martes, 20 de septiembre de 2011

La instauración del matriarcado



Foto: La Jornada Michoacán

Francisco RIVAS LINARES


“El fin justifica los medios”
MAQUIAVELO


El 20 de octubre de 2009 publiqué en este blog, "La Palabra y el Hombre",un artículo titulado Los Tartufos ilustrados. En él expongo el uso tramposo del lenguaje que suelen hacer los políticos para engañar a la ciudadanía, uso que los lingüistas han identificado como el lenguaje de la politicidad.

Ahora que se encuentran en pleno fragor las campañas de los aspirantes al Solio de Ocampo, slogans y pródigas promesas constituyen sus factores de enlace con el pueblo sufriente y desollado por la violencia, promesas subordinadas, obviamente, a la utopía. Su propósito, hacernos bailar al son de su gusto.

Considerando al lenguaje de la politicidad como un recurso con fuerte carga manipuladora, los candidatos recurren a iconos para establecer semejanzas y generar con ellos respuestas programadas. Así, por ejemplo, la madre.

En el ser del mexicano, la madre es oscuridad y claridad. Ser perfecto que encarna la santidad por su abnegación y perfección. La madre es el impulso primario para alcanzar nuestro desarrollo, la que nos da forma en el presente para alcanzar el futuro. En ella se conjugan cualidades que nos potencian desde el nacimiento: hospitalidad, ternura y sacrificio.

Si una aspirante al gobierno de nuestro estado utiliza el icono de la madre, la estará cosificando para alcanzar metas personales. Luisa María Calderón al preguntarse ¿quién soy? Se responde… bien fácil… una mujer que es madre. Y enumera las cualidades que se adjudica, para sí, como atributo: valiente, sacrificada, incansable, trabajadora, amorosa; una madre que regaña y castiga, distribuye y pone orden.

Luisa María Calderón promete gobernarnos como las mamás gobiernan sus casas. Esto significa que Cocoa nos verá y procurará como hijos, mas no como ciudadanos. Y nosotros tendríamos que verla y respetarla como nuestra mamá, Mamá Cocoa. Ella será la primera en levantarse y la última en acostarse, la que nos parará en el rincón por pelearnos, la que habrá de castigarnos por portarnos mal. Y no nos levantará el castigo hasta que pidamos perdón.

El recurso no invita a la reflexión sino a la sensiblería, no encuadra en los dictados de la lógica. La pobreza como campo fértil para invocar una orfandad ilusoria, que estimule los deseos ocultos de concretar los anhelos de la presencia de una madre protectora.

Supone, pues, que los michoacanos no hemos alcanzado nuestra madurez intelectual, que adolecemos de serios problemas emocionales y de comportamiento; en fin, que estamos desmadrados y que ante el desmadre en que tenemos la casa, necesitamos no una gobernante, sino una mamá.


POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!

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