miércoles, 8 de julio de 2009

¿Dónde quedó la transición?


Felipe Calderón entra a la segunda mitad de su sexenio, con una realidad estrujadora y humillante para todos los mexicanos. Cual aprendiz de brujo, la patria se le va deshaciendo entre las manos. Aquí algunas referencias:

De conformidad con los datos expuestos por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, nuestro país ocupa el último lugar en crecimiento económico, con una tasa anual de menos 1.2 por ciento, lo que constituye el peor resultado en los últimos 80 años.

A su vez, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos nos ha anunciado que en el presente año nuestra economía sufrirá un desplome por el orden del 8% con las repercusiones drásticas -por obvias- en la población cautiva de las decisiones erráticas de este gobierno panista.

Por cuanto a educación se refiere, ha quedado demostrado ante las instancias internacionales el modelo excluyente que domina este servicio. La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, resalta que el 50por ciento de los mexicanos que tienen edad para cursar el nivel básico y el bachillerato están fuera del sistema. Vaticinan que para superar tan escandaloso rezago, nos llevaría cien años.

En lo que se refiere a la seguridad pública y justicia penal, Amnistía Internacional ha declarado que México es un país de leyes sin justicia, porque las instituciones responsables para tal propósito, han estado siendo utilizadas de manera facciosa. En el informe de este organismo, se denuncia que “en casi todo el país se registran detenciones arbitrarias, fabricación de pruebas y tortura, y no obstante que los detenidos son presentados ante el juez con signos evidentes de golpes y maltrato, así se les condena”.

Agreguemos a lo anterior las 11 mil 125 ejecuciones que en tres años se han consumado, como resultado de una guerra loca declarada contra el crimen organizado, sin considerar sus condiciones expansionistas territoriales, aún allende las fronteras.

Ahora bien. Una de las consecuencias derivadas de los privilegios fiscales proporcionados al gran capital, es el hoyo en la hacienda pública equivalente a los 300 mil millones de pesos para este año, declaración hecha por el propio gobierno federal. Y se nos amenaza que será peor para el año 2010.

Naturalmente que para paliar parcialmente este escollo económico, vuelve a ventilarse la idea de aplicar el impuesto al valor agregado tanto a los alimentos como las medicinas; es decir, al pueblo se le endosa el pago de la factura de tal complicidad gubernamental.

Por eso cuando José Ángel Gurría, Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, aseveró que la economía de nuestro país era un desastre y una demolición, nadie lo desmintió puesto que las evidencias están expuestas.

La corrupción galopa en caballo de hacienda. El desempleo en aumento sostenido. Un gobierno chaperón de los bancos usureros. Emigración constante de nuestros connacionales que van en busca de mejor futuro para sus familias, perdiendo la vida muchos miles en su osadía. Impunidad para los delincuentes de cuello blanco. Explotación infantil en aumento… En fin, esta es nuestra realidad de espanto.

¿Y la transición dónde quedó?

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