lunes, 27 de octubre de 2008
El rechazo a la ACE. 2a. parte
En mi colaboración anterior quedó establecido que la controvertida Alianza por la Calidad Educativa obedecía más a los compromisos económicos y políticos contraídos con organismos internacionales, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, al que ingresó nuestro país el 18 de mayo de 1994.
Ello estimuló la intervención del sector empresarial en el campo de lo educativo, suplantando así su espíritu social por el del mercado. Por eso la propuesta de la Confederación Patronal de la República Mexicana denominada “Propuesta Ciudadana para el Programa Nacional de Educación 2007-2012”.
A partir de dicha propuesta, el gobierno de Felipe Calderón y la Presidenta Vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo, a escondidas procedieron a estructurar el proyecto de esta área tan sensible. Así lo declaró la Secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota… “la negociación fue ardua, casi en el anonimato, porque si se hablaba de ella antes de concretar el acuerdo, era probable que no se hiciera”.
Fue el 15 de mayo del presente año cuando se dio a conocer tal acuerdo, llamándolo Alianza por la Calidad Educativa, y los días 26 y 27 de junio se presentó ante el Banco Mundial en la ciudad de Washington para obtener su aprobación. El encuentro se denominó Conferencia Internacional sobre la Alianza por la Calidad de la Educación en México, participando la titular de la SEP, Josefina Vázquez Mota; la presidenta del SNTE, Elba Esther Gordillo; el presidente del Comité de Educación de la Cámara de Diputados, Tonatiuh Bravo; y el presidente del banco mundial, Robert Zoellick.
Como podemos apreciar, en el replanteamiento educativo tuvieron participación actores políticos y económicos, con la ausencia notable de la sociedad en la que repercute el servicio. Fue, pues, un acuerdo entre las cúpulas empresarial, gubernamental y sindical; pero los maestros, los padres de familia y los estudiantes estuvieron ajenos en la mesa de diálogo.
La intervención extranjera ha invadido descaradamente todos los espacios de vida de los mexicanos: Alimentación, estilo de vida, directriz política y económica, desarrollo educativo y giros expresivos. El Estado, por su parte, poco a poco va renunciando a su papel rector en todos esos órdenes, con graves repercusiones para la población nacional.
Seguiré comentando más al respecto, pues me parece necesario que todos conozcamos las causas del rechazo al bodrio de la reforma educativa.
Finalmente quiero que me permitan cerrar mi colaboración presente con un comentario breve sobre las elecciones celebradas el domingo pasado en el estado de Coahuila.
No estamos acostumbrados a ver el contexto de los acontecimientos. Solamente los juzgamos por lo que se nos dice o lo que vemos; es decir, somos muy sensoriales y poco razonables.
¿Por qué digo lo anterior? Se difunde hasta el enfado que el PRI va en ascenso y se prepara para regresar al poder presidencial. Que el PRI viene arrasando en los procesos electorales. Sin embargo, no se dice o se quiere ignorar el cómo ganó el PRI.
En el estado de Guerrero, emitieron su voto sólo el 47 por ciento. El abstencionismo, por lo tanto, fue de 53 por ciento. En Coahuila votaron únicamente el 39 por ciento de ciudadanos, con un abstencionismo del 61 por ciento. Esto es lo que nos debe preocupar: EL ABSTENCIONISMO, que lo único que denota es el rechazo total al sistema partidista.
No… el PRI no ganó. Si consideramos que esos porcentajes ínfimos de votantes se lo dividen los partidos políticos que participaron en las contiendas, entonces el mayoriteo del PRI fue por cantidades ridículas y que constituyen, propiamente, lo que se conoce como VOTO DURO. A menos que el PRI aplique lo mismo que dijera el clásico: “HAIGA SIDO COMO HAIGA SIDO”.
Por otra parte, si regresara el PRI a la Presidencia de la República, sería el fracaso más estrepitoso de la transición democrática, lo que nos llevaría a la frustración e inmovilismo. Ya es tiempo de obligar a nuestro sistema electoral a que acepte las candidaturas ciudadanas, para librarnos de la dictadura de los partidos políticos.
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