Se ha instalado en la sensibilidad del pueblo la incertidumbre del destino. La orfandad de un liderazgo que nos conduzca a buen puerto, nos hace divagar en supuestos que resultan estremecedores.
Para muchos analistas el año fatídico será el 2010, en obvia remembranza a los acontecimientos de la insurgencia de independencia y de los revolucionarios maderistas. La realidad económica, jurídica, social, política, educativa y demás, conceden razones suficientes para lanzar augurios preocupantes y que conllevan propósitos meramente preventivos.
Pero tal parece que quienes gobiernan, además de ser genuinos “burriciegos”, padecen de una sordera que nada les concita. Siguen encaramados en su mundo autista que les hace repetir: “todo está bien”… “todo está bien”… “todo está bien”… como poseídos por una deformación cerebral adquirida cuando estaban en su existencia uterina.
Calderón en su berenjenal ya no encuentra la salida a los enredos. Los narcos se le convirtieron en secuestradores, los policías en delincuentes, los delincuentes en las glorias de la impunidad, los magistrados de la justicia en una caterva de chaperones, diputados y senadores en jilgueros de alpiste rancio, sus funcionarios en traficantes de influencias, la élite empresarial en expoliadores de la fuerza de trabajo de un pueblo que se hunde cada día más en la pobreza.
La carestía de los alimentos básicos, aunado al poder adquisitivo ostensiblemente disminuido, golpea de manera despiadada a más de 24 millones de mexicanos que sobreviven en la desnutrición, son mexicanos cuyo ingreso oscila entre cero y dos salarios mínimos.
Los programas asistenciales establecidos por el gobierno calderonista, obedecen únicamente a la coyuntura crítica que de ninguna manera resuelven de fondo el problema de la pobreza.
Por su parte la élite empresarial, lejos de constituirse en contribuyentes para atenuar la crisis, se resolvieron por mantener sus privilegios y canonjías. Así, los grandes consorcios mantienen su resistencia a pagar impuestos de conformidad a las ganancias obtenidas; y mediante trucos y engaños, ocultos bajo el disfraz de las ofertas y actos de filantropía ramplona, se cuelgan de la hacienda del estado para recuperar impuestos y recibir tratamientos fiscales selectivos.
Investigadores de la Universidad Autónoma de México, vaticinan: No tardan en levantarse las organizaciones campesinas y obreras del país... (se vislumbran) conflictos sociales por la carestía que no pueden sortear millones de mexicanos, principalmente en las periferias de las grandes ciudades y en las zonas indígenas rurales, donde se concentra la pobreza extrema”.
Creo que la presencia del ejército por tierra y aire, no sólo pretende combatir la delincuencia organizada, sino intimidar a las organizaciones sociales que se atrevan a levantarse en protesta enérgica y violenta en contra de los falsos gobernantes. Ojala me equivoque, porque darle a la institución más respetable del país un USO represivo, sería la denigración final del respeto que merece el pueblo.
Para muchos analistas el año fatídico será el 2010, en obvia remembranza a los acontecimientos de la insurgencia de independencia y de los revolucionarios maderistas. La realidad económica, jurídica, social, política, educativa y demás, conceden razones suficientes para lanzar augurios preocupantes y que conllevan propósitos meramente preventivos.
Pero tal parece que quienes gobiernan, además de ser genuinos “burriciegos”, padecen de una sordera que nada les concita. Siguen encaramados en su mundo autista que les hace repetir: “todo está bien”… “todo está bien”… “todo está bien”… como poseídos por una deformación cerebral adquirida cuando estaban en su existencia uterina.
Calderón en su berenjenal ya no encuentra la salida a los enredos. Los narcos se le convirtieron en secuestradores, los policías en delincuentes, los delincuentes en las glorias de la impunidad, los magistrados de la justicia en una caterva de chaperones, diputados y senadores en jilgueros de alpiste rancio, sus funcionarios en traficantes de influencias, la élite empresarial en expoliadores de la fuerza de trabajo de un pueblo que se hunde cada día más en la pobreza.
La carestía de los alimentos básicos, aunado al poder adquisitivo ostensiblemente disminuido, golpea de manera despiadada a más de 24 millones de mexicanos que sobreviven en la desnutrición, son mexicanos cuyo ingreso oscila entre cero y dos salarios mínimos.
Los programas asistenciales establecidos por el gobierno calderonista, obedecen únicamente a la coyuntura crítica que de ninguna manera resuelven de fondo el problema de la pobreza.
Por su parte la élite empresarial, lejos de constituirse en contribuyentes para atenuar la crisis, se resolvieron por mantener sus privilegios y canonjías. Así, los grandes consorcios mantienen su resistencia a pagar impuestos de conformidad a las ganancias obtenidas; y mediante trucos y engaños, ocultos bajo el disfraz de las ofertas y actos de filantropía ramplona, se cuelgan de la hacienda del estado para recuperar impuestos y recibir tratamientos fiscales selectivos.
Investigadores de la Universidad Autónoma de México, vaticinan: No tardan en levantarse las organizaciones campesinas y obreras del país... (se vislumbran) conflictos sociales por la carestía que no pueden sortear millones de mexicanos, principalmente en las periferias de las grandes ciudades y en las zonas indígenas rurales, donde se concentra la pobreza extrema”.
Creo que la presencia del ejército por tierra y aire, no sólo pretende combatir la delincuencia organizada, sino intimidar a las organizaciones sociales que se atrevan a levantarse en protesta enérgica y violenta en contra de los falsos gobernantes. Ojala me equivoque, porque darle a la institución más respetable del país un USO represivo, sería la denigración final del respeto que merece el pueblo.
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