Desconocer las implicaciones tecnológicas y económicas que conllevaría la aprobación de la reforma petrolera enviada al Senado de la República por Calderón, no justifica en modo alguno el mantenerse al margen de la Consulta Ciudadana que se llevará a efecto el próximo domingo 27 del presente.
Asumir una defensa a ultranza de nuestro petróleo, no es asunto exclusivo de intelectuales o personalidades ilustres, como nos lo han querido hacer creer los dragones voraces del capitalismo salvaje que nos dominan. Este asunto es de incumbencia de todos los mexicanos, pues en tal recurso se basifica el último bastión de nuestra soberanía económica.
Que Pemex se encuentra en una grave crisis, es una verdad que no podríamos debatir. Sin embargo, lo que sí nos interesa es deducir, a partir de la reflexión, las causas que han propiciado tal crisis.
Primero.- La corrupción y el despilfarro entronizados en la paraestatal le han causado una sangría económica. El manejo discrecional de la empresa al otorgar contratos directos –no licitados- en beneficio de élites familiares y círculos de “amiguísimos”, le ha ocasionado una renguera en sus arcas que le impide reinvertir en estructuras operativas.
Dos ejemplos de lo expuesto, quedaron descubiertos por la Auditoría Superior de la Federación; y aunque desde el mes de marzo Andrés Manuel López Obrador puso en jaque a uno de los personajes de marras, el tamaño del boquete se evidencia con la última información publicada. Me refiero a las familias de Juan Camilo Mouriño, actual Secretario de Gobernación y delfín de Felipe Calderón, y del ignaro Vicente Fox Quesada.
De Pemex han brotado los despilfarros económicos concedidos a la dirigencia sindical. El gobierno ha sido demasiado obsequioso con sus líderes, quienes reclaman el usufructo desproporcionado de las ganancias petroleras. Montos monetarios que se disfrazan en el otorgamiento de beneficios a los trabajadores, cuando son evidentes sus formas ostentosas de vida, el hedonismo en que se regodean.
Segundo.- La carga fiscal tan onerosa, absurda e injusta que la Secretaría de Hacienda le ha estado imponiendo a Pemex, para salvar las penurias que le han ocasionado los grandes grupos de interés que se niegan a pagar impuestos; y si lo hacen, se los reintegra. La última cifra descubierta fue de 689 mil millones de pesos. Esta corrupta decisión anula los excedentes obtenidos durante los últimos cuatro años del foxiato y los dos primeros del calderonismo. De manera que ya sabemos hacia dónde se canalizaron; esto es al cumplimiento de compromisos contraídos con la clase empresarial abusiva. Y a eso le llaman “gasto corriente”.
El problema del financiamiento de la empresa paraestatal, no se resuelve abriendo las puertas a la inversión privada, sino combatiendo la corrupción y magnificando su administración. El petroleo es de todos los mexicanos. Así se decidió en 1938. Pemex constituye un ícono de nuestro nacionalismo y por lo tanto es una obligación moral defenderlo de los depredadores nacionales y extranjeros.
Por lo tanto, juntemos nuestro coraje y acudamos a la Consulta Ciudadana a decir NO a la apertura del capital privado en Pemex. Vamos a rescatar nuestra historia para preservar nuestra soberanía. Atendamos lo urgente para construir lo importante.
Asumir una defensa a ultranza de nuestro petróleo, no es asunto exclusivo de intelectuales o personalidades ilustres, como nos lo han querido hacer creer los dragones voraces del capitalismo salvaje que nos dominan. Este asunto es de incumbencia de todos los mexicanos, pues en tal recurso se basifica el último bastión de nuestra soberanía económica.
Que Pemex se encuentra en una grave crisis, es una verdad que no podríamos debatir. Sin embargo, lo que sí nos interesa es deducir, a partir de la reflexión, las causas que han propiciado tal crisis.
Primero.- La corrupción y el despilfarro entronizados en la paraestatal le han causado una sangría económica. El manejo discrecional de la empresa al otorgar contratos directos –no licitados- en beneficio de élites familiares y círculos de “amiguísimos”, le ha ocasionado una renguera en sus arcas que le impide reinvertir en estructuras operativas.
Dos ejemplos de lo expuesto, quedaron descubiertos por la Auditoría Superior de la Federación; y aunque desde el mes de marzo Andrés Manuel López Obrador puso en jaque a uno de los personajes de marras, el tamaño del boquete se evidencia con la última información publicada. Me refiero a las familias de Juan Camilo Mouriño, actual Secretario de Gobernación y delfín de Felipe Calderón, y del ignaro Vicente Fox Quesada.
De Pemex han brotado los despilfarros económicos concedidos a la dirigencia sindical. El gobierno ha sido demasiado obsequioso con sus líderes, quienes reclaman el usufructo desproporcionado de las ganancias petroleras. Montos monetarios que se disfrazan en el otorgamiento de beneficios a los trabajadores, cuando son evidentes sus formas ostentosas de vida, el hedonismo en que se regodean.
Segundo.- La carga fiscal tan onerosa, absurda e injusta que la Secretaría de Hacienda le ha estado imponiendo a Pemex, para salvar las penurias que le han ocasionado los grandes grupos de interés que se niegan a pagar impuestos; y si lo hacen, se los reintegra. La última cifra descubierta fue de 689 mil millones de pesos. Esta corrupta decisión anula los excedentes obtenidos durante los últimos cuatro años del foxiato y los dos primeros del calderonismo. De manera que ya sabemos hacia dónde se canalizaron; esto es al cumplimiento de compromisos contraídos con la clase empresarial abusiva. Y a eso le llaman “gasto corriente”.
El problema del financiamiento de la empresa paraestatal, no se resuelve abriendo las puertas a la inversión privada, sino combatiendo la corrupción y magnificando su administración. El petroleo es de todos los mexicanos. Así se decidió en 1938. Pemex constituye un ícono de nuestro nacionalismo y por lo tanto es una obligación moral defenderlo de los depredadores nacionales y extranjeros.
Por lo tanto, juntemos nuestro coraje y acudamos a la Consulta Ciudadana a decir NO a la apertura del capital privado en Pemex. Vamos a rescatar nuestra historia para preservar nuestra soberanía. Atendamos lo urgente para construir lo importante.
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