Pues resulta que los pensionados y jubilados del sector educativo carecemos de un seguro de vida. No obstante que en el concepto 74 de nuestras percepciones se hace el descuento al respecto, no existe institución aseguradora que garantice el pago del seguro institucional a los familiares de quienes fallecen.
Desde el mes de julio del año anterior, el gobierno y la secretaría de educación se olvidaron de incorporar a los pensionados y jubilados en el contrato que signaron con Inbursa. Sí, como lo está usted escuchando: Se olvidaron. Así, de simplonas nuestras autoridades, sólo atinan a decir la respuesta del zopenco: “Se me olvidó”
Y ese olvido lamentable ha puestoen problemas serios a los dolientes de quienes han fallecido en los últimos ocho meses.
Pero no conformes con tal gazapo, todavía tienen el cinismo de pedirnos “tran-qui-li-dad”, porque nuestro dineroestá seguro.
Los gobernantes siempre han tenido como recurso la mentira. Para evitarse penurias y descréditos, ensartan mentiras con tanta facilidad que ya se trastornaron y adquirieron el síndrome de lo que los psicólogos llaman SEUDOLOGÍA FANTÁSTICA, que es una compulsión a imaginar lo que no es.
Si como dicen, para nuestra supuesta tranquilidad, tienen depositadas nuestras aportaciones, que nos digan dónde. En cuál banco. A qué plazo. Cuánto está generando en intereses. Porque si piensan que vamos a creerles que no lo están “jineteando”, pues están equivocados.
Además, tener “guardado” el dinero que se nos descuenta por el concepto del seguro de vida, no resuelve en si el problema de los dolientes. Ocho meses han transcurrido y no han sido capaces de corregir esta omisión. ¿Quién nos garantiza que lo habrán de resolver en los siete días que le restan al actual gobierno?
El engaño del que estamos siendo víctimas los pensionados y jubilados, confirma la poca valía que tienen los adultos mayores para los gobernantes. Para ellos, el dotarles de cobijas y despensas es más que suficiente. No hay un programa específico para atenderlos socialmente. No hay claridad en la política de su atención.
Condenados al aislamiento, a la dureza de los insuflados del poder burocrático, debemos exigir de nuestro organismo colectivo, llámese Delegación sindical o Sección 18, que ya dejen de solapar las mentiras demenciales de estos sujetos que otean esperanzas desde los lodazales del gobierno.
Y nosotros, ¡ah, nosotros! Pues nosotros debemos dejar de ser agachones y dejados. De lo contrario terminaremos regodeándonos en nuestro propio desprecio.
Desde el mes de julio del año anterior, el gobierno y la secretaría de educación se olvidaron de incorporar a los pensionados y jubilados en el contrato que signaron con Inbursa. Sí, como lo está usted escuchando: Se olvidaron. Así, de simplonas nuestras autoridades, sólo atinan a decir la respuesta del zopenco: “Se me olvidó”
Y ese olvido lamentable ha puesto
Pero no conformes con tal gazapo, todavía tienen el cinismo de pedirnos “tran-qui-li-dad”, porque nuestro dinero
Los gobernantes siempre han tenido como recurso la mentira. Para evitarse penurias y descréditos, ensartan mentiras con tanta facilidad que ya se trastornaron y adquirieron el síndrome de lo que los psicólogos llaman SEUDOLOGÍA FANTÁSTICA, que es una compulsión a imaginar lo que no es.
Si como dicen, para nuestra supuesta tranquilidad, tienen depositadas nuestras aportaciones, que nos digan dónde. En cuál banco. A qué plazo. Cuánto está generando en intereses. Porque si piensan que vamos a creerles que no lo están “jineteando”, pues están equivocados.
Además, tener “guardado” el dinero que se nos descuenta por el concepto del seguro de vida, no resuelve en si el problema de los dolientes. Ocho meses han transcurrido y no han sido capaces de corregir esta omisión. ¿Quién nos garantiza que lo habrán de resolver en los siete días que le restan al actual gobierno?
El engaño del que estamos siendo víctimas los pensionados y jubilados, confirma la poca valía que tienen los adultos mayores para los gobernantes. Para ellos, el dotarles de cobijas y despensas es más que suficiente. No hay un programa específico para atenderlos socialmente. No hay claridad en la política de su atención.
Condenados al aislamiento, a la dureza de los insuflados del poder burocrático, debemos exigir de nuestro organismo colectivo, llámese Delegación sindical o Sección 18, que ya dejen de solapar las mentiras demenciales de estos sujetos que otean esperanzas desde los lodazales del gobierno.
Y nosotros, ¡ah, nosotros! Pues nosotros debemos dejar de ser agachones y dejados. De lo contrario terminaremos regodeándonos en nuestro propio desprecio.
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