Francisco RIVAS LINARES
“Las presiones y
la responsabilidad que conlleva
el poder termina
afectando a la mente. El poder
intoxica tanto
que termina afectando al juicio
de los
dirigentes”
Lord Owen. ‘En
la enfermedad y en el poder’
Carlos Fuentes publicó en 2002
un conjunto de textos que constituían una síntesis de sus reflexiones en torno
a diversos tópicos: literarios, filosóficos, políticos, educativos etc. El
título de la obra, “En esto creo”, nos sugiere un breviario de sus personales divagaciones.
Después del tema inaugural,
“Amistad”, explaya un conjunto de conceptos en torno al “Amor”. De aquí tomo la
siguiente cita: “En la vida política es
posible convencerse de que se actúa por amor a un pueblo para acabar
destruyendo a ese pueblo y concitando el odio…” Y ejemplifica: “Hitler declaró que practicaría, para
procurar el bien, una política del mal…”
Carlos Fuentes se valió de este
ejemplo para contraponerlo con Stalin, “…quien
se envolvía en la bandera de una ideología occidental humanista para perpetrar
un mal comparable al de Hitler, pero que no se atrevió a decir su nombre.”
Toda proporción guardada, los
gobernantes de los últimos treinta años nos han estado aplicando las políticas neoliberales
dictadas desde el exterior con bastante rigor, al amparo de una falsa
justificación: el amor al pueblo. Disertan sobre el progreso, la generación de
empleos, la satisfacción de las demandas apremiantes, etc.; de ahí sus slogans:
Por la renovación moral de la sociedad; Que hable México; Bienestar para tu
familia; El voto del cambio; Para que vivamos mejor; El presidente del empleo; Mi
compromiso por México; Te lo firmo y te lo cumplo”.
Ninguno ha sido congruente con
sus lemas, todo redunda en sus opuestos; es decir, procurar lo que para ellos
es el bien con una política que se traduce en un daño social. Y eso ha venido
incubando odios y resentimientos.
Los políticos, en sus afanes de
no saber, han estado agrediendo con sus decisiones al pueblo, al que hunden
cada vez más en un laberinto precario. Y cuando se les cuestiona al respecto,
ofrecen respuestas carentes de toda lógica confundiendo a la audiencia con
cifras y conceptos de nulo entendimiento.
Con un lenguaje atropellado y
demagógico, sostienen a rajatabla que todas las reformas habrán de traer
bienestar a la nación. ¿Qué beneficios trajo consigo el Tratado de Libre
Comercio? ¿La privatización de las empresas paraestatales como los ingenios
azucareros, la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, la minería,
Ferrocarriles, Telefonía etc.? ¿Qué le redituó a México la entrega de la banca
a los extranjeros? ¿Y qué la reforma agraria que hizo posible la venta de los
ejidos?
¿Cuáles han sido las mejoras en
el sector salud con las reformas al régimen pensionario del IMSS y del ISSSTE?
¿Qué beneficios obtuvieron los trabajadores con la reforma laboral? ¿Y qué de
la alternancia en el poder con Vicente Fox y Felipe Calderón?
Y sin embargo todos han
pretendido hacernos creer que lo hacen por amor a México aunque con su
complemento hitleriano: destruyendo al pueblo y concitando el odio.
Y siguen los “reformones” con
el mismo garlito. Dijo Peña Nieto el 13 de febrero del presente año en la
reunión que tuvo con los banqueros: “México
está en movimiento. México avanza por la ruta correcta, por la ruta de la
transformación” Y nos quedamos mondos
lirones porque ya lo dijo el presidente. ¿Hasta cuándo nos daremos cuenta
que corrupción no sólo es robar sino premiar con nuestro silencio las falsedades
y burlas de políticos aventureros que carecen de escrúpulos?
En ocasiones me parece que el poder del gobierno no reside en las
instituciones, sino en la desidia, en la abulia, en la apatía de los
ciudadanos. No sé si es cansancio o falta de voluntad, pero tal vez sea tiempo
de cambiar de actitud.
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