Francisco RIVAS LINARES
“Ni los veo, ni los oigo” es una expresión que se le atribuye a Carlos Salinas de
Gortari, y que fue dicha cuando los periodistas le pidieron opinión sobre las
interpelaciones de que fue objeto durante la lectura de su último informe de
gobierno en 1994.
El desdén fue la única
respuesta a los gritos y reclamos de sus
opositores, mas de paso exhibía su miseria moral y enfatizaba su personalidad
cínica. Ni los vi ni los oí, así de simple salvaba los momentos más embarazosos
que tuvo durante todo su sexenio. Era su estilo personal de gobernar, diría Don
Daniel Cossío y Villegas.
Y la expresión fue adoptada por
muchos políticos. Salinas de Gortari sin saberlo, les dio la clave para que libraran los reclamos y
demandas de la ciudadanía que les pudieran causar escozor. Ahora lo corroboramos
con los diputados de la LXXII legislatura
aquí, en Michoacán, pues no obstante los enojos que la ciudadanía manifestó
hacia sus viajes a Francia y Brasil, ellos ni los vieron ni los oyeron. Es más,
un legislador, de esos de pedigree, los
calificó de diabólicos al pedir que
no satanizaran su turismo político.
La democracia, pues, se detuvo
a las puertas del Congreso. El paradigma latino vox populi vox dei, la voz del pueblo es la voz de Dios, atribuida
al teólogo y pedagogo Alcuino de York y que solía aplicarse para consolidar las
democracias parlamentarias, se la pasaron por el arco del triunfo; y se van, por
tanto, alegres, despreocupados y campantes, a satisfacer una patriotera responsabilidad que –la verdad- raya
en la caricatura.
Palo dado ni Dios lo quita es
el refrán propio de los navajeros de la política, de los enemigos de la
concordia, de quienes carecen de sentido común, de quienes no conceden un
mínimo respeto hacia lo social.
Ahora recuperemos la memoria: En
el mes de marzo la Auditoría Superior de Michoacán dio a conocer cómo los
diputados de la anterior legislatura se embolsaron 80 millones de pesos que
iban destinados para un programa denominado “Gestión para infraestructura
social”. En el tema sobre la corrupción que abordé en la Columna Política del viernes
22 del mes citado y publicado en este blog bajo el título “México: La
corrupción por sistema”, expuse mi opinión al respecto.
El 10 de abril la prensa dio la
noticia de que los actuales diputados recibirán dos millones de pesos cada uno
para que cumplan con los compromisos hechos durante sus campañas en los
municipios de sus distritos electorales; obsequio que les entrega Fausto Vallejo
Figueroa para que refuercen su personal posición política y la del partido a
que pertenecen.
Su inversión, ya lo presumimos,
será en obras mínimas y de relumbrón o, en su defecto, se los embolsan, como la
anterior legislatura, al fin y al cabo en este Michoacán no pasa nada.
Y los plurinominales, tan inútiles
y onerosos al erario público, ¿qué compromisos adquirieron con la ciudadanía,
si su curul fue un obsequio del partido al que pertenecen? Ellos fueron
impuestos por la fuerza y no están comprometidos salvo con quien o quienes los
anotaron en la lista.
Concluyo con una pregunta: ¿Con
estos políticos vergonzantes será posible construir un sistema social
solidario?
No hay comentarios:
Publicar un comentario