Francisco RIVAS LINARES
En las Columnas Políticas del
19 y 26 de abril y 3 de mayo del presente año, expresé algunos puntos de vista
sobre la Reforma Educativa. En el primero de ellos cité las 15 recomendaciones
que la OCDE le prescribía al gobierno mexicano en materia de educación. En el
segundo, comenté la diversidad interpretativa que le damos al concepto de calidad aplicado a la educación. Y en la
Columna Política del 3 de mayo, abordé la intención que subyace por privatizar
el servicio educativo.
Convengo en la necesidad de
retomar el asunto en cuestión, siempre bajo la guía de la razón y la ética. Con
esta premisa como principio rector, expongo lo siguiente:
Quienes deciden dedicarse al
oficio de la política, deberían tener tres sentidos desarrollados, además de
los cinco ya conocidos (oído, gusto, olfato, vista y tacto). Estos tres sentidos
a los que me refiero, son el de la oportunidad, el de la proporción
y el del equilibrio.
Las decisiones que los políticos
han de tomar en el ejercicio de sus funciones públicas, deberán ser pensadas en
grado sumo, pues éstas repercutirán en el ámbito social. Los legisladores, los gobernantes o quienes fueron
designados para impartir justicia, llevan sobre sí el peso de la oportunidad
para decidir, considerando el resultado proporcional del beneficio-perjuicio
hacia la sociedad. Ambos sentidos, aplicados con eficacia, les dará los equilibrios
suficientes y necesarios para mantenerse firmes y fuertes en el principio de su
autoridad, ganándose el respeto y reconocimiento.
El Presidente Enrique Peña
Nieto se ha propuesto alcanzar diversas reformas estructurales, destacando la
de telecomunicaciones, la educativa, la energética, la fiscal, la política y la
judicial. A estas habría que agregarle la laboral, misma que se alcanzó en el
proceso entrega-recepción de la presidencia. Las ya presentadas y aprobadas han
despertado controversias y desencuentros, como sucederá con las que vienen.
Por cuanto a la Reforma Educativa,
leído el decreto y los tres reglamentos me planteo las siguientes interrogantes:
¿Cuál es el sentido político de la educación? ¿Cuáles son las responsabilidades
y compromisos que adquieren todos los actores del proceso? ¿Qué valores y
proyectos éticos se conjugan en el ejercicio de la función docente? ¿Cómo
entiende la ciudadanía el acceso y participación en el servicio educativo? ¿A
qué tipo de compromisos da prioridad el gobierno con esta reforma educativa?
¿Cuál es el perfil del ciudadano que se pretende formar? ¿Cuál sería el perfil
de los docentes para la formación de tal ciudadano?
La educación es un aparato
ideológico del Estado. En ella impregna su ideología dominante, conforme al
contexto en que se encuentra inmerso. Si somos un país dominado por el
capitalismo salvaje, traducido en una confianza ciega en el libre mercado
conocido como neoliberalismo, es obvio que en tal contexto, los programas
académicos están enfocados a satisfacer los requerimientos de los sectores
productivos, estimulando acciones que capaciten al educando para la
competencia.
En función de ello, se definen
las actitudes (SER), los conocimientos (SABER) y las habilidades (SABER HACER)
que deberán adquirir los educandos. Seguramente los padres de familia que aun
consideran a la educación como un recurso para alcanzar la movilidad social, es
decir, un status económico más alto, afirmarán que sería lo correcto. Sin
embargo, lo que subyace es la pretendida consolidación del vínculo patrón-trabajador,
bajo los criterios de antaño, esto es amo-esclavo.
Lo anterior significa que la
educación deja de ser de interés social para pasar a ser un asunto de las corporaciones,
en donde se fincan relaciones de desigualdad.
Esta es la razón por la que los
Pepes
& Toños de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex),
la Confederación de Cámaras Industriales (CCI) y del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) se
muestran interesados en influir en el sistema educativo, ya que obtendrían la
seguridad proveedora de trabajadores calificados y obedientes, sumisos y mal
pagados. Y cuando la educación se define en sus lógicas de funcionamiento en
favor de la élite económica, estaríamos frente a una modalidad privatizadora.
Libero estas ideas con el
compromiso de continuar en la próxima Columna Política.
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