Francisco RIVAS LINARES
En la Columna Política del
viernes 22 de marzo, abordé el tema relativo a la corrupción que nos domina
como sistema en México. Citaba algunas prácticas corruptas que ya han sentado
precedente, tales como el tráfico de influencias, el uso privado de los bienes
públicos, la malversación, el soborno, en fin.
Hay una práctica corrupta
enquistada en la clase política del país denominada “Turismo político” que consiste en viajar a costa del erario público
y que en lenguaje paladino se les designa con la expresión tramposa viajes por razones del servicio.
Al cobijo refranero de la ocasión la pintan calva, nuestros
políticos encuentran cualquier excusa para viajar a todo trapo, ante la
perplejidad de la ciudadanía que no encontramos la cuadratura al círculo, pues en tanto que el
gobierno se desgarra en sus quejas de quebranto financiero y una austeridad
pretendida, otros, los menos, disponen con abuso cínico de los recursos que
aportamos los contribuyentes.
El dulce encanto de las
alfombras rojas del poder les hace perder piso; y olvidando la pobreza de sus
gobernados, se refugian entre presupuestos benévolos que les concede la curul y
se asignan recursos a contentillo para construir, a su decir, el nuevo
Michoacán; y para hacerlo, hay que viajar a Francia y a Brasil, y al Vaticano y
a donde les formulen la invitación. Ellos tan risueños y luego les hacen
cosquillas.
Ante la ejecución múltiple de
la ciudad de Uruapan, el Secretario de Gobierno Jesús Reyna demandó que no se magnificara el acontecimiento; es decir,
que no exageráramos el suceso, como si asesinar a siete jóvenes y exhibirlos
sentados en sillas de plástico y con el tiro de gracia fuera poca cosa.
Ahora el presidente de la Junta
de Coordinación Política del Congreso del Estado, Alfonso Martínez Alcázar, ha
dicho que no se debe satanizar el
viaje de los diputados; es decir, que no seamos perversos y aceptemos sumisos
esta corruptela tan afianzada en la casta política.
De manera que nos movemos en el
péndulo de la magnificencia y la satanización. Ocho millones 950 mil pesos que
dispondrán los diputados para este 2013, mismos que se gastarán en actividades
que sólo ellos determinan sin que nadie pueda controlarlos ni solicitar
autorización alguna, no deberán ser motivo de escándalo. Ni del morro que se
gasten ni de los resultados de su turismo
oficial están obligados a informarnos.
Este es el lenguaje administrativo que no alcanzamos a entender, puesto que si
se trata de disponer de fondos públicos, no encontramos razón para que se nos
vete la información sobre los reflejos de lo invertido.
La madre del cordero,
diría Don Miguel de Cervantes Saavedra, el autor de El Ingenioso Hidalgo Don
Quijote de la Mancha, está en que son ellos mismos quienes se autorizan viajes,
se fijan sus dietas, viáticos y compensaciones, sin mediar regulación alguna,
todo en nombre de una viciada autonomía.
Se van pues como invitados de
piedra al foro sobre el medio ambiente a realizar se Francia, y al Congreso
Internacional de la Primera Infancia en Brasil. Y digo que son invitados de
piedra, porque sólo irán de mirones pues conocida su medianía, dudo que
participen con ideas que les enaltezcan como parlamentarios. Seguirán oscilando
entre un margen de cinismo y otro de cursilería.
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