miércoles, 12 de mayo de 2010

Ante la falsa conciencia ... LA IMPERTURBABLE FRIVOLIDAD


“La esencia de la democracia que queremos es la de un sistema capaz de corregir sus propios defectos, es decir, un sistema humano; no un sistema con ínfulas divinas, teocráticas, cuyo dogma es contranatura: el dogma de que el poder no da ni un paso atrás. Lo que buscamos, sencillamente, es la institucionalización del diálogo, que no es amontonamiento de monólogos, ni estrépito incomprensible” Carlos Castillo Peraza.

Cuando una persona expone argumentos superficiales y denota una falta absoluta de seriedad en sus oficios, es común llamarle frívola. Son sujetos de pensamiento frágil, carentes de innovadoras ideas y ayunos de prudencia y ecuanimidad.

Pues bien. La frivolidad con que se conduce el gobierno del señor Calderón frecuentemente queda demostrada. Cuantas oportunidades ha tenido para exhibir la banalidad hacia el sufrimiento de sus gobernados, las aprovecha sin rubor alguno, haciendo que la indolencia se repita con el mismo rigor, aunque sin modificar su estilo.

Ejemplifiquemos lo anterior con los datos siguientes: El fideicomiso destinado para los festejos del bicentenario del inicio de la guerra de independencia y el centenario del inicio de la revolución, asciende a mil 600 millones de pesos, los cuales serán invertidos en acciones festivaleras.

Tal monto contrasta con sus pedimentos de austeridad a la población para que gastemos menos, invitándonos a que juntos superemos los desafíos de la crisis económica, aunque se reserva la utilización del circo cívico como elemento enajenante, en cuyo colmo coronario está el negarnos el derecho de saber el costo pormenorizado del derroche, pues tal información la ha clasificado como “reservada” hasta el año 2022.

Un personaje digno del realismo mágico en el gobierno actual, es el conocido como “fuego cruzado”. Todos los civiles caídos en su personal guerra se los atribuye a “fuego cruzado”. Tal expresión nominativa ya se la están tomando a ‘chunga’ y en los espacios que ofrece la prensa para expresar los comentarios a las noticias, le demandan combatir a “fuego cruzado” o que al menos lo declare en arraigo y sometido a investigación.

Estudiantes, adolescentes, niños y familias que han caído en la anarquía de los combates, son declarados presurosamente por el oficialismo como daños colaterales del “fuego cruzado”, no sin calificarlos, previamente, como sicarios o pandilleros. En tanto la ristra de criminales se regodea en sus 22,000 muertos, de los cuales 3,700 han sido infantes y 20 mil familias lloran sus “pérdidas colaterales”.

Ahora se ha enchufado a la invocación mítica del dios de los chamulas para que lo ilumine por los perdidosos vericuetos de su mal gobierno. Huérfano de asideros sociales, busca el refugio en lo etéreo de un dios prodigioso, a fin de favorecer a los más pobres. De no lograrlo, la responsabilidad será de la propia deidad de los olvidados indígenas y el acomodo político-religioso quedará para la evocación, sustituyendo la invocación.

Su discurso mesiánico le ha llevado a modificar los contenidos bíblicos. Y de cuatro pasó a cinco apocalipsis, identificados con la influenza, crisis, sequía, narcoviolencia y el derrumbe de los petroprecios. Tal es la urgencia de un milagro divino.

Pleitero como pocos, ha retado a quienes cuestionan su optimismo trasnochado. Se ha fajado con los Premios Nobel de economía que se atrevieron a poner en duda sus medidas financieras para sortear la crisis; con empresarios y legisladores por no aprobar su ley fiscal; con gobernantes estatales que han desaprobado su estrategia de combate al crimen organizado; con los ciudadanos que han preferido un modelo diferente al heterosexual; con los periodistas, de quienes reclama que sólo tengan cobertura para lo malo de su gestión; con la clase trabajadora que se atreve a instalar un sindicalismo independiente. Vamos, hasta con militantes de su propio partido político: Manuel Espino y Manuel de Jesús Clouthier son ejemplos emblemáticos.

Cuando se encontraba en campaña Felipe Calderón, exclamó: “Denme la oportunidad de ser presidente de todos los mexicanos”. Y lo es, a pesar de las irregularidades que lo estigmatizan como “espurio”. ¿Y para qué? Para instalar la soberbia. Para ejercitar la frivolidad palaciega, el glamour de la oligarquía.

¿Ofrecerá pasteles a los pobres que le reclaman el pan para mitigar su hambre? Hacerlo sería, de su frivolidad, una grotesca ironía.

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