Francisco RIVAS LINARES
Víctima de los desatinos de gobernantes ineficientes e ineficaces, Michoacán se ha convertido en un laboratorio experimental en tácticas de combate al crimen organizado. Tácticas que, por cierto, no provienen de la lucidez inteligente sino de la locuacidad de las fuerzas.
Entre bandazos y palos de ciego van cayendo víctimas inocentes abatidas por balas asesinas. Perdido el equilibrio emocional, disparan a tontas y a locas y se pierden vidas en cierne que aspiraban a la concreción de un ideal.
Atrapados en una necedad
circular, invocan las partes al diálogo y consumen las horas nalga
en posturas irreductibles. Nadie cede. Cada uno con su cadaunera. Y en tanto el pueblo padece
los embates brutos de una delincuencia galopante.
Frente a nuestra tragedia, pienso en la obra del general chino Sun Tzu, quien vivió en el siglo V antes de Cristo y que legó para la posteridad un conjunto de ensayos sobre el arte de la guerra, cuyos consejos aún siguen vigentes. El título de la obra es precisamente “El arte de la guerra”.
Así como El Príncipe de Nicolás Maquiavelo se ha constituido en el tratado
de teoría política al que recurren muchos gobernantes actuales, el libro de Sun
Tzu no debería despreciarse en su
consulta y reflexión.
Pero parece que se vienen tomando
decisiones invertidas a la sensatez. Sun Tzu recomienda que lo primero que
tiene que hacer un gobernante en un contexto de beligerancia, como el que
vivimos, es mantenerse en armonía con su pueblo, cultivar su confianza, hacerse
creíble en las decisiones que va tomando. Así, dice Sun Tzu, su pueblo le
seguirá donde sea, sin temor a perder la vida y dispuesto a afrontar cualquier
peligro.
Y este factor es lo que
lamentablemente han descuidado. El pueblo ha perdido la confianza por los
engaños recurrentes. La ha perdido en sus instituciones más respetables: el
ejército, la justicia y el gobernante. Ahora el pueblo se ha organizado en una
colectividad y se va convirtiendo en una unidad radical. Esta es la rebelión de
las masas, a las que alude el filósofo Ortega y Gasset.
Volviendo al Arte de la Guerra,
tres son las cualidades sustantivas que debería tener quien ejerce el mando:
sabiduría, benevolencia y sinceridad. ¿Acaso se han hecho notables estas
cualidades?
Tener sabiduría para controlar
conflictos exige no sólo del conocimiento de éste, sino también entenderlo.
Ello permitirá tener claridad de juicio, guardar prudencia, aplicar cautela,
moderación y autodominio.
Wikipedia, la enciclopedia libre,
dice que la sabiduría es una habilidad
que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia, obteniendo
conclusiones que nos dan un mayor
entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando
conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo.
Lo que se ha puesto de manifiesto
es, precisamente, la falta de experiencia y capacidad; esta última, para
aplicarla al ejercicio de la reflexión de la que surgirían decisiones
inteligentes. Sólo vemos y sentimos las consecuencias de aplicaciones
viscerales.
Ante el arrojo de las huestes
castrenses irrumpiendo en los pueblos organizados con sus grupos de
autodefensas, era obvia la resistencia de éstos. Y se desencadenó la trifulca
en cuyo final, la población civil fue la que levantó a sus muertos. ¿Eso es
actuar con sabiduría?
Luego, llegaron las cifras para
confundir. Uno, dos, tres y hasta doce víctimas registraron diferentes notas. Cada fuente con su propia
estadística. La única coincidencia observable fueron las imágenes desgarradoras
difundidas en las redes sociales y las declaraciones oficialistas expresadas
con un lenguaje de ruptura. ¿Eso es hablar con sinceridad? ¿Eso es aplicar
cautela y autodominio?
Las heridas en Michoacán se han
gangrenado. El viento transporta estruendo y furia. ¿Cómo conciliar los
opuestos? ¿Cómo concretar los deseos utópicos? Tales son las preguntas que en
las horas actuales demandan respuestas.
Margarite Yourcenar, en sus
Memorias de Adriano, escribió: “Lo esencial es que el hombre llegado al poder
pruebe luego que merecía ejercerlo”. Y esto es lo que de manera persistente nos
sigue faltando.
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