Francisco RIVAS LINARES
En la columna política del
viernes anterior, contrapuse al reclamo reiterado de la calidad en la educación
a la de otros servicios de carácter público en los que tal demanda es tibia, si
no es que nula. En su párrafo último expresé: “…ya es tiempo de cuestionar la
calidad en todos los aspectos de la vida ciudadana. Calidad en la democracia,
calidad en los empleos, calidad salarial, calidad de los servicios públicos,
calidad en la impartición de justicia, calidad en las personas del poder
político, etc.”
Tres notas publicadas en el transcurso
de la presente semana fortalecen lo planteado en la columna política de
referencia: la primera de ellas –de fecha 26 de mayo- en la que se dan a
conocer los “onerosos salarios” -así calificados- de los 39 altos mandos del
Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), los cuales oscilan entre
un millón 900 mil pesos y los 2 millones 400 mil pesos anuales.
La segunda noticia publicada el
29 de mayo, hace referencia a un informe de la OCDE titulado “¿Cómo va la
vida?”. En él se dan a conocer un conjunto de datos que ubican a nuestro país
en situación francamente deleznable; y que, no obstante, el mexicano vive en
completa felicidad.
La tercera noticia se publicó
el día de ayer y se refiere a la impunidad en que siguen inmersos los
responsables de la debacle financiera en que se debate nuestra entidad.
Los acuerdos políticos se han
constituido en un broquel protector para quienes abusando del poder disponen de
la hacienda pública a contentillo. Así tenemos que no sólo los funcionarios del
Cisen se han fijado salarios elevadísimos. Ya se ha difundido la cuantía de los
ingresos de los ministros, legisladores, funcionarios de primer nivel como
Secretarios de Estado, Subsecretarios, Directores y Jefes de Departamento, etc.
Desde que llegó al gobierno el
lic. Fausto Vallejo Figueroa, quedó al descubierto los elevados desfalcos que
los funcionarios anteriores dejaron en las áreas bajo su responsabilidad. Se
les ha identificado con nombre y apellido y los probables montos económicos de
los que dispusieron, dejándolos en la presunción de haber cometido diversos
delitos penales.
Y sin embargo… no ha pasado
nada. Ante la falta de información, todos recurrimos a ejercer nuestro derecho
a la especulación. Entre políticos, todos se protegen entre sí, haciendo válido
el viejo dicho, surgido de la filosofía popular, que dice: perro no come perro.
La OCDE registró en el informe
¿Cómo va la vida? que los mexicanos trabajan 474 horas más, anualmente, que los
que pertenecen a cualquiera de los otros países integrantes de la Organización;
es decir, los mexicanos trabajan 2,250 horas al año y aquéllos 1,776 horas en
promedio.
Lo anterior debería reflejarse
en mayores ingresos para los primeros, que son quienes más trabajan. Sin
embargo, el mismo estudio refleja una diferencia pronunciada por cuanto las
remuneraciones, pues en tanto que los trabajadores mexicanos, según la OCDE
calcula, reciben 9 mil 885 dólares por año, los de los otros países tienen una
remuneración de 34 mil 466 dólares anuales, lo que hace una diferencia abismal
de 24,581 dólares.
Cuando el trabajo es mal
pagado, éste se califica como explotación laboral, misma que se da en dos
situaciones: 1) el abuso por parte del empleador; y 2) precariedad laboral.
Esta última conlleva inseguridad, incertidumbre y falta de garantía en las
condiciones de trabajo. Cabe recordar que en el mes de abril del presente año,
se dio a conocer que el salario de los trabajadores chinos era mayor en un
19.6% que el de los mexicanos.
En inseguridad. México encabezó la lista de homicidios, pues
de acuerdo a los datos registrados entre 2002 y 2013 la tasa de homicidios pasó
de 7 por cada cien mil habitantes, a 23.7.
Pese a lo que se informa, declara
la propia OCDE en el estudio de referencia, que “Los mexicanos somos los más
felices ciudadanos de todas las naciones integrantes de dicha organización”.
¡Qué manera de faltarnos el respeto!
Por los desaparecidos de
Michoacán: Vivos se los llevaron. Vivos los queremos.
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