tonitronante exhortación de la escritora y periodista Denise Dresser: ¡Dejemos de ser ciudadanos idiotas!, un calificativo que usó en su sentido original.

 

Sí, idiota era la palabra con la que los griegos, padres de la democracia, se referían a las personas que a pesar de los derechos que le asistían, no se interesaba por la política, personas aisladas de la realidad que les circunscribe y que no les importan los asuntos públicos no obstante todas las afectaciones que repercuten a su dignidad y bienestar.

 

Pero este es el tipo de ciudadanía que han venido formando los empoderados. Una sociedad mediatizada con programas de chespirito, cachunes, peluches y telenovelas. Una sociedad distraída con los globos futboleros de Azcárraga, Slim, Salinas Pliego, Hank Rohn y Vergara. Programas de estudio mutilados de las ciencias filosóficas, el civismo y la historia. Sociedad sometida por el miedo a perder lo poco que tienen. Ciudadanos incrédulos, ciudadanos despojados de su rebeldía, de su coraje.

 

Por eso, a la pregunta que -ante la atonía social- alguien lanzara al aire después de lo que han hecho los legisladores con su reforma energética, ¿dónde está la sociedad civil? La respuesta sería: Aquí estamos, como una infeliz y desafortunada consecuencia.

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