jueves, 24 de diciembre de 2009

Tiempos líquidos


Me permito compartir con los lectores de este blog, un artículo de Axel Didriksson publicado el 21 de octubre de 2008. Me ha parecido, además de interesante, motivador para leer más sobre Los Tiempos Líquidos del sociólogo Zygmunt Bauman. Vale.



La política se trueca en una continuación de la guerra por otros medios, en donde la anarquía económica, derivada de la especulación generalizada, se nutre de la violencia armada para influir en el miedo social.

Como oleadas sucesivas, las crisis económicas y políticas aparecen, se van, vuelven, se mezclan en periodos fijos y surgen de nuevo en condiciones de aparente estabilidad. En otro momento se presentan otra vez como incertidumbre y se dice que la misma será pasajera, por supuesto. Así ha sucedido durante los últimos veinte años, como un torrente inestable cada vez más fuerte.

En el libro de Zygmunt Bauman (2008), los tiempos “líquidos” (que han dejado su fase “sólida”) se manifiestan en “una condición en la que las formas sociales (las estructuras que limitan las elecciones individuales, las instituciones que salvaguardan la continuidad de los hábitos, los modelos de comportamiento aceptables) ya no pueden mantener su forma durante más tiempo, porque se descomponen y se derriten antes que se cuente con el tiempo necesario para asumirlas y, una vez asumidas, ocupar el lugar que se les ha asignado”. Volatilidad, especulación, objetos nomádicos y nómadas humanos por todos lados, estrategias breves, políticas efímeras.

En medio de la incertidumbre y la inseguridad se va abriendo paso el autoritarismo, la idea de que se requiere imponer una “seguridad democrática” (como en Colombia), una globalización negativa, la coacción, la delincuencia sin fronteras cobijada desde mandos altos e intermedios que se diluyen y entremezclan. La política se trueca en una continuación de la guerra por otros medios, en donde la anarquía económica, derivada de la especulación generalizada, se nutre de la violencia armada para influir en el miedo social: inter arma silent leges (cuando hablan las armas, callan las leyes), y van erosionándose las instituciones y se van enmarcando los derechos civiles y políticos. Sucede en otros países.

Vuelvo a citar a Bauman: “Lo crucial no es el miedo al peligro, sino el grado de expansión que dicho miedo puede adquirir, en qué puede convertirse. La vida social cambia cuando las personas viven resguardadas tras el muro, contratan a vigilantes, conducen vehículos blindados, llevan botes de aerosol defensivos y pistolas y acuden a clases de artes marciales. El problema es que tales actividades reafirman y contribuyen a acrecentar la misma sensación de caos que estos actos intentaban prevenir… A falta de (un) bienestar existencial, la gente tiende a conformarse con la protección o con un sucedáneo de ésta”.

Podemos confirmar, cierta y desafortunadamente, que también en el país se está presentando una situación como la que analiza el autor citado, un escenario de “tiempos líquidos”. El contubernio de autoridades corruptas con las bandas de delincuentes, así como políticas inconstantes que dicen una cosa y luego dicen otra, incertidumbre económica, deslegitimación de los sistemas de defensa colectiva (como los sindicatos y otros instrumentos de negociación), el retiro del Estado de las funciones básicas que debería garantizar para toda la sociedad, como la educación, la salud, el trabajo, el cuidado de los niños y los adultos mayores, las garantías fundamentales y los derechos humanos, para dedicarse, cada día más, a la lógica de una sola función: la seguridad.

En el merecidísimo premio a su labor, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa dijo, más o menos: “Se acumulan los signos del autoritarismo”. Frente a ello, lo que nos queda es confirmar que también contamos con una sociedad resuelta, la cual se organiza por sí misma, tiene una esperanza por resolver y no tiene miedo y, si lo tiene, se lo aguanta.

(Artículo de Axel Didriksson, Secretario de Educación en el DF)

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