miércoles, 11 de agosto de 2010
La ingenuidad "encantadora"
Francisco Rivas Linares
“Tenemos que producir una educación
significativa a través de la crítica;
para que a partir de ella, transformarla
en emancipadora”
Cuando los mensajes se dirigen a públicos ausentes, a escuchas que se encuentran más allá del ámbito inmediato del hablante, estaríamos ante una exposición retórica. Y la retórica, en una de sus acepciones, no es más que palabrería dicha para engatusar o engañar incautos. Aunque también es un recurso que se emplea lo mismo para obtener simpatía barata como para alcanzar justificaciones utilitarias, faltando –obviamente- a la verdad.
Los políticos, dominados por la inseguridad, recurren frecuentemente a los gazapos ocultos en su verborrea. Para alcanzar la seducción del oído, asumen un estilo modosito; y procurándose un público ingenuo predispuesto al aplauso espontáneo, montan un tinglado para el lucimiento personal.
Para la retahíla de tonterías no hay crédulos que valgan. ¿De dónde sacaría la maestra Graciela Carmina Andrade García Peláez, Secretaria de Educación en nuestro Estado, que sólo se perdieron cinco días laborables durante el año escolar que acaba de concluir, enfatizando tal mentira con la expresión chocante de “récord histórico”? Me respondo: de las alforjas del engaño. Por esta razón, la aseveración de marras no sólo resulta agresiva, sino hasta impertinente.
El uso político del lenguaje hace que éste sea tosco e impreciso, propio para expresar ideas disparatadas. Su empleo denota no sólo falta de claridad en el pensamiento, sino hasta frivolidad y degeneración. Esto sería suficiente para censurar su aplicación en asuntos tan delicados como el educativo.
La educación no es un producto para escaparates. Menos aún para lucimientos personeros. Después de esquilmarle al pueblo sus derechos, la educación es el último recurso liberador que le queda; y por eso debemos evitar que ésta sea contaminada por personas que, sin escrúpulos, aspiran a utilizarla como propaganda estratégica.
Muchas contingencias que motivaron suspensiones padecieron los escolares durante el año escolar 2009-2010: Administrativas, sindicales, académicas, ambientales, y otras tantas surgidas en las ocurrencias espontáneas. Fue notorio el adelanto de la conclusión del año escolar, hasta por tres semanas anticipadas sin mediar explicación alguna. Y no obstante de hacerse la denuncia pública de tal abuso, las autoridades responsables del ramo ningunearon a los padres de familia.
Se asegura que “…la educación en Michoacán tiene rumbo” sólo porque de los 69 indicadores que mide la federación hubo una mejora en 23, aunque empeoramos en 13 y nos mantuvimos igual de malos en 33. ¿Dónde está el equilibrio que nos ofrezca la ocasión para el gusto? ¿Conoce usted los referentes de tales indicadores que le permitan ejercitar la reflexión comparativa? Usted, padre de familia, ¿tiene nociones sobre el rumbo que sigue la educación de sus hijos?
¡Y sin embargo se asevera que nos encontramos ante un “record histórico”!
En el informe de la secretaria se citaron abundantes cifras para los bostezos. Certificados, boletas, inscripciones, maestros, alumnos, escuelas, uniformes, zapatos, útiles escolares, becas… todo por miles y cientos de miles. Nula calidad de los servicios. Mucha cantidad para el halago, para la fiesta y el
triunfalismo anodino. Y como suele suceder, se cierra el jolgorio con la expresión trillada: Hemos avanzado, pero falta mucho por hacer.
Este es el léxico de los políticos. Esta es la semántica del lenguaje electorero. Viejo estilo que si no se ha caído, es gracias a la fortaleza de las columnas de la corrupción. No cabe duda que en la política se arraiga profundamente el sentido del ridículo.
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