La Sección Democrática del SNTE se encuentra inmersa en una experiencia traumática en grado sumo. La designación de la profesora Aída Sagrero como titular de la Secretaría de Educación en el Estado, ha puesto en crisis los valores ideológicos que inspiraron al Movimiento Democrático.
Su sentido de identidad se encuentra en entredicho. La valía de sus orígenes y el principio de su dignidad están a punto de colapsarse, al trasplantar al seno mismo de la Sección el estilo tribal partidista, en un arranque de ceguera política o de cinismo voraz de quienes se identifican como “aliancistas”
Juan Pérez y Raúl Morón, lejos de constituirse en un liderazgo que aliente la lucha de los trabajadores de la educación, se han convertido en unos conspiradores que atentan contra la unidad del gremio democrático.
El punto de quiebre se identifica en el momento que se optó por participar en la política de partido, entregándoles los agremiados el capital político a quienes ya incubaban la idea de trascender en su poder y satisfacer afanes de dominio nominal en la propia Sección 18.
Un laberinto de confusiones hace que las asambleas delegacionales, regionales y estatales se conviertan en campos propicios para la beligerancia, en donde se dicen y contradicen constantemente. La regresión de la conciencia predomina. La provocación discursiva y la violencia del lenguaje gravitan en torno a exposiciones ayunos del buen juicio y el razonamiento.
La tentación de quienes gobiernan por dividir a quienes luchan por la reivindicación de los derechos sociales, no es asunto privativo de algún partido político específico sino de todos, sean de ideología izquierdista o derechista. Y para lograrlo, siembran la discordia ofreciendo ínsulas de poder en su organigrama operativo.
Chiapas y Oaxaca son ejemplos exponenciales. En el primero, hacen que los propios indígenas combatan a sus hermanos indígenas. En el segundo, la lucha del magisterio se ha visto cercenada por la entrega obsequiosa de capitales a pseudolíderes corruptos.
¿ Por qué se exige moderación y disciplina a la dirección sindical de Artemio Ortiz y no se le pide a Juan Pérez y a Raúl Morón que desistan de sus empeños en incidir –como gobierno- al interior de la Sección ?
¿ Por qué se reclama la sumisión del gremio en aras de la fascinación que otorga el poder gobernante, cuando se saben los riesgos de la desintegración a que pueden conducir el protagonismo Pérez-Morón ?
Es indispensable admitir la disonancia de luchas que se libran al interior de los partidos políticos y las que se desarrollan al interior de los gremios. No debemos quedar atrapados en la falsa idea de que sólo en el corporativismo partidista se logran los objetivos de la justicia social.
Por lo tanto, la movilización del día de hoy deberá ser una expresión contundente de la unidad. La lucha es contra el cacicazgo de Elba Esther Gordillo. La lucha es combatir las reformas estructurales del gobierno tecnocrático del PAN. La lucha es por alcanzar la derogación de la Nueva Ley del ISSSTE.
Vamos a dejar nuestras diferencias para dirimirlas con valor ético, con responsabilidad y convicción. No debemos ser protagonistas de nuestro propio desastre. Todos a la movilización para demostrar la fortaleza de nuestra pertenencia al Movimiento Democrático.
Tenemos que ratificar nuestra lealtad doctrinaria pues, de lo contrario, ¿cómo vamos a saber a dónde vamos si no sabemos en dónde estamos?
Su sentido de identidad se encuentra en entredicho. La valía de sus orígenes y el principio de su dignidad están a punto de colapsarse, al trasplantar al seno mismo de la Sección el estilo tribal partidista, en un arranque de ceguera política o de cinismo voraz de quienes se identifican como “aliancistas”
Juan Pérez y Raúl Morón, lejos de constituirse en un liderazgo que aliente la lucha de los trabajadores de la educación, se han convertido en unos conspiradores que atentan contra la unidad del gremio democrático.
El punto de quiebre se identifica en el momento que se optó por participar en la política de partido, entregándoles los agremiados el capital político a quienes ya incubaban la idea de trascender en su poder y satisfacer afanes de dominio nominal en la propia Sección 18.
Un laberinto de confusiones hace que las asambleas delegacionales, regionales y estatales se conviertan en campos propicios para la beligerancia, en donde se dicen y contradicen constantemente. La regresión de la conciencia predomina. La provocación discursiva y la violencia del lenguaje gravitan en torno a exposiciones ayunos del buen juicio y el razonamiento.
La tentación de quienes gobiernan por dividir a quienes luchan por la reivindicación de los derechos sociales, no es asunto privativo de algún partido político específico sino de todos, sean de ideología izquierdista o derechista. Y para lograrlo, siembran la discordia ofreciendo ínsulas de poder en su organigrama operativo.
Chiapas y Oaxaca son ejemplos exponenciales. En el primero, hacen que los propios indígenas combatan a sus hermanos indígenas. En el segundo, la lucha del magisterio se ha visto cercenada por la entrega obsequiosa de capitales a pseudolíderes corruptos.
¿ Por qué se exige moderación y disciplina a la dirección sindical de Artemio Ortiz y no se le pide a Juan Pérez y a Raúl Morón que desistan de sus empeños en incidir –como gobierno- al interior de la Sección ?
¿ Por qué se reclama la sumisión del gremio en aras de la fascinación que otorga el poder gobernante, cuando se saben los riesgos de la desintegración a que pueden conducir el protagonismo Pérez-Morón ?
Es indispensable admitir la disonancia de luchas que se libran al interior de los partidos políticos y las que se desarrollan al interior de los gremios. No debemos quedar atrapados en la falsa idea de que sólo en el corporativismo partidista se logran los objetivos de la justicia social.
Por lo tanto, la movilización del día de hoy deberá ser una expresión contundente de la unidad. La lucha es contra el cacicazgo de Elba Esther Gordillo. La lucha es combatir las reformas estructurales del gobierno tecnocrático del PAN. La lucha es por alcanzar la derogación de la Nueva Ley del ISSSTE.
Vamos a dejar nuestras diferencias para dirimirlas con valor ético, con responsabilidad y convicción. No debemos ser protagonistas de nuestro propio desastre. Todos a la movilización para demostrar la fortaleza de nuestra pertenencia al Movimiento Democrático.
Tenemos que ratificar nuestra lealtad doctrinaria pues, de lo contrario, ¿cómo vamos a saber a dónde vamos si no sabemos en dónde estamos?
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