Comentaré de manera por demás breve, dos acontecimientos que están cimbrando a nuestro país y a nuestro estado.
No me cabe la menor duda que la lucha del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo de nuestro estado es justa. Su demanda por un incremento decoroso al salario está acorde a la espiral inflacionaria que padecemos, desde que fuera anunciado de manera torpe el aumento a las gasolinas.
La falta de operadores políticos con alta sensibilidad humana es lo que ha dado al traste, dándole al conflicto un trato rústico y primitivo. Sin embargo, no debe causarnos sorpresa. El gobernador Godoy, previa su toma de posesión, nos anunció que su gabinete sería de “bajo perfil”, lo que debemos entender, en otros términos, como un gabinete de mediocres.
El sismo político exige el manejo sensato, entendiendo la sensatez como el “seso” o la inteligencia que debe anteponerse en la solución de los problemas. Pero tal parece que es la carencia de estos mostrencos.
Tal parece que los funcionarios pretenden apostarle al desgaste, al cansancio de los huelguistas. Pero con el paso de los días, éstos se están ganando el afecto, la simpatía y solidaridad del pueblo, porque sus palabras y su dignidad son más fuertes que la intransigencia de los autoritarios.
Otros burriciegos son los del gobierno federal. Los empeños comprometidos a cambio de lograr la presidencia los trae dando palos de ciego. Beltrones y Gamboa, los coordinadores legislativos del PRI, además de ser un par de bribones de siete suelas, se han convertido en los operadores genuinos de Felipe Calderón.
Estos navajeros de la política son quienes le hacen el trabajo sucio, propio de las atarjeas, a los panistas. Y sus diputados y senadores se mueven como las marionetas de caricaturas.
Cuando el señor Calderón nos dice en sus mensajes que quienes siembran odio y división tales serán sus cosechas, se le olvida que él sembró exactamente lo que está censurando. Calderón fue un exponente sembrador del resentimiento y la desavenencia de todos los mexicanos.
Cuando afirma el señor Calderón: “Mi compromiso es con la gente más amolada”, “La reforma petrolera asegura la soberanía de México sobre sus recurso naturales”, “Mi propósito es trabajar para unir y juntar a los mexicanos”, Si se aprueba la reforma petrolera, tendremos más escuelas, medicinas, clínicas, hospitales, caminos, carreteras, puentes, agua potable, drenaje, electricidad y vivienda”, confirmo la lógica paranoide de este catrín personaje, en la que consolida su personal realidad en la designación de su discurso.
Y en esta red de agujeros en que se ha convertido nuestro México, sólo nos queda el humanismo, la ambición de construir una vida más justa. No queda la libertad interior de cada uno, la libertad de pensar, la libertad de crítica y autocrítica constante, de no ser autocomplacientes. Nos queda el valor y el rigor de pensar el México de todos los días para no ser conformistas ni de derecha ni de izquierda.
Concluyo: Nuestro destino está en nosotros mismos. No permitamos que nos petrifiquen la dignidad y la esperanza.
No me cabe la menor duda que la lucha del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo de nuestro estado es justa. Su demanda por un incremento decoroso al salario está acorde a la espiral inflacionaria que padecemos, desde que fuera anunciado de manera torpe el aumento a las gasolinas.
La falta de operadores políticos con alta sensibilidad humana es lo que ha dado al traste, dándole al conflicto un trato rústico y primitivo. Sin embargo, no debe causarnos sorpresa. El gobernador Godoy, previa su toma de posesión, nos anunció que su gabinete sería de “bajo perfil”, lo que debemos entender, en otros términos, como un gabinete de mediocres.
El sismo político exige el manejo sensato, entendiendo la sensatez como el “seso” o la inteligencia que debe anteponerse en la solución de los problemas. Pero tal parece que es la carencia de estos mostrencos.
Tal parece que los funcionarios pretenden apostarle al desgaste, al cansancio de los huelguistas. Pero con el paso de los días, éstos se están ganando el afecto, la simpatía y solidaridad del pueblo, porque sus palabras y su dignidad son más fuertes que la intransigencia de los autoritarios.
Otros burriciegos son los del gobierno federal. Los empeños comprometidos a cambio de lograr la presidencia los trae dando palos de ciego. Beltrones y Gamboa, los coordinadores legislativos del PRI, además de ser un par de bribones de siete suelas, se han convertido en los operadores genuinos de Felipe Calderón.
Estos navajeros de la política son quienes le hacen el trabajo sucio, propio de las atarjeas, a los panistas. Y sus diputados y senadores se mueven como las marionetas de caricaturas.
Cuando el señor Calderón nos dice en sus mensajes que quienes siembran odio y división tales serán sus cosechas, se le olvida que él sembró exactamente lo que está censurando. Calderón fue un exponente sembrador del resentimiento y la desavenencia de todos los mexicanos.
Cuando afirma el señor Calderón: “Mi compromiso es con la gente más amolada”, “La reforma petrolera asegura la soberanía de México sobre sus recurso naturales”, “Mi propósito es trabajar para unir y juntar a los mexicanos”, Si se aprueba la reforma petrolera, tendremos más escuelas, medicinas, clínicas, hospitales, caminos, carreteras, puentes, agua potable, drenaje, electricidad y vivienda”, confirmo la lógica paranoide de este catrín personaje, en la que consolida su personal realidad en la designación de su discurso.
Y en esta red de agujeros en que se ha convertido nuestro México, sólo nos queda el humanismo, la ambición de construir una vida más justa. No queda la libertad interior de cada uno, la libertad de pensar, la libertad de crítica y autocrítica constante, de no ser autocomplacientes. Nos queda el valor y el rigor de pensar el México de todos los días para no ser conformistas ni de derecha ni de izquierda.
Concluyo: Nuestro destino está en nosotros mismos. No permitamos que nos petrifiquen la dignidad y la esperanza.
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