sábado, 7 de junio de 2014

Las políticas del mal





Francisco RIVAS LINARES

 

“Las presiones y la responsabilidad que conlleva

el poder termina afectando a la mente. El poder

intoxica tanto que termina afectando al juicio

de los dirigentes”

Lord Owen. ‘En la enfermedad y en el poder’

 

 

Carlos Fuentes publicó en 2002 un conjunto de textos que constituían una síntesis de sus reflexiones en torno a diversos tópicos: literarios, filosóficos, políticos, educativos etc. El título de la obra, “En esto creo”, nos sugiere un breviario de sus personales divagaciones.

 

Después del tema inaugural, “Amistad”, explaya un conjunto de conceptos en torno al “Amor”. De aquí tomo la siguiente cita: “En la vida política es posible convencerse de que se actúa por amor a un pueblo para acabar destruyendo a ese pueblo y concitando el odio…” Y ejemplifica: “Hitler declaró que practicaría, para procurar el bien, una política del mal…”

 

Carlos Fuentes se valió de este ejemplo para contraponerlo con Stalin, “…quien se envolvía en la bandera de una ideología occidental humanista para perpetrar un mal comparable al de Hitler, pero que no se atrevió a decir su nombre.”

 

Toda proporción guardada, los gobernantes de los últimos treinta años nos han estado aplicando las políticas neoliberales dictadas desde el exterior con bastante rigor, al amparo de una falsa justificación: el amor al pueblo. Disertan sobre el progreso, la generación de empleos, la satisfacción de las demandas apremiantes, etc.; de ahí sus slogans: Por la renovación moral de la sociedad; Que hable México; Bienestar para tu familia; El voto del cambio; Para que vivamos mejor; El presidente del empleo; Mi compromiso por México; Te lo firmo y te lo cumplo”.

 

Ninguno ha sido congruente con sus lemas, todo redunda en sus opuestos; es decir, procurar lo que para ellos es el bien con una política que se traduce en un daño social. Y eso ha venido incubando odios y resentimientos.

 

Los políticos, en sus afanes de no saber, han estado agrediendo con sus decisiones al pueblo, al que hunden cada vez más en un laberinto precario. Y cuando se les cuestiona al respecto, ofrecen respuestas carentes de toda lógica confundiendo a la audiencia con cifras y conceptos de nulo entendimiento.

 

Con un lenguaje atropellado y demagógico, sostienen a rajatabla que todas las reformas habrán de traer bienestar a la nación. ¿Qué beneficios trajo consigo el Tratado de Libre Comercio? ¿La privatización de las empresas paraestatales como los ingenios azucareros, la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, la minería, Ferrocarriles, Telefonía etc.? ¿Qué le redituó a México la entrega de la banca a los extranjeros? ¿Y qué la reforma agraria que hizo posible la venta de los ejidos?

 

¿Cuáles han sido las mejoras en el sector salud con las reformas al régimen pensionario del IMSS y del ISSSTE? ¿Qué beneficios obtuvieron los trabajadores con la reforma laboral? ¿Y qué de la alternancia en el poder con Vicente Fox y Felipe Calderón?

 

Y sin embargo todos han pretendido hacernos creer que lo hacen por amor a México aunque con su complemento hitleriano: destruyendo al pueblo y concitando el odio.

 

Y siguen los “reformones” con el mismo garlito. Dijo Peña Nieto el 13 de febrero del presente año en la reunión que tuvo con los banqueros: “México está en movimiento. México avanza por la ruta correcta, por la ruta de la transformación” Y nos quedamos mondos lirones porque ya lo dijo el presidente. ¿Hasta cuándo nos daremos cuenta que corrupción no sólo es robar sino premiar con nuestro silencio las falsedades y burlas de políticos aventureros que carecen de escrúpulos?

 

En ocasiones me parece que el poder del gobierno no reside en las instituciones, sino en la desidia, en la abulia, en la apatía de los ciudadanos. No sé si es cansancio o falta de voluntad, pero tal vez sea tiempo de cambiar de actitud.

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