viernes, 22 de agosto de 2008

Las "marihuanadas" de Elba Esther


Extraviada en su frenesí patológico, Elba Esther Gordillo Morales ha solicitado al habitante de Los Pinos de apellido Calderón, que cierre las Escuelas Normales Públicas y las convierta en escuelas para técnicos en turismo.

Con un aire de espectro eterno sentenció que “el sistema de normales ha sufrido un quiebre” y que por lo tanto se deben buscar “vocaciones más cercanas, en lugar de las licenciaturas en pedagogía”. El quiebre en cuestión lo sustenta en la falta de “mercado de trabajo”, como si el millón y medio de niños y jóvenes que se encuentran en rezago educativo no fueran suficientes para mantener dicho mercado.

Si las decisiones se tomaran a partir de esa lógica expresada por la señora Gordillo, entonces habría que clausurar todas las escuelas y facultades que preparan profesionistas y cuyos egresados, en estos tiempos aciagos de la economía, han tenido que padecer la restricción de su ámbito laboral, engrosando las filas de los desocupados y/o subempleados.

Se ha dicho hasta la saciedad que el problema de mayor envergadura por el que atraviesa nuestra economía, es el desempleo. Los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía el día 17 del presente mes, refleja una realidad sumamente alarmante: Los desempleados en el país son un millón 593 mil personas, de las cuales más de la mitad son jóvenes entre los 14 y 29 años.

La indiferencia y la falta de compromiso de las autoridades económicas y laborales para ofrecer alternativas de trabajo, cuya oferta política fue hecha por el señor Calderón durante su campaña y quien ahora se encuentra más ocupado en cultivar condescendencia con los dueños de las grandes fortunas, es la causa principal de la debacle.

Desde siempre la señora Gordillo Morales ha tenido que cargar con una borrachera de poder que le ha hecho perder los estribos de la sensatez. A sus carencias múltiples antepone la ignorancia sobre la importancia de las instituciones públicas formadoras de docentes.

La educación normalista tuvo su origen en una política educativa revolucionaria y se ha sostenido como un proceso vital para la sociedad. Si entendemos que la educación formal impartida por los licenciados en pedagogía es lo que garantiza que se defina el estilo de vida de las generaciones adultas, no se pueden ofertar al mercado libre las funciones profesionales de la docencia.

Al igual que la familia, la religión y los medios electrónicos, la educación es considerada un aparato ideológico del Estado. Los maestros, enfrentados a contenidos programáticos, lineamientos burocráticos y patrones de enseñanza diseñados exprofesamente para adocenar a una población potencialmente libre, han tenido que mantenerse en disputa sostenida frente a un gobierno que bajo su disfraz de modernizador, oculta su carácter elitista y de traición a las capas populares.

Una permanente crisis educativa es la condición que subyace en la historia de la educación en México. Lo que estamos testimoniando, no es más que otro intento de acabar con las instituciones públicas formadoras de docentes, para dejarles el campo libre a la iniciativa privada y poder forjar a quienes habrán de constituirse en la fuerza de trabajo sumisa y obediente.

La educación siempre ha sido un campo explosivo donde se desarrolla la pugna ideológica. Cada grupo gobernante pretende implantar su propia reforma. Y todas nos dicen un mismo discurso: el deseo de consolidar y prolongar su propio dominio.

Para nuestra desgracia, el modelo educativo aliancista ha sido diseñado desde el exterior. Durante los días 26 y 27 de junio pasado, gobierno y sindicato se apersonaron en el Banco Mundial cuya sede se encuentra en Washington, para recibir línea por cuanto a: reforma educativa; incentivos para el rendimiento educativo; impacto en las tecnologías de la información y la comunicación; modelos de evaluación escolar; y profesionalización de los maestros.

Es en está última donde se encuadra la demanda de la desaparición de las escuelas normales públicas. El gobierno necesita modificar lo sustantivo de la educación para convertirla en un reducto de obediencia y, por lo tanto, habrá que clausurar las escuelas normales dejando sólo el sistema privado muy a tono a sus intenciones.

No es la primera vez que se intenta desde el gobierno acabar con el normalismo. Desde los tiempos de Gustavo Díaz Ordaz se ha venido recrudeciendo tal embate. Sin embargo, la sociedad liberal no lo ha permitido y esta será otra ocasión para defender la educación pública.

De manera que lejos de cuestionar las luchas del magisterio democrático, habrá que fortalecerla para desterrar la perversidad de un gobierno que en alianza con la señora Elba Ester Gordillo pretenden arrastrarnos a la aventura impidiendo la cohesión social.

Esta es nuestra pena: vivir la tragedia de un gobierno chato y gris.


HABLÓ EL BUEY Y DIJO… ¡MUUUUUUU!

Sarbelio Molina Vélez, activista del Partido Nueva Alianza (Panal) y dirigente impuesto por Elba Esther Gordillo, saltó al tinglado para hablar por boca de ganso*: “Con o sin la autorización del gobierno, la Sección 18 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), buscará desaparecer las siete escuelas normales del estado a fin de transformarlas en escuelas técnicas”.

Y pontifica: Las normales rurales perdieron su rumbo, “se desvirtuaron, se convirtieron en semilleros del grupo democrático y de un partido político y nadie me puede decir que no es cierto, además de que son generadoras de desempleados” (La Jornada de Michoacán, 20/08/08).

Fiel a su espejo diario, Molina Vélez se confirma como el tutelado eterno: ayer de Carlos Jonguitud y Antonio Jaimes; hoy de Elba Esther Gordillo y Juan Manuel Macedo, tutelaje que se entiende por su personalidad anodina.

Y justamente sus exabruptos se dan en el contexto de la condecoración otorgada por la Organización Mundial de las Américas a la Escuela Normal de Educadoras de Michoacán el pasado mes de junio, misma que fue concedida por su excelencia educativa en América latina.

Además, denota total desconocimiento de las actividades pedagógicas de importancia nacional que han desarrollado las escuelas normales de Michoacán, tales como paneles, foros y coloquios en los que se disertan temas sobre ética profesional, sindicalismo y liderazgo social, formación docente, pensamiento y práctica social, etc.

Es tan brutal su tosquedad que sólo supone a las normales como instituciones que sirven para engrosar rebaños de partidos políticos, desconociendo programas curriculares que desarrollan actualmente en educación.

Su horizonte es corto, no le da para más; y tal vez eso es lo que le ha llevado a una insapiencia supina. Si, Sarbelio Molina Vélez es de los que necesitan asideros no para dirigir conformismos , sino para abrir sus propias cortinas mentales.

Y por eso bien pudiéramos decir: Habló el buey y dijo… ¡Muuuuuu!

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